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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016

AÑO IV - Nº 15 - SEPTIEMBRE 2019

Educar la Inteligencia

Emocional

Adquisición de herramientas

necesarias para la vida

En el proceso de enseñanza-aprendizaje se generan múltiples emociones

que pueden favorecerlo o entorpecerlo. La enseñanza de la gestión de las

emociones y la preocupación por la Inteligencia Emocional debe ser una

parte relevante en la formación de los alumnos desde edades tempranas y,

por ende, los centros educativos han de implantar planes específicos sobre

Inteligencia Emocional.

Palabras clave:

Inteligencia Emocional; Educación Emocional; Proceso de enseñan-

za-aprendizaje; Emoción; Inteligencia; Razón.

Abstract:

Multiple emotions arise on the teaching-learning process, which may fa-

vour or hinder its eventual success. Teaching emotional management and an un-

derstanding of emotional intelligence must be a relevant aspect on the student’s

education from a very early age and, in consequence, schools must implement spe-

cific plans for emotional intelligence teaching in the classroom.

Keywords:

Emotional intelligence; Emotional education; Teaching-learning process;

Emotion; Intelligence; Reason.

ANA PALOMO BLÁZQUEZ

• Diplomada en Magisterio de

Lengua Extranjera (Inglés)

• Maestra bilingüe en educación

Primaria en el CEIP Artazos Tamé

(Zaragoza)

N

uestra sociedad ha valorado

durante siglos a la persona in-

teligente. En la escuela tradi-

cional el niño era inteligente cuan-

do dominaba las matemáticas o el

lenguaje (Fernández-Berrocal y Ex-

tremera, 2002), consiguiendo altas

calificaciones académicas. Pero la

inteligencia cognitiva no garantiza

el éxito ni la felicidad en la vida. Son

otras habilidades emocionales las

responsables de ese equilibrio con

los demás y con uno mismo. Se-

gún el artículo 29 de la Convención

sobre los Derechos de los Niños

aprobada por la Asamblea General

de las Naciones Unidas en noviem-

bre de 1989, la educación del niño

debe de estar encaminada a desa-

rrollar la personalidad, las aptitudes

y la capacidad mental y física, has-

ta el máximo de sus posibilidades.

Por lo tanto, la educación debe ser

un proceso por el cual se consiga

paulatinamente el desarrollo inte-

gral de todas las dimensiones del

ser humano. Pero, actualmente, en

la gran parte de los centros edu-

cativos no existe formalmente una

educación emocional, primando

aún el desarrollo cognitivo e intelec-

tual, sin tener en cuenta que razón y

emoción no se pueden separar.

Inteligencia y razón

Durante años se ha intentado de-

mostrar que la persona está condi-

cionada por su inteligencia. A fina-

les del siglo XIX los científicos Paul

Broca y Sir Francis Galton ya pen-

saron en calcular la inteligencia mi-

diendo el tamaño del cráneo de los

humanos (Ibáñez, 2009), teniendo

en cuenta que cuanto mayor fuera

su tamaño, más lista sería la per-

sona. El interés por averiguar ese

nivel intelectual comenzó a hacerse

más evidente a partir del siglo XX, a

raíz de que el psicólogo alemán

Wi-

lliam Stern

introdujera el término

de

coe ciente intelectual

en 1912.

Años más tarde, otro psicólogo,

Lewis Terman, puso esta escala en

práctica usando test de inteligencia

en centros escolares de Estados

Unidos. A partir de entonces, estas

pruebas se usaron en universidades

y centros de todo el mundo con la

intención de poder identificar a los

niños muy inteligentes y, del mis-

mo modo, a aquellos que se consi-

deraba que debían permanecer en

centros de educación especial. De

hecho, este método de selección

cobró tanta importancia que incluso

fue usado para el reclutamiento de

soldados durante la primera guerra

mundial.