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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016

AÑO IV - Nº 13 - MARZO 2019

existen una serie de alumnos que

por sus características especiales

tienden a presentar un mayor índice

y porcentaje de fracaso escolar. Al

respecto estudios como el de Pérez

(2007), afirman que los alumnos

con un ingreso tardío en el sistema

educativo y aquellos cuya edad es

superior al resto porque han repeti-

do curso varias veces convendrían

ser objeto de atención y tenerlos en

cuenta para intervenir temprana-

mente con ellos ya que son los que

presentan un mayor riesgo de ex-

clusión escolar y social. Asimismo,

aquellos alumnos que detectamos

que faltan demasiado a clase pue-

den presentar indicios de desmoti-

vación y absentismo escolar.

En la detección y evaluación en

ocasiones tardía de estos casos de

fracaso escolar tiene mucho que

ver el papel del actual sistema edu-

cativo en el que nos encontramos,

el cual aboga por la total equidad e

igualdad como señas de identidad.

Sin embargo, dichos principios en

ocasiones se solapan, puesto que

como hemos visto, existen otros

factores sociales, familiares o

personales que, afectan de modo

paralelo a la realidad escolar del

alumno. Por tanto, la extensión del

fracaso escolar y de la exclusión

resultan objeto de estudio, análi-

sis y consecuentemente también

objeto de evaluación (Escudero,

González y Martínez, 2009).

La evaluación de los distintos

aprendizajes que afectan al alumno

representa un papel clave en todo el

proceso de enseñanza-aprendizaje

según estos autores, pues permite

hacer más transparente la cifra del

éxito o fracaso escolar y también

el modo de conocerlo y afrontar-

lo. Siguiendo a estos autores, para

eliminar el fracaso escolar no bas-

ta con un buen diagnóstico de la

situación, sin embargo resulta un

buen punto de referencia necesa-

rio para iniciar las actuaciones que

sirvan para combatir la privación

del derecho a la educación.

En cuanto a las características fa-

miliares, constituyen un hecho que

resulta complicado de prevenir por

parte del profesorado, pues cuando

los niños entran en la escuela lo ha-

cen ya con un bagaje previo de casa

que escapa a la intervención docen-

te inmediata. En este sentido y se-

gún estudios contrastados como el

de Fullana (1998), cuando llegan al

centro los alumnos se encuentran

condicionados por el entorno fami-

liar y social en el que se desarro-

llan, por tanto aspectos como unas

expectativas negativas por parte de

los padres, una escasa supervisión

y dirección en materia escolar por

parte de estos o la ausencia de una

figura significativa distinta a los

padres como algún amigo especial

durante la infancia y la adolescen-

cia, son indicadores que pueden

diagnosticar la presencia de fra-

caso escolar en el alumno. A las

mencionadas, Pérez (2007) añade

también la desestructuración fami-

liar en que pueda verse inmerso el

alumno como factor de detección a

tener en cuenta dentro del estudio

del riesgo de fracaso escolar en la

escuela.

Intervención

educativa

Aunque los factores relacionados

con las familias resulten difíciles de

prevenir, desde el contexto educati-

vo sí que es posible valorar la fra-

gilidad de estos jóvenes y propor-

cionarles una serie de herramientas

para impulsar el correcto desarrollo

de su aprendizaje.

Así pues, como primer paso para

prevenir el fracaso escolar conven-

dría resaltar el papel de las familias,

haciéndolas partícipes de una for-

ma activa en la educación de sus

hijos con el objetivo de ayudarles a

superar las dificultades que se les

vayan presentando. Dentro de este

papel de intervención que tienen las

familias, Díaz (2003) defiende que

frente a gritos o palabras de des-

ánimo hacia el niño sería mucho

más recomendable escucharlo, en-

señarle técnicas de estudio y darle

responsabilidades ya desde peque-

ño para que pueda iniciar una diná-

mica de estudio durante la etapa de

la Educación Primaria que resulte

positiva y enriquecedora para ser

trasladada a la Educación Secun-

daria.

Junto al papel de las familias,

continuando con Díaz (2003), el

papel del profesor resulta igual-

mente de contrastada importancia

para la intervención educativa en

materia de fracaso escolar. El pro-

fesor cumple en este sentido una

función fundamental para ayudar al

alumno a superar posibles dificul-

tades escolares y, por tanto, ha de

estar formado y también preparado

para ello. Habrá ocasiones en las

que el docente tendrá que llevar a