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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016

AÑO III - Nº 9 - ABRIL 2018

nuestra aula para recoger en él

aquellos materiales o elementos

que consideremos necesarios para

la práctica del yoga.

Puede ser un espacio reservado

para que los alumnos puedan rela-

jarse en un momento dado a través

de los

mandalas

, por ejemplo. De-

jaríamos guardados ciertos

manda-

las

en este espacio que los alumnos

utilizarían para expresar sus emo-

ciones cuando lo necesitaran.

La palabra

mandala

proviene del

sánscrito, y es una representación

simbólica de la naturaleza. Colorear

un

mandala

o incluso pintarlo (po-

demos invitar a nuestros alumnos

a que lo dibujen ellos mismos) es

una forma fácil y sencilla de desa-

rrollar su creatividad y les ayudará

a entrar en un estado más calmado

y relajante. Podemos poner música

ambiental, dejar que los alumnos

se coloquen de manera cómoda y

en silencio, centrados en el trazo y

en los colores. Los resultados del

uso de mandalas en clase están

estrechamente ligados al ambiente

que creemos con nuestros alum-

nos. Deben sentir que es un mo-

mento donde pueden expresarse

libremente, cómodos y sin ningún

tipo de coacción.

En este rincón del yoga también

podemos utilizar

una caja de la

amistad

. Esta caja estaría localiza-

da en este rincón y consistiría en

lo siguiente: los alumnos podrían

escribir cartas personales a otros

compañeros de clase siempre en

un tono positivo y amigable. Sería

una buena manera de desarrollar

su competencia social y de estable-

cer lazos más estrechos entre ellos.

Aquí el docente estaría atento/a

para observar a aquellos alumnos

que no reciban cartas habitualmen-

te. La función del docente aquí se-

ría la de invitar al resto de la clase

a compartir estas cartas con todos,

especialmente con aquellos que no

han recibido. Los niños suelen res-

ponder magníficamente ante esta

actividad y es sorprendente ver

cómo los alumnos que en un prin-

cipio son los más excluidos termi-

nan recibiendo tantas cartas como

los demás.

En verdad, implementar el yoga

en el aula sólo requiere imagina-

ción, ganas y mucha ilusión por

parte del docente. Compartir una

clase de yoga con otras personas

es siempre muy gratificante, pero

si encima hablamos de compartir

una clase de yoga con niños qui-

zás lo sea todavía más. Los niños

se adaptan con muchísima facili-

dad, son pequeñas esponjitas que

absorben todo lo que les podamos

transmitir. Y en una clase de yoga

sacan toda su espontaneidad, crea-

tividad y buena energía.

Lo bonito de una clase de yoga

con niños en nuestras aulas es que

el vínculo que se establece entre

profesor y alumno es mucho más

cercano, ya que el ambiente que se

crea al respirar conscientes, al rea-

lizar posturas en silencio y al medi-

tar conjuntamente es muy especial.

Cuando terminamos una clase de

yoga y les preguntamos a los ni-

ños, muchos de ellos no pueden,

ni quieren hablar, ya que no quieren

salir de ese estadio de calma, tran-

quilidad y paz que han conseguido.

¿Por qué no probar? Decía Ha-

rold Sequeira:

“El yoga es como

un océano, puedes mirarlo desde

la arena, mojarte los pies, nadar en

la orilla o sumergirte en sus aguas

profundas”.

• Cortez, C. y Endara, G. (2012).

Yoga en el aula (Tesis doctoral)

. Universidad San Francisco de Quito,

Colegio de Ciencias del Comportamiento y Educación.

• Lidell, L. (2009).

El nuevo libro del yoga

. Barcelona: Ediciones Integral.

• Palomares, A. (1996).

El estrés en la educación.

Albacete: Publicaciones de la Universidad de Castilla-La

Mancha.

• Riubio, R. (2013).

Arteterapia y Mandalas.

Madrid: Ediciones Obelisco.

Referencias Bibliográficas

González Navarro, M. N. (2018, Abril). Yoga en clase. Aplicaciones educativas.

Campus Educación Revista Digital Docente

, Nº9, p. 60-64.

Disponible en: https://www.campuseducacion.com/revista-digital-docente/numeros/9/

Cómo citar: