RDD-N33-Marzo-2024

41 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 Nº 33 - MARZO 2024 Identificación e intervención en el aula Palabras clave: Síndrome del impostor; Autoestima; Autoconcepto; Ansiedad; Culpabilidad; Psicología de la educación; Intervención educativa; Alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo. Abstract: Impostor syndrome is a psychological pattern characterised by a tendency to doubt one’s own abilities, attributing achievements to luck or other external factors, and by a constant fear of being exposed. The aim of this article is, among other things, to identify the main signs of this problem in people affected by it, and to recognise its consequences in the short and long term. The main objective is to provide teachers with resources to alleviate and improve the school situation of pupils suffering from this syndrome, as well as to identify those cases that may require additional psychological intervention. Keywords: Imposter syndrome; Self-esteem; Self-concept; Anxiety; Guilt; Educational psychology; Educational intervention; Students with special educational needs. Signos reveladores de la presencia del síndrome del impostor en adolescentes GABRIELA GUÍA CERECEDA • Graduada en Estudios Ingleses • Máster en Formación del Profesorado • Máster en Enseñanza de Español como Lengua Extranjera • Profesora de Inglés en IES Práxades Mateo Sagasta (Logroño, La Rioja) • Logroño (La Rioja) El síndrome del impostor es un patrón psicológico caracterizado, en primer lugar, por una tendencia a poner en duda las facultades propias, atribuyendo así los logros obtenidos a la suerte o a otros factores externos y, en segundo lugar, por el miedo constante a ser desenmascarado. Este artículo tratará, entre otros aspectos, de identificar los principales signos manifestados por las personas afectadas por esta problemática y la detección de sus consecuencias a corto y largo plazo. El objetivo principal es ofrecer recursos a los docentes para aliviar y potenciar la situación escolar de los alumnos que padecen este síndrome, además de detectar aquellos casos que puedan requerir intervención psicológica adicional. Con miras a introducir el concepto de síndrome del impostor (SI), resultaría apropiado comenzar con una cita relativamente conocida acerca de las limitaciones del poder de la mentira: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. Tradicionalmente atribuida a Abraham Lincoln, esta sentencia viene a decir que es viable mentir a un número importante de personas durante un breve lapso de tiempo y, por otra parte, que es factible igualmente embaucar a una cantidad más reducida de individuos durante un periodo más prolongado. Ahora bien, lo que no es sostenible, de ningún modo, es mantener una farsa como verdad para todos de manera permanente. Con lo cual, la moraleja es que, sí, efectivamente, un fraude puede funcionar, librando así a alguien de un apuro puntual, pero no funcionará siempre. La falsedad prologada suele entrañar problemas, más tarde o más temprano. Con respecto al tema central de este artículo, el SI, las personas perjudicadas por dicho síndrome mantienen un tipo de diálogo interior el cual se desarrolla, probablemente, siguiendo una secuencia de pensamiento similar a la que acaba de ser descrita. Justificación Con el propósito de evidenciar la necesidad de tratar este síndrome tan poco comprendido, sería oportuno dar respuesta a dos preguntas que van a hacer patente la alarmante prevalencia de este fenómeno en las aulas: ¿Existen alumnos que atribuyen sus sumamente buenos resultados académicos a la suerte, negando así cualquier tipo de conexión entre su trabajo diario y sus excelentes notas? ¿Existen alumnos que creen que sus profesores y las personas de su entorno cercano les consideran bastante más inteligentes de lo que en realidad son? Posiblemente, ambas preguntas serían respondidas con un rotundo e inmediato “sí” por parte de todo docente. En líneas generales, resulta bastante frecuente escuchar a los alumnos pronunciar frases similares a las siguientes: ¡“Qué suerte he tenido!”; “Siempre llevo esto conmigo porque me da buena suerte en exámenes”; “El profesor que daba la asignatura ese año era muy simpático por eso me fue bien”; o “He tenido suerte con él porque es buena gente,

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