RDD-N21-Marzo-2021

4 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 Nº 21 - MARZO 2021 A nte los nuevos derroteros por los que la educación de nuestro siglo se encamina no está de más comenzar a cuestionarse determinadas inquietudes. ¿Es, tal vez, el momento de adoptar una epistemología compleja para la educación? Es de vital importancia ser conscientes de que la adquisición de una epistemología compleja requiere, irrefutablemente, algo que no podemos renegar u obviar cuando queramos desechar algunas de nuestras actuaciones como educadores y formadores: la dedicación. La educación siempre ha requerido de la dedicación, total y completamente. Dedicación hacia la profesión, sus fines, sus objetivos, dedicación hacia, por, para y con la labor social del educador, y dedicación con la materia prima tan importante con la que tratamos: las personas. Pero, al margen de repetir tal dedicación al modo de hasta ahora (el cual puede llegar a ser cuestionable), a la hora de adquirir este nuevo paradigma hemos de ser conscientes de que esa dedicación aumentará progresiva y vigorosamente cuando el contexto en el que desarrollemos nuestra labor docente cambie a ritmo vertiginosos y con él las personas y nosotros mismos. Ante esta nueva situación, no cabe más que replantearnos un desarrollo etimológico distinto y más potente de nuestra dedicación La epistemología compleja a la que nos referimos y con la que podemos comenzar a reflexionar es aquella que nos aconseja adoptar Morin (2004), que no es más que una sucesión lógica ante los nuevos acontecimientos, un paso más firme para abordar nuestro trabajo desde unos pilares tan primordiales como es el compromiso de formar y educar a la sociedad para manejarse con soltura en este nuevo espacio que se nos presenta con esta posmodernidad tan compleja. A cambios en los contextos, cambios en las metodologías. Parece lógico. Así pues, el nuevo pensamiento complejo (al que podemos referirnos como pensamiento actual, pues es el que debemos empezar a implantar desde ya), debe dirigirse minuciosamente, y hay que tenerlo presente en el desarrollo de las actividades docentes, desde la organización de las aulas hasta la elaboración del currículo. Y es que, si queremos adoptar este tipo de paradigma plenamente no hay nada más acertado que construir un currículo que se ajuste a este nuevo paradigma. El Equipo de Campus Educación Revista Digital Docente Editorial

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