RDD-N25-Marzo-2022

4 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 Nº 25 - MARZO 2022 D Desde estas humildes páginas alguna vez ya hemos mencionado que el tratamiento educativo de las nuevas tecnologías siempre debe hacerse desde un enfoque globalizador que parta de una metodología activa y significativa para el alumnado, al igual que ya habremos advertido que la cuestión no es estudiar la transformación digital, ni hablar de una revolución tecnológica, sino que lo que prima es replantear los métodos de trabajo, pues nosotros mismos como sociedad somos los que estamos protagonizando un cambio radical en lo que se refiere al acceso y tratamiento de la información, la forma de trabajar, de aprender y de acceder al conocimiento. De la misma forma que existe un cierto consenso en la necesidad de enseñar tecnologías, es de sobra conocido el discurso sobre la necesidad de innovación en la educación a raíz de éstas. Si bien es cierto que el uso de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación en el aula ha supuesto una revolución en el modo de aproximar al alumnado a los diferentes contenidos educativos, así como han mejorado y profundizado los canales de comunicación entre educadores y educandos y el resto de miembros de la comunidad educativa, no es menos cierto que el simple uso de las TIC no supone una innovación educativa propiamente dicha, puesto que la auténtica revolución radica en las estrategias didácticas que se configuren y desarrollen con ellas como herramientas de apoyo y mediadoras en el proceso de generar un aprendizaje más significativo. En lo que no parece haber tanta unanimidad es en la forma de enseñar ciencia y tecnología, ya que es muy fácil que la opinión colectiva de la sociedad gire en torno a pensamientos como “es necesario que los alumnos se formen en nuevas tecnologías” y no tanto en los del tipo “es necesario replantear la formación de los docentes para que estén plenamente capacitados para enseñar materias científicas” o “¿Cómo debe ser la didáctica, los recursos y los contextos para enseñar ciencia y tecnología de forma eficaz?” . Pero, desde aquí, queremos ir un paso más allá y replantearnos no ya solamente los mecanismos mediante los cuales se integra y da uso a la tecnología en el ámbito educativo, sino en las finalidades mismas de las propias tecnologías y en los objetivos que les hemos atribuido. Consideramos crucial defenderlas como un elemento facilitador de múltiples tareas, como herramientas de ayuda a distintos propósitos, pero nunca deben ser el único medio por el que los alumnos sepan moverse, ni mucho menos un vehículo imprescindible para su desarrollo personal, social y moral. Es necesario, entonces, reconsiderar la sobrevaloración de la tecnología y observarla con prudente distancia para no caer en el error de anteponerla a otros aprendizajes u objetivos vitales. El Equipo de Campus Educación Revista Digital Docente Editorial

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