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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016

AÑO II - Nº 5 - JUNIO 2017

D

esde siempre las actividades

que se han llevado a cabo

para realizar la evaluación de

los alumnos han condicionado el

aprendizaje de los mismos, pues

tradicionalmente en las escuelas se

ha centrado el máximo interés en la

medición de los conocimientos so-

bre otras destrezas. Así, es normal

ver cómo ante el anuncio, por parte

del docente, de la aplicación próxima

de un instrumento de evaluación, el

alumnado se prepara para proce-

sar la información requerida que le

permita superar adecuadamente la

medida y el juicio que se efectuará

sobre su conocimiento. De tal forma

que el modo en que el alumno será

evaluado condicionará la forma en

que se prepare, por lo que podemos

afirmar que la planificación de la eva-

luación condiciona en alto grado la

manera en que el alumnado orienta

la preparación de las pruebas y su

modo de proceder para garantizar

la comprensión y retención signi-

ficativa del contenido. Igualmente,

podemos decir que una evaluación

arbitraria omal diseñada puede perju-

dicar notoriamente los aprendizajes.

Teniendo en cuenta estas eviden-

cias, no está de más considerar que

una buena planificación de la evalua-

ción, si se hace de forma compar-

tida con el alumnado, puede incidir

en la calidad del proceso de apren-

dizaje de éste, así como en la prác-

tica profesional docente. De hecho,

una de las dudas más frecuentes del

alumnado al principio de curso con-

siste en solicitar información sobre

la forma en que será evaluado. Los

estudiantes piden información para

saber a qué nivel de procesamiento

deberán llegar para poder superar

los conocimientos exigidos en la

disciplina que cursan, ajustando sus

propios mecanismos de estudio a

dichos requerimientos.

Está claro que es necesario ase-

gurarse de la efectividad de los

instrumentos de evaluación que

se van a utilizar, para lo cual pue-

de tomarse como referencia la ta-

xonomía del dominio cognitivo de

Bloom (Bloom, 1956) y atender a

los diferentes grados de calidad del

saber. No obstante, no se trata de

seguir con rigidez dichas catego-

rías sino de disponer de un camino

de orientación para el diseño de las

actividades de evaluación. Una de

las ventajas y a la vez razón por la

que nos decantamos por esta taxo-

nomía es lo cercano que andan el

concepto de “aplicación” propues-

to por Bloom y el término “compe-

tencia” que hoy día consideramos

como un elemento curricular más.

La Taxonomía de Bloom, origi-

nalmente, centra sus esfuerzos en

clasificar los diferentes objetivos de

aprendizaje en diferentes niveles de

complejidad, mostrando una visión

global del proceso educativo. En

sus orígenes pretendió estructurar

las diferentes habilidades de pensa-

miento (Bloom, 1956) hasta consi-

derar, a día de hoy, cómo serían las

habilidades de recuerdo, compren-

sión, aplicación, análisis, evalua-

ción y creación para la era digital.

La evaluación en el

proceso Educativo

Métodos para el seguimiento de

los aprendizajes

Las actividades de evaluación de los aprendizajes constituyen uno de

los tres grandes bloques de la acción didáctica junto con la programación

de objetivos y el diseño y desarrollo de los contenidos. En función de los

diferentes ámbitos o estadios de complejidad creciente en el saber, así como

los diferentes instrumentos de autoevaluación tanto del profesorado como

del alumnado, se utilizarán en la práctica educativa unos métodos u otros

para evaluar los aprendizajes.

DAVID GARCÍA MORENO

Licenciado en Humanidades

Máster en Educación

Secundaria Obligatoria

Profesor (Albacete, Albacete)