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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016

AÑO IV - Nº 15 - SEPTIEMBRE 2019

Varias inteligencias

En 1983, el psicólogo

Howard

Gardner

planteó una teoría con la

que se empezó a considerar la exis-

tencia de no sólo una única inteli-

gencia, sino de diferentes inteligen-

cias. Esta fue la conocida teoría de

las

Inteligencias Múltiples.

Este autor planteó la posibilidad

de la existencia de varias inteligen-

cias que actúan a la vez en cada

persona, por lo que no puede me-

dirse cuantitativamente lo inteligen-

te que es alguien.

Gardner distingue ocho catego-

rías de inteligencia:

• Inteligencia cinético-corporal

• Inteligencia lógico-matemática

• Inteligencia lingüística

• Inteligencia musical

• Inteligencia visual-espacial

• Inteligencia naturalista

• Inteligencia interpersonal

• Inteligencia intrapersonal

Entre sus tipos, Gardner no inclu-

ye la inteligencia emocional como

tal, pero sí dos tipos de inteligencia

que, en conjunto, pueden acercarse

a ella: la interpersonal y la intraper-

sonal.

Gracias a este autor se pudo co-

menzar a ver que en el ser huma-

no existe algo más allá de la mera

capacidad racional, ya que también

está presente un factor emocional

importante (Gardner, 1995).

Inteligencia y emoción

En 1995 el psicólogo estadou-

nidense Daniel Goleman adquirió

fama mundial con la publicación de

su obra Inteligencia Emocional, que

popularizó dicho concepto.

Cuando Goleman habla de la

inte-

ligencia emocional

lo hace sobre

cómo gestionar el mundo interno

de cada uno, y sobre cómo pueden

manejarse las emociones propias y

ajenas.

Goleman fue pionero en afirmar

que es importante crear un espa-

cio en el currículum escolar con el

que los niños puedan aprender las

habilidades emocionales, pues es

una parte imprescindible para el

desarrollo personal total (Goleman,

2008).

La Inteligencia Emocional es la capa-

cidad de reconocer nuestros propios

sentimientos, los sentimientos de los

demás, motivarnos y manejar ade-

cuadamente las relaciones que soste-

nemos con los demás y con nosotros

mismos. (Goleman, 1995).

Pero, los verdaderos primeros

acercamientos al término de inte-

ligencia emocional se remontan a

la Grecia clásica, pues se estable-

cían relaciones entre la búsqueda

del bienestar y la felicidad. Incluso,

ya se afirmaba que

la disposición

emocional del alumno determi-

naba la capacidad de éste para

aprender

(Platón, 387 a.C.).

A partir del siglo XIX podemos

decir que comienzan los verdaderos

orígenes científicos de la inteligen-

cia emocional, planteando que los

seres humanos han desarrollado el

manejo de las emociones con el ob-

jetivo de prepararse para la acción,

especialmente bajo situaciones de

peligro (Darwin, 1859), pero no fue

hasta el pleno siglo XX que se reto-

mó el estudio sobre la importancia

de las emociones en el desarrollo

intelectual. En este sentido, cabe

destacar el trabajo de Thorndike

quien, en 1920, se convertiría en el

precursor de la

inteligencia social

,

definida como la

habilidad para

entender y manejar a los hom-

bres, mujeres, muchachos y para

actuar sabiamente en las relacio-

nes humanas.

Esta definición ya estaba relacio-

nada con la inteligencia emocional,

pero incluso el propio Thorndike

admitía que existían pocas pruebas

de su presencia.

Posteriormente, la corriente del

conductismo

, dirigida por Watson

y años más tarde por Skinner,

redu-

jo el análisis del comportamiento

humano a respuestas medibles y

observables

(Watson, 1976).

Debido, en gran parte, por la in-

fluencia de los estudios previos de

Pávlov sobre las conductas reflejas,

el conductismo comenzó a enten-

der la conducta humana como un

conjunto de respuestas fisiológicas

condicionadas por el entorno, por

lo que el individuo se veía como un

elemento pasivo y mecánico.

Años más tarde, el

cognitivismo

surgió con gran fuerza, rompiendo

con lo anterior y defendiendo que

las personas actúan en base a sus

actitudes, deseos y creencias

, por

lo que se otorgó más protagonis-

mo a la motivación y la capacidad

de decidir del ser humano.

Finalmente, en la década de los

90, el interés por las emociones

creció notablemente gracias a Sa-

lovey y Mayer. Estos autores defi-

nieron por primera vez el concepto