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AÑO I - Nº 3 - FEBRERO 2017

ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016

El concepto de

resiliencia

Este concepto surge y se desarro-

lla en un contexto social y académico

influenciado por la posmodernidad.

La resiliencia puede considerarse un

mecanismo de autoprotección y/o

conducta saludable inherente al ser

humano, a través del cual se generan

respuestas adaptativas que permi-

ten al individuo resistir y manejarse

de forma efectiva a pesar de aconte-

cimientos desestabilizadores, con-

diciones de adversidad, riesgo o

circunstancias estresantes, superar-

las, sobreponerse, salir fortalecido,

construir conductas vitales positivas,

e incluso ser transformado por ellas.

El término resiliencia está asociado

a una reacción defensiva y a la ca-

pacidad para preservar la integridad.

Surge como una elaboración perso-

nal ante circunstancias desfavorables

y depende de la capacidad del sujeto

para re-significar los acontecimientos

y reconstruir su propio mundo subje-

tivo (Cyrulnik, 2006).

Desde la perspectiva de la psico-

patología evolutiva (Luthar, 2006)

se han descrito características de la

resiliencia relacionadas tanto con di-

mensiones de la personalidad como

con el desarrollo competencial. Estas

características son: buena inteligen-

cia, temperamento fácil, tener control

sobre lo que ocurre en el entorno, alta

autoestima y autoeficacia, búsqueda

de apoyo social, humor y optimismo

vital, afrontamiento adecuado de los

problemas y buena gestión de la au-

tonomía personal (tener iniciativas, to-

mar decisiones y tener un proyecto de

vida), lo que requiere una planificación

efectiva, capacidad de entusiasmo,

motivación e interés por las cosas y lo

que acontece en el mundo.

Muchos autores coinciden en con-

cebir a la resiliencia desde un mode-

lo ecológico-transaccional, como un

proceso dinámico donde las influen-

cias del ambiente y del individuo inte-

ractúan en una relación recíproca que

le permite a la persona adaptarse a

circunstancias adversas. Chok, Chok,

Mori, Shmigu y Tominaga (2000)

advierten que la resiliencia reduce la

intensidad del estrés y produce el de-

crecimiento de manifestaciones emo-

cionales negativas, como la ansiedad,

la depresión o la ira, al tiempo que

aumenta la curiosidad y la salud emo-

cional. En consecuencia, la resiliencia

parece efectiva no solo para afrontar

adversidades sino también para apun-

talar la salud mental y emocional.

Las dimensiones positivas de la

personalidad, como la resiliencia, el

sentido de la coherencia y los pro-

cesos auto-reguladores como la au-

toeficacia, son la base de estilos de

afrontamiento activos y constructivos

frente a las situaciones estresantes o

adversas que la vida en general plan-

tea a todas las personas (Bowlby,

1983). Sin embargo, el componente

emocional no se circunscribe al estu-

dio de las dimensiones mencionadas.

La competencia emocional incluye

además las emociones positivas y

recursos personales que producen

estados de ánimo y pensamientos

positivos, creativos y originales. Una

adecuada percepción de nuestros

sentimientos y emociones, así como

las de los demás, contribuye a plan-

tear razonamientos ajustados a la

realidad, lo que permite una toma de

decisiones más acertada. Por ello, los

elementos de competencia personal

(como la conciencia de uno mismo,

la autorregulación y la motivación) y

de competencia social (como la em-

patía y las habilidades comunicativas)

constituyen factores adaptativos de

la personalidad (Goleman, 1996) que

han de ser considerados desde el ám-

bito educativo.

El concepto de

inteligencia emocional

La inteligencia emocional impli-

ca una serie de habilidades como la

percepción, la asimilación, la com-

prensión y la regulación emocional.

La capacidad de asimilar un estado

emocional (por ejemplo, la alegría)

al pensamiento, puede modificar la

perspectiva hacia los problemas,

adoptar una visión más optimista y

modificar puntos de vista, mejorando

o ampliando las formas de solucionar

los contratiempos. De este modo, la

inteligencia emocional es considera-

da como “

La habilidad para percibir,

valorar y expresar la emoción adecua-

damente y adaptativamente; la habili-

dad para comprender la emoción y el

conocimiento emocional; la habilidad

para acceder y/o generar los senti-

mientos que faciliten las actividades

cognitivas y la acción adaptativa y la

habilidad para regular las emociones

en uno mismo y en otros”

(Salovey y

Mayer, 1990).

Goleman (1996), por su parte, pos-

tula que la inteligencia emocional es

la capacidad para reconocer nuestros

propios sentimientos y los de los de-

más; de automotivarnos y conducir de

manera positiva nuestras emociones,