RDD-N21-Marzo-2021

39 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 Nº 21 - MARZO 2021 un mundo cada vez más globalizado, donde han de primar valores univer- sales, con los que Europa puede li- derar una educación global de éxito. Aún así, alguien podría cuestionarse dónde quedan las particularidades, la esencia de los pueblos o la identi- dad propia, pero en este punto rena- cería un nuevo rol docente, pues en la autonomía del maestro residiría el poder para tratar los contenidos más cercanos a la singularidad de los territorios, de sus señas de iden- tidad y de sus características parti- cularidades. El docente, por tanto, sería un vínculo inequívoco entre lo local y lo universal. Retos educativos Todo ello encaja con los retos que se marca la educación pública, entre los que destaca preparar a los alumnos para hacer frente a las competencias que exige la sociedad, además de buscar el éxito educativo para todos los alumnos, independientemente de los posibles desniveles académi- cos y las desventajas sociales con la que se acceda a la escuela. Así, vemos que surgen novedosos proyectos educativos que a modo de panaceas aseguran que contienen la fórmula mágica para mejorar la edu- cación, pero luego comprobamos que estos proyectos o sistemas al descontextualizarse suelen perder su esencia. Un ejemplo de ello son las Comunidades de Aprendizaje, que centran su atención en los más des- favorecidos, sin desatender a los más adelantados, pero a los que se frena su ímpetu para apostar por la coope- ración, aspecto que no está equivo- cado, sino quizá más planteado. En educación, las colectividades han de ser puestas de manifiesto, al igual que las individualidades, procurando alcanzar la excelencia tanto grupal como individual, tan- to general como particular. Lo que sucede muchas veces es que estos proyectos son adoptados como una apuesta segura que finalmente se transforma en algo de difícil evalua- ción orientada a la mejora. No obstante, los retos son mayores, y el problema de base es más pro- fundo. Para empezar, la Universidad tendría que reforzar su papel y hacer un esfuerzo por mejorar la investiga- ción científica en los centros educa- tivos, comenzando por procurar que los trabajos de los futuros docentes tuvieran alguna clase de impacto en la vida de las escuelas. Así pues, si tenemos claro que la es- cuela tiene un cometido social que cumplir y que existen evidencias que indican el escaso poder compensa- dor de las desigualdades que tiene la educación formal si interviene una vez que éstas ya han sido creadas (Tedesco, 2011), entonces hemos de reconocer que el maestro no puede hacerlo todo él solo, necesita de otros profesionales que completen su labor educativa, para lo cual es necesario un desarrollo comunitario que pro- porcione un mínimo de cohesión so- cial y nivele la desventaja de los más desfavorecidos para que accedan a la escuela en las mejores condiciones. El papel de la comuni- dad y las familias Una vez que admitimos que el do- cente no puede actuar solo y necesi- ta apoyarse en otros profesionales, tampoco podemos obviar el papel que juega la familia, aunque en los casos en que existe una desventaja social sucede que algunas fami- lias viven de espaldas a la realidad de la escuela y que perciben como una colonización cualquier atisbo de acercamiento a ellas o inclusi- ve han renunciado a sus funciones educativas. En todo caso, la escuela tradicional no está pensada para dar cabida a las familias, ni el horario lo posibilita, ni la inserción de estas está previsto más allá del ejercicio sociocultural en asociaciones como el AMPA, o la misión informativa que tiene la atención a padres o los Consejos Escolares. Si reincidimos en los proyectos que pretenden dar cabida a las familias, ¿en qué lugar queda la figura del vo- luntario en la escuela dentro de las diversas leyes de educación? ¿Cómo se recoge su cometido? ¿Cómo se protege su ejercicio? ¿Con qué vo- luntarios queremos contar? ¿Fami- lias o profesionales? Si son familias y éstas carecen de un mínimo de nivel educativo, ¿en qué sentido aceleran el aprendizaje? Si poseen el nivel suficiente, pero tienen su vida orga- nizada y ocupada en un trabajo, ¿en qué momento las ubicamos? Se nos ocurren muchas dudas que quedan irresolutas en los proyectos que se proponen con más voluntad que ciencia y que dejan al azar aspectos que la ley no contempla. Tampoco podemos convencernos de que el empoderamiento del docente va a ve- nir enfundado en una ley que otorgue

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