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AÑO II - Nº 5 - JUNIO 2017

ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016

GEMA MARÍA LUQUE

GUERRERO

Diplomada en Turismo

Máster en Formación del

Profesorado

Guía turístico en Córdoba

(Córdoba)

Obsolescencia del

Sistema Educativo

Influjo de la globalización y las

nuevas tecnologías

El actual sistema educativo, dado los últimos cambios sociales, los avances

tecnológicos y la globalización, si lo dejamos permanecer impasible se

convertirá en un sistema anacrónico, antiguo, estático y jerarquizado que

lejos quedará de dar respuestas a las demandas de la nueva sociedad. Por

tanto, es preciso que se replantee una profunda revisión de dicho sistema y

se reorganice desde su estructura más interna y desde tres focos de acción

fundamentales: el económico, el cultural y el personal.

E

l sistema educativo tradicional

ha sido algo repetitivo y ha es-

tado sumido en la repetición de

lecciones, transferidas de profesor

a alumno, en un sistema jerarquiza-

do donde el discente era un agente

pasivo y donde se le daba prioridad

absoluta a las materias de lengua,

matemáticas y ciencias, menospre-

ciando las de corte más humanístico

y artístico.

En la actualidad, el sistema educa-

tivo se impregna de los cambios y

avances que se están experimentan-

do en nuestro siglo, y ha de beber

de la tecnología, las nuevas metodo-

logías de aprendizaje y los avances

en neurodidáctica, lo cual nos indica

que lo más correcto es avanzar hacia

un paradigma educativo en donde el

alumno tenga pleno protagonismo y

sea educado para poder hacer uso

de todos los medios que tiene a su

alcance.

La jerarquización unidireccional

docente - alumno debe perder su

verticalidad y pasar a ser bidirec-

cional, en un continuo flujo de co-

nocimiento, creando un proceso en

donde cada agente mantenga unas

nuevas funciones: creador y cons-

tructor de significados el discente y

guía, orientador y mediador del co-

nocimiento y el proceso educativo el

docente.

Es innegable el alto fracaso es-

colar existente en nuestras aulas,

junto a la falta de motivación, como

consecuencia de la no renovación

por parte del sistema educativo, el

cual está obligado a cambiar para

potenciar el desarrollo del alumnado

de cara a una mejor calidad de vida,

tanto presente como futura. Si el do-

cente no cambia y continúa en una

visión tradicionalista de la educación

lo único que conseguirá será provo-

car el desencanto, la desmotivación

y el aburrimiento de su alumnado. Si

hoy día los alumnos pueden acceder

a toda la información que deseen

desde cualquier parte, lo que hay

que conseguir es encender la llama

de su curiosidad e instruirles en el

uso de instrumentos y herramientas

validas que les permitan acceder al

conocimiento, compartirlo y crear

nuevo.

El docente del siglo XIX debe ser

un profesional reciclado constan-

temente, con habilidades para pro-

yectar en los alumnos la capacidad

de autoconocimiento a través de las

herramientas prestadas; moldear los

hábitos erróneos; motivar de forma

colectiva e individual a la clase, con

la finalidad de inquietar sus mentes

y descubrir sus capacidades de cara

a un horizonte cercano y enseñarles

a pensar correctamente (Hutching,

1967).

Aquí el miedo del profesor puede

hacerse más que evidente: se en-

cuentra ante alumnos que muchas

veces saben la información antes

que él, es más, muchas universi-

dades prohíben el uso de Internet

durante las clases para evitar con-

tinuos desafíos en el aula y que su

trabajo no sea cómodo y fácil. Por

su parte, los alumnos se enfrentan

a un nuevo papel en el ámbito edu-

cativo, donde son una parte activa