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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016

AÑO IV - Nº 13 - MARZO 2019

extrema.

Como Love (1990) sugi-

rió, suele deberse a padres que, por

determinadas circunstancias, como

el divorcio, o permanecer juntos sin

ser felices, se sienten solos y esta-

blecen una relación con su hijo que

va más a allá de los límites de una

relación paterno-filial corriente. Por

tanto, usan a sus hijos para satisfa-

cer necesidades que deberían estar

cubiertas por otros adultos, como

consejo o compañía. Este tipo de pa-

dres no ven el daño que causan a sus

hijos. Siguiendo este razonamiento,

se propuso la hipótesis de que estos

padres, además de no ser conscien-

tes de que están usando a sus hijos

para satisfacer sus propias necesi-

dades, es que se consideran padres

sacrificados y devotos. En este tipo

de situaciones, el papel del otro pro-

genitor es clave.

Barrancos (2009) insistió en el he-

cho de que si, por ejemplo, un padre

no protege a su hijo de las conductas

abusivas de la madre, el padre tam-

bién está ignorando las necesidades

emocionales de su hijo. Esta situa-

ción se conoce con el nombre

ne-

gligencia emocional.

En esta línea,

esta autora añadió que, aunque este

padre no está cometiendo abuso, en

el estricto sentido de la palabra, está

descuidando igualmente las necesi-

dades emocionales de su hijo, el cual

posiblemente se siente atemorizado,

desconsolado o desprotegido. La

combinación de abuso y negligencia

emocional suele ser frecuente en ma-

trimonios con hijos.

Para completar la descripción del

padre sobreprotector, Love (1990)

recalcó la importancia de una serie

de factores a la hora de identificar a

un padre que presenta esta conducta.

En primer lugar, suelen ser personas

que quieren un hijo al poco tiempo

de casarse. Esto se trata de un signo

claro que representa la incomodidad

que una o ambas partes del matri-

monio sienten ante el hecho de tener

que pasar tiempo a solas. La autora

también mencionó la imposibilidad

de ciertos individuos a la hora de

contratar a una persona de fuera que

cuide a sus hijos, puesto que nadie

es lo suficientemente adecuado, y su

carácter reacio a la hora de permitir

al hijo pasar tiempo fuera de casa,

ya sea con amigos durante una tarde

o por periodos más largos de tiem-

po. Como resultado de este último

argumento, el padre sobreprotector

manifestará signos de depresión con

el objetivo de hacer sentir culpable al

niño.

También se subrayó la enfermiza

obsesión por desarrollar un talento

en el niño, que puede frenar el desa-

rrollo natural de este último en térmi-

nos de dependencia. Esta situación

suele estar provocada por una insa-

tisfacción crónica, algo que al padre

le gustaría haber hecho en su vida,

para lo cual se considera demasiado

mayor, y espera que el hijo lo realice,

para sentirse de alguna manera sa-

tisfecho. Por consiguiente, el padre

vuelca sus esperanzas en el hijo y por

ello, este último es incapaz de afron-

tar un fracaso y se siente bajo una

presión constante por triunfar.

Frustraciones sin

resolver

Las frustraciones son una parte

inevitable de la vida que debemos

ser capaces de superar. En este sen-

tido, el desarrollo de la tolerancia a

la frustración debe ser visto siempre

como una de las principales metas a

tener presente tanto en la educación

familiar como en la educación formal

(Fernández, 2013).

Es obvio que, si en la infancia no

se aprende a lidiar con la frustración,

esta inhabilidad se continuará en la

adolescencia y, por consiguiente,

será trasladada a la vida adulta.

Un niño que ha crecido en un en-

torno así, tolera las humillaciones y

abusos injustos por parte de perso-

nas cercanas que, supuestamente,

lo aman, como sus padres o herma-