RDD-N38-Septiembre-2025

51 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 la comunicación bilabial e ir al mismo nivel que mis compañeros. Todo eso lo tenía que hacer fuera del horario escolar, no existía apoyo ni ayuda en mi colegio. Fue tremendamente agotador. No tengo un recuerdo lúcido hasta casi los 6 años. Cuando llegó la hora de elegir el tipo de escolarización, empezó el temido debate en mi familia: ¿colegio normal o colegio especial para sordos? Ganó mi padre: colegio normal y con apoyo si hiciera falta. Me inscribieron en un colegio privado. Con una exigencia, disciplina y un sistema tan riguroso que me lastraron. No podía llevar ese nivel escolar, aunque tuve apoyo y profesores particulares, nadie se puso en mi lugar, nadie entendió que no podía seguir ese ritmo de la manera en que lo hacían. No encajaba, era frustrante. Con 11 años les dije a mis padres que ahí no quería estar. Era muy duro. Entiendo que quisieran “convertirme” en una persona que pudiera relacionarse y estar a la altura de las personas “normales”. Mucho tiempo, esfuerzo y terapia tuve que pasar para entender y asimilar que ya era una persona normal y hacerles entender a mi familia que no hay nada de malo en que yo no oyera; el mundo estaba plagado de personas a las que le falta el sentido común, y eso era mucho peor. Mis quejas sirvieron para que buscasen un colegio inclusivo y además estuviera cerca del barrio. Era un colegio concertado y en cada aula había una persona sorda para facilitar la integración. Lo viví como una fantasía. Los compañeros estaban habituados a relacionarse con otras personas con discapacidad auditiva, sabían cómo comunicarse conmigo, me incluían en sus juegos y sabían lengua de signos aunque no fuesen sordos. Yo por aquel entonces no sabía lengua de signos, pero acabé aprendiendo por placer y por comunicarme con otros compañeros sordos. En ese centro los profesores te facilitaban de antemano los apuntes para que pudieras seguir las clases, teníamos servicio de logopedia en horario lectivo… para mí fue el paraíso. Todavía conservamos la amistad los compañeros del cole, y muchos de ellos cuentan orgullosos que su condición laboral ha mejorado por saber manejarse con personas sordas. ¡Resulta que puede ser un plus como habilidad profesional! Discapacidad auditiva en el aula Nº 38 - SEPTIEMBRE 2025

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