RDD-N33-Marzo-2024

6 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 Nº 33 - MARZO 2024 máximo rendimiento. Antes se ponía mucho énfasis en que cada área cerebral según ubicación y hemisferio tenía unas determinadas funciones y no salía de ellas, hasta que se empieza a demostrar gracias a la neuroeducación que el encéfalo se forma por muchos cables multiconectados, redes neuronales que hacen de esta estructura un acto complejo. Para que esta ciencia nos acompañe de forma positiva en nuestra labor docente debemos ir introduciendo cada aprendizaje en su momento correspondiente. Quemar etapas o encajar conocimientos antes de que el alumno esté preparado nos condiciona a una sobreestimulación a nivel emocional, cerebral y de desarrollo, siendo contraproducente y derivando en un aprendizaje forzado y perjudicial para su crecimiento personal. ¿Emociones aprendidas o innatas? Dentro del constructo que conocemos como inteligencia emocional nos podemos encontrar aspectos que son asimilados y otros innatos, pero, la base esencial de la educación en emociones y sentimientos es que los agentes sociales del alumno, como familiares y maestros, deben facilitarles la guía, pautas y orientaciones necesarias a que aprendan a gestionarse adecuadamente. Los factores innatos, los aspectos que encontramos en nosotros intrínsecos antes de nacer y no hace falta aprender, son los vinculados a la expresión de la emoción mediante la cara, los gestos o la conducta. Un maestro no tiene que enseñar a un escolar a llorar cuando se siente dolido o a poner una cara de miedo cuando se asusta, lo que sí que se aprende es la gestión y autorregulación de las emociones. Goleman (1996) presenta una noción muy interesante que es la alfabetización emocional: en el momento del nacimiento de las pocas cosas en relación a la gestión de sentimientos que pueden hacer nuestros alumnos es la expresión innata de la emoción, pero, el resto de habilidades emocionales tienen que ser aprendidas y solamente pueden ser interiorizadas si los adultos de referencia son capaces de mostrárselas. Es relevante plantear desde esta idea que los docentes son esos mediadores, junto a las familias, para lograr la alfabetización emocional que implica aspectos fundamentales como enseñar a identificar sentimientos, a ser conscientes de en qué momento vital se encuentran y definir esa emoción de entre el resto, y por supuesto poner en marcha la adquisición de habilidades de gestión emocional. Venimos a este mundo con un gran analfabetismo emocional y lo que la inteligencia y educación en emociones a partir del acompañamiento de toda la comunidad escolar va a conseguir es que nuestros alumnos sean personas alfabetizadas en este campo, desde algo tan básico como ponerles nombre a las emociones experimentadas. Tanto maestros como familiares debemos comprometernos en conocer y formarnos sobre el sistema nervioso central y el funcionamiento cerebral para alcanzar los planteamientos básicos para comprender cómo actúa el encéfalo en la inteligencia emocional como indica Guerrero (2021). Desde luego, las emociones activan el encéfalo al completo, pero, hay una parte concreta que activa principalmente el proceso emocional y es el sistema límbico ubicándose en el centro del cerebro, encontrando una activación cada vez que nuestro alumnado experimenta cualquier emoción ya sea placentera o desagradable. Así pues, en el centro anatómico del encéfalo hallamos el foco del procesamiento emocional. Las amígdalas que se encuentran en esta área determinan las emociones de defensa como son el miedo, la rabia, la tristeza, los celos o la envidia. Pero la gestión de las emociones, el poder definirlas y etiquetarlas son habilidades que se van a desarrollar en la corteza prefrontal, consiguiendo su base en la etapa de educación primaria, adquiriendo capacidades fuertemente relevantes. Legitimar la emoción y justificar la conducta Hablando de la educación emocional y basándonos en la neuroeducación, pueden surgir dos posturas muy diferenciadas: por un lado, la aceptación y elección por parte del docente de una emoción que experimenta el

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