RDD-N29-Marzo-2023

8 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 Nº 29 - MARZO 2023 pedagógicos sino únicamente aquellos que tengan el perfil laboral más apropiado, aunque no se sitúen en la posición jerárquica más alta de la organización escolar. Esto quiere decir que no necesariamente el líder educativo del centro ha de ser el director por la simple razón de ser quienmayor estatus posee dentro de la escuela. Sin embargo, este hecho no lo exime de participar en las actuaciones que el líder escolar plantea para el mejoramiento o el cambio de ciertos aspectos de la escuela como, por ejemplo, la cultura de la misma. Otro aspecto importante para tener presente es que no en todos los colegios existe la figura del líder pedagógico en la dirección escolar y que cuando esto es así, las tareas que deben ser llevadas a cabo por este líder tienen que ser ejecutadas, en parte o en su totalidad, por otro miembro de la comunidad, como por ejemplo el jefe de estudios, lo que provoca, por desgracia, que los resultados de dichas tareas no sean tan satisfactorios como se desearía principalmente por la falta de capacitación como líder educativo que pueda tener la persona que se preste a sustituirlo (muchas veces se enfrentan a ejercitar estas funciones personas que ni siquiera cuentan con el perfil profesional adecuado ni poseen la mínima percepción sobre cómo es el trabajo que ha de desarrollar un buen líder escolar). Por último, el éxito de los actos de un líder educativo dependen, en algunas ocasiones, más del resto de los miembros de la comunidad escolar que de él mismo, puesto que en una institución educativa cada una de las partes que la componen son igual de relevantes e imprescindibles para asegurar entre todos una correcta respuesta educativa y, en especial, lograr la adaptación continua de la entidad escolar a los cambios que la sociedad va experimentando, siendo siempre ésta un fiel reflejo de la comunidad sobre la que se asienta. La familia y su influencia para la creación de una escuela inclusiva Desde tiempos pasados hasta el actual la participación de las familias para el adecuado funcionamiento de los sistemas educativos ha estado muy cuestionada, sobre todo, por desconocerse a ciencia cierta hasta qué punto ésta se debe considerar y si es o no esencial para la mejora de la respuesta educativa a ofrecer a todo el alumnado. Ante esto, las instituciones escolares no siempre han impulsado la participación familiar en la organización, gestión o toma de decisiones importantes referentes a los procesos educativos llevados a cabo en las mismas, lo que ha hecho que los resultados no sean tan satisfactorios como debieran ser o, incluso, que los centros educativos no progresen tal y como debieran hacerlo (la implicación de las familias en la educación ha pasado de ser nula o escasa a ser completamente activa). Las normativas legislativas educativas (como, por ejemplo, la Constitución Española de 1978) han propiciado que los colegios empiecen a tener en cuenta la participación de los padres en conjunto con la del profesorado, la del alumnado y la de la comunidad, como un derecho fundamental que deben tener estos en la educación de sus hijos para que los centros educativos puedan proporcionar una formación de calidad, mejorar el rendimiento académico de los educandos y llegar a constituirse como una institución educativa inclusiva, entre otras ventajas. Deotro lado, es conveniente indicarque la colaboración de los padres en la entidad educativa, también, produce efectos positivos en los docentes y en ellos mismos como puede ser el hecho de que el profesorado conozca mejor las dificultades que sus alumnos tienen en su respectivo aprendizaje y cómo pueden enfrentarse a ellas, permitiendo a su vez a los padres saber bien cómo funciona la organización escolar. Paralelamente, esto incrementará la motivación y la satisfacción de los docentes a consecuencia de ver los progresos en su acción didáctica y en la mejora del rendimiento de sus estudiantes. En relación a la cooperación de los padres en el contexto educativo se ha de aclarar que ésta puede ser llevada a cabo de forma individual o colectiva, asistiendo a reuniones, a través de los órganos colegiados como el Consejo Escolar o las Asociaciones de Madres y Padres, y de manera formal e informal, puntualmente, mediante las entrevistas o los encuentros en la entrada y salida del centro educativo. En todos los casos, las familias no han de estar ajenas a lo que ocurre en el colegio y deben sentir que forman parte de él invitándolas, también, desde la implicación en el ejercicio del liderazgo escolar. La participación de la familia y de la comunidad es crucial para que la escuela pueda evolucionar y transformarse hasta llegar a convertirse en la institución educativa que realmente la

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