Previous Page  41 / 48 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 41 / 48 Next Page
Page Background

41

ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016

AÑO II - Nº 6 - SEPTIEMBRE 2017

sobre nuestras propias emociones,

percibirlas y entenderlas, como una

habilidad intrínseca de todo ser huma-

no, implica el desarrollo de procesos

de regulación emocional que ayudan a

moderar y prevenir los efectos negati-

vos del estrés docente.

Según Morales (2006), un profesor

emocionalmente inteligente se carac-

teriza por los siguientes aspectos:

• Asume su rol formador de perso-

nas, y la importancia de ser un mo-

delo fundamental de inteligencia

emocional para sus alumnos.

• Ama y valora a sus estudiantes

como personas en desarrollo, cre-

cimiento y evolución.

• Es capaz de realizar un autoanálisis

de sus estados emocionales pre-

dominantes, decidiendo cambiar

lo que no es correcto ni adecuado,

desarrollando nuevas habilidades.

• Entiende que debe desechar viejas

estructuras y modelos, adaptándo-

se a las necesidades de los nuevos

tiempos. Reconoce que el rol de un

educador autoritario, dominante,

castigador…está pasado demoda.

• Reconoce la importancia de sus

estados de ánimo, verbalizaciones

y conductas, en el estado emocio-

nal, en el rendimiento escolar y en

la formación de la personalidad de

sus alumnos.

• Ocupa situaciones de conflicto en-

tre sus alumnos, no para castigar,

sino para enseñar.

• Averigua acerca de la problemática

familiar de sus alumnos, que pre-

sentan bajo rendimiento escolar o

problemas de conducta.

• Usa las reuniones de curso para

entregar nociones de inteligencia

emocional a los padres y tutores.

• Premia y valora a los alumnos que

demuestran un buen desarrollo de

su inteligencia emocional.

• Reconoce las fortalezas de sus

alumnos para desarrollarlas y esti-

mularlas, así como también sus de-

bilidades para trabajar y mejorarlas.

• Impone normas y límites claros de

acuerdo a la edad y las capacidades

de sus alumnos, estimula, refuerza,

corrige y exige con firmeza y cari-

ño.

• Acoge y entiende las emociones de

sus alumnos, tratando de ponerse

en su lugar.

• Respeta el ritmo del niño, sus ca-

racterísticas y riqueza individual. Lo

ayuda a crecer, brinda espacios, he-

rramientas y posibilidades, estando

siempre disponible.

La labor docente pasa, necesaria-

mente, por poseer y saber usar dotes

relacionados con la inteligencia emo-

cional. Si queremos que el alumno

aprenda y desarrolle este tipo de ha-

bilidades emocionales y educativas,

necesita un educador con este tipo de

habilidades. Sobre todo es fundamen-

tal en la etapa de infantil y primaria, ya

que son las etapas evolutivas donde

ser produce el principal desarrollo

emocional de los niños.

Los profesores son un modelo para

los alumnos, por tanto hay que incidir

en su formación emocional ya desde

su etapa universitaria. La labor del do-

cente no se limita a transmitir cono-

cimientos teóricos, sino también valo-

res cívicos, modelando y ajustando en

clase el perfil afectivo y emocional de

sus alumnos. La práctica docente de

cualquier profesor debería implicar ac-

tividades como: estimulación afectiva,

expresión regulada de los sentimien-

tos positivos y negativos, creación de

ambientes para el desarrollo de sus

capacidades, exposición de experien-

cias a resolver con estrategias dadas,

enseñar habilidades de empáticas, etc.

Referencias Bibliográficas

• Buendía, L., Colás, P. y Hernández, F. (1997).

Métodos de investigación en psicopedagogía

. Madrid: Mc Graw Hill.

• Cabello, R., Ruiz, D. y Fernández-Berrocal, P. (2010). Docentes emocionalmente inteligentes.

Revista Electrónica

Interuniversitaria de Formación del Profesorado,

13 (1).

• Caro, I. (1997).

Manual de psicoterapia cognitiva

. Madrid: Paidós.

• Extremera, N. y Fernández-Berrocal, P. (2002).

La importancia de desarrollar la inteligencia emocional en el

profesorado.

Málaga: Universidad de Málaga.

• Fernández-Berrocal, P., y Ruiz, D. (2008). La inteligencia emocional en la educación.

Revista de Investigación

Psicoeducativa

, 15, 6 (2), 421-436.

• Goleman, D. (2002).

El líder resonante

. Barcelona: Kairós.

• Jiménez, M. y López-Zafra, E. (2008).

El autoconcepto emocional como factor de riesgo emocional en estudiantes

universitarios.

Boletín de Psicología, 93, 21- 39.

• Morales, E. (2006).

La inteligencia emocional en profesores.

En E. Morales.

Qué es y cómo desarrollarla.

Congreso abordaje pedagógico complementario. Centro de Extensión Universidad Católica. Santiago de Chile.

Recuperado de

http://emorales.relacionarse.com/index.php/PONENCIA_CONGRESO_CHILE

• Platsidou, M. (2010). Trait Emotional Intelligence of Greek Special Education Teachers in Relation to Burnout and

Job Satisfaction.

School Psychology International.

Recuperado de

http://spi.sagepub.com/content/31/1/60.short

• Salovey, P., y Mayer, J. D. (1989). Emotional intelligence.

Imagination, Cognition and Personality

, 9 (3), 185-211.

• Weinberger, K. (2009). Emotional Intelligence, Leadership Style, and Perceived Leadership Effectiveness.

Advances in Developing Human.

Recuperado de

http://adh.sagepub.com/content/11/6/747.short?rss=1&ssource=mfr

Conesa Sánchez, S. (2017, Septiembre). La Inteligencia Emocional en el profesorado: Un desarrollo necesario para la praxis educativa.

Campus Educación

Revista Digital Docente

, Nº6, p. 38-41. Disponible en:

https://www.campuseducacion.com/revista-digital-docente/numeros/6/

Cómo citar: