RDD-N38-Septiembre-2025

37 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 sus primeras producciones lingüísticas para comunicarse con los demás, suceden de la misma manera que en los oyentes. Los niños sordos expuestos a la lengua de signos de forma natural desde el nacimiento incrementan rápidamente la frecuencia de uso de signos durante los 3-5 años cumpliendo adecuadamente las reglas de Lengua de Signos, mientras los oyentes hacen lo mismo con el lenguaje oral. Cuando a los 5 años, los niños sordos aún no saben que pueden cambiar los signos para modificar su significado y así lograr significados subjetivos, a los oyentes les cuesta manejar las flexiones verbales. El uso de Lengua de Signos y lengua oral continúa desarrollándose hasta los 7 años, edad en la que se considera completamente incorporado. Las posibles dificultades que impiden el desarrollo cognitivo de una persona con discapacidad auditiva derivan de un déficit de información y de experiencias provocado por una baja calidad en la comunicación, escaso o nulo uso del lenguaje de señas y por una interacción social poco productiva. Bosch (1990) considera críticos los primeros 12 meses de vida, pero ¿por qué son tan importantes las experiencias auditivas, comunicativas y lingüísticas en ese periodo? Los denominados precursores del lenguaje son conductas y habilidades que se desarrollan gradualmente a lo largo de los primeros 12 meses fruto de la estimulación recibida, tanto a nivel de estímulos sonoros y de habla, como de los intercambios comunicativos que se producen en la interacción del bebé con el adulto. Estos precursores permiten la gradual transición hacia el lenguaje hablado que se producirá a lo largo del segundo año de vida. Las dificultades en percibir estímulos sonoros o limitaciones en las interacciones comunicativas entre el bebé y el adulto, van a repercutir negativamente en sus aprendizajes. Por lo tanto, es imprescindible establecer un sistema de comunicación que genere vínculos, afectos y lenguaje en los niños de la manera más temprana posible. Esto lo evidencia Acosta (2005), que expresa que cuando el entorno social que les rodea se hace accesible, se muestre respetuoso con su diferencia y se moviliza para prestar los apoyos que cada uno aprecia, la discapacidad se diluye y tan sólo se encuentra con personas, sin más, que pueden desempeñar una vida auto determinada y con calidad. Para Sánchez y Torres (2009) la familia es un educador, afectivo y socializador de vital importancia en todas las situaciones en el desarrollo humano e integral del sujeto, especialmente en casos de discapacidad, ya que la familia juega un papel esencial al ser el primer agente formador, aporta al desarrollo social, formación de la personalidad, hábitos, lenguaje y demás. Su principal actuación va a partir de la detección de la dificultad auditiva para recurrir lo antes posibles a especialistas que les orienten. Algunos de los signos de alerta según FIAPAS (2023), son: Discapacidad auditiva en el aula “ “Para una adecuada adquisición y desarrollo del lenguaje oral ha de existir un entrenamiento en conciencia fonológica Nº 38 - SEPTIEMBRE 2025

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