RDD-N33-Marzo-2024

44 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 Nº 33 - MARZO 2024 • Autosabotaje. Con respecto al autosabotaje, a diferencia de los otros dos mecanismos, ya no es el miedo al fracaso el elemento desencadenante, sino el miedo al éxito. Aunque resulte difícil de creer, algunos de los llamados “ impos t o r es ” pueden llegar a ponerse ellos mismo obstáculos para fracasar. Por ejemplo, cuando un alumno deja partes de un examen en blanco, aun habiendo tiempo de sobra para responder y sabiendo que el alumno en cuestión habría realizado un gran ejercicio o cuando un alumno llega tarde a un examen, siendo un alumno muy puntual y habiendo insistido, en clases previas, en la importancia de la puntualidad en lo que respecta la realización de exámenes. • Comparación. Viven en un estado de constante comparación con todo el mundo, en todos los ámbitos de su vida. Cuando logran algo, tienen la costumbre de decirse que tal persona habría logrado lo mismo, pero sin esfuerzo, ya que dicha persona es más capaz que ellos. Por tanto, no se trata de una simple comparación, lo que hacen realmente es juzgarse muy negativamente y con poca o ninguna objetividad. • Culpa. Tras realizar un gran esfuerzo, es altamente probable que alcancen el éxito. Aun así, debe observarse que su tendencia natural a describirse como la absoluta encarnación de la incompetencia humana, totalmente dependiente del factor suerte, les impide categóricamente acoger honradamente los frutos de su trabajo. En efecto, ese éxito se convertirá en culpa y, así pues, se sentirán como verdaderos fraudes por ser ensalzados y situados al mismo nivel de esas personas las cuales ellos sí consideran verdaderamente competentes. Por consiguiente, todo esto erige una gran paradoja: acaban por abordar la tarea o actividad en cuestión, de una manera u otra, y cuando alcanzan el éxito, no lo acogen como suyo, no lo estiman como el fruto de su trabajo, sino que lo atribuyen al mero azar, y de este modo, lo rechazan, en la medida en que de que no creen ser dignos para otorgárselo. Sin embargo, esto incita a la gente de su entorno a felicitarles. Tras recibir todos esos elogios bien intencionados por algo que, según su criterio, no les pertenece, un sentimiento de culpa se instala irremediablemente en su interior. Esta percepción de engaño refuerza su necesidad de trabajar aún más. Con el tiempo, el fruto de este nuevo esfuerzo frente a una nueva tarea les aportará los correspondientes logros, los cuales tampoco serán aceptados y, de esta forma, se establece el eterno círculo vicioso ya mencionado. Causas Indiscutiblemente, otro de los factores que hay que tener en cuenta, con referencia al SI, es su carácter sorprendentemente heterogéneo y complejo, en vista de que sus orígenes o causas son diversas (Chassangre, 2016). Grosso modo, expertos en la cuestión han esbozado un escenario, que se desarrolla en contextos tanto familiares como escolares, cuyo inicio siempre se sitúa en la más tierna infancia y que puede presumiblemente activar la impresión de fingimiento en la adolescencia temprana. En lo que concierne al ámbito familiar, todo ser humano debe entablar, prácticamente desde su nacimiento, un largo proceso de separación y de individualización. Por un lado, la noción de “separación”, hace referencia al hecho de reconocerse como un ser distinto del resto de sujetos y, por otro lado, la idea de “individualización”, concreta la operación a través de la cual el ser humano construye paulatinamente una serie de rasgos propios que le confieren su singularidad en un medio en el que existen otros sujetos dotados a su vez de peculiaridades (Lemay, 1994). Ahora bien, con el fin de completar este desarrollo de manera óptima, el ser humano debe paralelamente recibir, al mismo tiempo, la cantidad de atención y cuidado justa y necesaria. En resumidas cuentas, este difícil equilibrio se materializa gracias a una armoniosa fusión entre dos factores, cuidado y separación, efectuada por un grupo de adultos mentalmente estables, dotados con la habilidad amar profundamente al sujeto en cuestión sin llegar a sumergirle en estímulos imposibles a asimilar y sin darle la oportunidad de experimentar periodos de ausencia. Dichos periodos de ausencia son indispensables para establecerse como ser independiente. Cuando se produce un desequilibrio entre estos dos complejos factores que entran aquí en juego, el individuo involucrado se verá, o bien abandonado, o bien abrumado por su entorno. Sea como fuere, no vera en él las capacidades que ve en sus semejantes para desenvolverse solo. Esta falta de creencia es sus destrezas obstaculiza

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