RDD-N38-Septiembre-2025

86 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 En esta misma línea, también se han observado resultados favorables tras aplicar el juego en conductas como el respeto, la convivencia, la solidaridad y la sensibilización hacia la inclusión. Esto se observa sobre todo cuando a los alumnos se les brinda la oportunidad de trabajar a partir de juegos tradicionales en los que tienen que participar y trabajar de forma colaborativa, tal y como se muestra en el estudio de la muestra de Rodríguez (2024). Teniendo en cuenta esto, resulta crucial desarrollar una cultura en la que se promueva la aceptación de uno mismo y de los demás, el respeto por las diferencias individuales y la convivencia, elementos que van a ayudar a que el alumnado se acepte y acepten a los demás en todos los ámbitos, ya sea el ámbito educativo, social y cultural (Hurtado et al., 2023). Hasta aquí, parece más que notable que el ABJ aporta numerosos beneficios al alumnado en lo que respecta a la inclusión educativa. Pero, además, también se han encontrado resultados positivos en lo que se refiere al proceso de aprendizaje, y más concretamente sobre la motivación y el interés por el mismo. De hecho, según Coello-Marquez et al (2025) las metodologías activas la gamificación y el aprendizaje basado en juegos constituyen métodos de enseñanza que resultan de gran eficacia para favorecer la motivación por el proceso educativo en todos los niveles de enseñanza. Por lo tanto, aunque en este estudio se pretende evidenciar mediante una revisión teórica de qué forma influye el ABJ en la inclusión educativa, también se han encontrado beneficios que aporta el ABJ en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Si bien es cierto que, hasta el momento ha quedado demostrado que, tras la revisión de los 9 artículos de la muestra, el ABJ tiene resultados beneficiosos para promover un clima inclusivo en los centros educativos, hay que tener en cuenta ciertos matices que en este punto cobran especial importancia. De esta forma, en palabras de Orozco y Moriña (2020): “lo que hace que una estrategia sea inclusiva no es la estrategia en sí, si no el uso que de esta hace el docente y los ajustes razonables que lleva a cabo en un grupo humano que siempre tendrá necesidades y será diverso”. Por lo que a partir de aquí se podría abrir una nueva línea de investigación, para determinar en qué medida el compromiso y la implicación de los docentes influye en la creación de un entorno inclusivo dentro del aula. Esto concuerda y resulta coherente con las palabras de Fernández (2013): “El desarrollo de la inclusión requiere un profesorado coherente, es decir, fiel a sus principios y sus creencias. Un profesor que crea en lo que está haciendo y en lo hay que hacer. Un profesor transmisor de valores”. Por otra parte, aunque los resultados resultan positivos a nivel general, varios de los estudios coinciden en señalar que es necesario un afianzamiento y consolidación de todos los aspectos que contribuyen a la inclusión para que ésta realmente se produzca. Así, aunque los resultados sean favorables, no serían reafirmados en el tiempo con el solo uso de sesiones en las que se emplee el ABJ, sino que sería necesario continuar trabajando para mejorar y fortalecer aspectos como las habilidades sociales y la autoestima. Esto se puede observar por ejemplo en los estudios de Mamani y Huayanca (2023) y García-Tudela et al. (2019). Dicho de otro modo, para que se produzca realmente un clima inclusivo, el ABJ debe integrarse de forma intencionada en la planificación educativa y contar con una mediación docente sensible a la diversidad del alumnado, a la vez que trabajar conjuntamente otros aspectos tan necesarios como las habilidades sociales, la autoestima, y la concienciación de toda la comunidad educativa. Educación inclusiva y aprendizaje basado en el juego Nº 38 - SEPTIEMBRE 2025

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