RDD-N29-Marzo-2023

63 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 Nº 29 - MARZO 2023 La mediación se define, entonces como un proceso de comunicación de dos o más partes en conflicto que pueden gestionar sus diferencias con la ayuda de un tercero imparcial, siendo, dichas partes, las únicas responsables de establecer aquellos acuerdos que satisfagan sus necesidades e intereses, que recomponga la comunicación y que les permita transformar su relación a partir de la gestión positiva del conflicto, siendo esta un modelo a tener en cuenta en los conflictos que en el futuro puedan plantearse (Lozano y Becerril, 2018). Por tanto, la mediación educativa se convierte en una forma de gestión de la vida social que implica en sí misma transformación cultural. En este aspecto, es central la reflexión sobre los modos de resolver conflictos e incorporar herramientas que democraticen la toma de decisiones. Sumado a esto se definen como principios para la resolución de conflictos: voluntariedad, confidencialidad, imparcialidad, neutralidad, buena fe y flexibilidad (Lozano et al, 2018). Actualmente, en el sentido práctico, la mediación educativa está enfocada en la convivencia en los centros educativos, ya que resulta ser la principal preocupación del sistema. En la implementación se toma en cuenta los currículos académicos; los aspectos psicológicos y afectivos y la relación entre el alumnado y la comunidad educativa. Este modelo de mediación educativa toma en cuenta el aprendizaje activo y experimental en función de una convivencia positiva. Según Irirarte e Ibarrola (2018) las poblaciones que han estado sujetas a las metodologías de resolución de conflictos son más anuentes a tener relaciones positivas y asertivas, se da una mejora en la moral del grupo y en la comprensión de las diferencias. Además, que resuelven sus conflictos de manera más constructiva y reducen la agresividad reactiva y proactiva. La mediación también conlleva resultados en el papel activo de los estudiantes para crear un mejor clima educativo. Con esta metodología se prepara a los estudiantes para ser ciudadanos empoderados, donde se facilita el compromiso democrático y desarrolla autonomía en estas poblaciones. La comunidad educativa y la sociedad ya han ido haciendo cambios en la resolución de conflictos, pero no así, en el sistema educativo. De fondo, esta discusión lleva a replantearse el carácter que ha tenido la escuela tradicional y su vinculación con la resolución de conflictos y la paz. Educación para la paz en el contexto costarricense Para el contexto costarricense es pertinente incorporar la educación para la paz ya que nos encontramos en una región que se ha caracterizado por la violencia. Actualmente, Costa Rica se ubica en uno de los países más desiguales de América Latina. Esta es una propuesta que surge en contraposición a las escuelas formalistas tradicionales, de este modo superar las violencias simbólicas que se dan al interior de estas. Aunque, la educación debe contener un enfoque político, ya que por sí misma no es capaz de transformar las sociedades y culturas. En la Política Nacional para la Niñez y la Adolescencia se contempla a la familia como la institución social prioritaria para la protección y el desarrollo de la población menor de edad en coacción con las entidades estatales que deben favorecer a los núcleos más desfavorecidos (PANI-UNICEF, 2009), por tanto, en un enfoque de Educación para la paz y de mediación, se vuelve indispensable incorporar a este sector en las metodologías pedagógicas. De acuerdo con la información de la PNNA, las familias más vulnerables económicamente vienen en descenso, así mismo, como padres y madres con bajos niveles educativos, aspectos de relevancia en cuanto a integralidad se refiere. Fuera de la institución educativa funciona el Sistema Nacional de Protección, que provee este carácter a nivel local y comunal, sin embargo, con limitantes o nula funcionalidad en la articulación con los centros educativos, sobre todo, si de las metodologías y modelos de Educación para la paz y mediación se refiere. Para ello, se debe superar el enfoque económico y de empleabilidad que ha adquirido la educación en Costa Rica pues ha adquirido el objetivo de “lograr que las personas menores de edad tengan acceso a formación que les permita desplegar sus capacidades intelectuales y procurar una vida digna, aunque no garantice un empleo

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