106 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 can el aprendizaje significativo, la autonomía del alumnado y su implicación en procesos cooperativos de construcción del conocimiento. En este marco, la Educación Física en la etapa de la Educación Primaria adquiere una función esencial: convertirse en un espacio de aprendizaje vivencial y relacional, donde todo el alumnado se relacione entre sí, se conozcan, se escuchen y cooperen. La infancia es una etapa clave para la adquisición de habilidades sociales, emocionales y comunicativas que sentarán las bases para una convivencia positiva a lo largo de la vida. Por ello, las propuestas didácticas deben ir más allá del juego competitivo o el rendimiento individual, y centrarse en experiencias inclusivas que refuercen el sentido de pertenencia, el respeto a la diversidad y la corresponsabilidad. Desde una perspectiva inclusiva y lúdica, los retos cooperativos permiten atender a la diversidad del aula, ya que no se centran en el rendimiento individual ni promueven comparaciones entre iguales, sino que potencian la interdependencia positiva y el reconocimiento del valor de cada miembro del grupo. Esto los convierte en un recurso ideal para promover la igualdad de oportunidades, la participación equitativa y el aprendizaje emocional a través del cuerpo y el movimiento. Fundamentación pedagógica en torno a los juegos cooperativos Desde la Educación Física, los retos cooperativos permiten crear un clima de aula positivo, minimizar las conductas disruptivas y reforzar el sentimiento de pertenencia al grupo. Los retos cooperativos en Educación Física son una propuesta pedagógica sólida, fundamentada en teorías del aprendizaje social, enfoques constructivistas y modelos didácticos centrados en la colaboración, la inclusión y el desarrollo integral del alumnado. Estas prácticas beben de una tradición educativa comprometida con la mejora de la convivencia, la participación activa y la formación de sujetos capaces de actuar de forma responsable, crítica y solidaria en sociedad. El primer gran referente teórico de los retos cooperativos es la teoría del aprendizaje social de Albert Bandura (1977), quien defendió que gran parte del aprendizaje humano se produce en contextos sociales mediante la observación, la imitación y la interacción con otras personas. Según Bandura, los alumnos no solo aprenden por ensayo y error, sino también al observar las consecuencias que tienen las acciones de los demás, internalizando normas, actitudes y estrategias de afrontamiento. Esta perspectiva pone de relieve la importancia del entorno social y emocional en el aprendizaje, elementos que son centrales en la práctica de los retos cooperativos. Por su parte, el modelo de aprendizaje cooperativo desarrollado por Johnson y Johnson (1999) constituye la base metodológica más directa para los retos cooperativos. Este modelo establece que el aprendizaje se ve potenciado cuando los alumnos trabajan en pequeños grupos heterogéneos con el objetivo de lograr metas comunes, desarrollando simultáneamente la responsabilidad individual y el compromiso con el grupo. Para que exista una auténtica cooperación, los autores identifican cinco elementos clave: Retos cooperativos en Educación Física Nº 38 - SEPTIEMBRE 2025
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