RDD-N29-Marzo-2023

51 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 Nº 29 - MARZO 2023 Acostumbrémonos a reformular las tareas para fomentar el pensamiento creativo y el espíritu con diferentes conceptos. Tomemos el caso de “diseñar, imaginar, inventar, adivinar o representar”, entre otros. Será muy útil valorarlo. Actividades y propuestas Para el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible, en concreto el correspondiente a la educación (ODS4), el fin puede ser a veces mover a los estudiantes por el aula desde su asiento de trabajo para que participen entre sí de una manera más proactiva. Muchas veces, su deseo es hacer algo lúdico y pasar de actividades que no están directamente vinculadas al contenido académico, como actividades artísticas, lectura libre o acertijos, a actividades que exploran nuevos contenidos. Así, algunas estrategias para entrenar la imaginación son la disposición del tiempo para pensar, la apertura de nuestra mente, pensar en nuevas perspectivas con fluidez, y pensar y dibujar para dedicar espacio también a nuestro compromiso emocional construyendo ambientes de pasión y de reflexión en común en equipo. Otros tipos de actividades que pueden motivar a los estudiantes pueden ser materiales impresos creativos, lectura de mapas, resolución de problemas, las regletas de Cuisenaire, etcétera. Asimismo, un aula que se base en la dramatización por parte del alumno de todos los contenidos impartidos suele ser muy motivador para ellos, al igual que el uso de la curiosidad como estrategia clave en según qué temáticas para captar su interés por todo. Volviendo de nuevo a la organización del aula, el profesor debería comenzar por hacer una lluvia o aportación de ideas sobre una lista de posibles actividades que pudiesen ser realizadas de forma independiente y que los alumnos puedan elegir aquella que más les guste para realizarla en la clase. Así siempre que los alumnos realicen sus actividades favoritas, ellos estarán mucho más motivados que si realizan actividades que no les apasionan tanto. Al mismo tiempo, la investigación individual y la expresión artística también implican motivación y creatividad para ser llevadas a cabo. En todo momento, ellos incluso llegan a sentir una sensación de liderazgo y de desarrollo personal. Siempre deberíamos saber qué actividades se deben realizar durante la clase con la supervisión del docente; actividades que además impliquen dar un feedback o retroalimentación y cómo dárselo al alumno de forma motivadora, como a través de proyectos independientes o globales mediante el uso autónomo de la tecnología. Retroalimentación y el uso de la tecnología Hablando de una retroalimentación a recibir en un trabajo desarrollado, hay que destacar que debe centrarse en una visión constructivista en todo momento. Dentro del ámbito de la lingüística aplicada, la teoría del constructivismo rige con prioridad a menudo. Los comentarios positivos y razonables son siempre mucho mejor recibidos y comprensibles. Volviendo a las sugerencias hechas por uno de los grandes eruditos reconocidos, Candy (1991) refuerza la idea de que los principios fundamentales del constructivismo postulan la visión de que los individuos reorganizan y reestructuran su experiencia. Es más, este lleva directamente a la proposición de que el conocimiento no puede enseñarse, sino aprenderse, porque el conocimiento es algo construido por el aprendiz. Además, merece la pena mencionar que Benson y Voller (1997) aparentemente señalan que el constructivismo apoya versiones psicológicas de autonomía que pertenecen al comportamiento, las actitudes, la motivación y el autoconcepto de los alumnos. Siempre tenemos que centrarnos en la mejora y no en los errores. De acuerdo con el diseño de los planes docentes, gracias al uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y los contextos que encontramos en relación a la alfabetización digital, se busca como único fin que los estudiantes

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