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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016

AÑO IV - Nº 13 - MARZO 2019

y autorregulación como el centro

del pensamiento crítico

(Facione,

1990).

Swartz y Parks (1994) sugieren

que el desarrollo del pensamiento

crítico requiere que los estudian-

tes sepan realizar, con destreza,

diferentes tipos de pensamiento;

esto es, pensar con habilidad so-

bre cómo explicar causas, predecir,

evaluar la fiabilidad de las fuentes

de información, relacionar las par-

tes que forman un todo, entre otros.

En este contexto, Swartz desarro-

lló el método Thinking Based Lear-

ning (2008).

Thinking Based

Learning (TBL)

El TBL es un

método de enseñan-

za activo centrado en el alumno

que contrasta con métodos de en-

señanza tradicionales centrados en

el profesor y en la necesidad de los

alumnos únicamente de memorizar

contenidos para aprobar exáme-

nes. La cultura de pensamiento

no

hace referencia solo al uso, sino

también a la habilidad de pensar,

valorando el pensamiento a nivel

individual y grupal. Por lo tanto,

las nuevas actividades a aplicar son

aquellas experiencias que promue-

van el aprendizaje de pensamiento.

Perkins (1994) propone que en

la escuela se desarrollen actitudes

más positivas que lleven a los alum-

nos hacia el aprendizaje, así como

también al pensamiento mediante

la enseñanza del eje de “aprender

a pensar”.

Una gran parte de ser

inteligente significa tener dispo-

siciones de pensamiento sólidas.

La

enseñanza de las destrezas

de pensamiento

puede realizarse

según

tres modelos

:

• Programas específicos sin conte-

nido curricular

• Uso de métodos que ayuden a la

adquisición de los contenidos

• Infusión de pensamiento dentro

de los contenidos

(sería el mode-

lo al que optaríamos en la cultura

de pensamiento)

El resultado del Aprendizaje Basado

en el Pensamiento es que los alumnos

aprenden destrezas de pensamiento

para toda la vida y logran entender el

contenido de las materias que estudian

en el currículo estándar de manera más

enriquecedora y más profunda que en

las aulas más tradicionales

(Swartz,

2011).

De hecho, la educación se en-

tiende como medio para promover

interacciones humanas dirigidas a

transformar las propias construc-

ciones de quienes participan en el

acto educativo, no sólo el profe-

sorado y el alumnado, sino de la

comunidad en su totalidad. Esto

fundamenta que todos los agentes

intervengan en cada una de las de-

cisiones educativas desde la pers-

pectiva comunicativa, es decir, me-

diante las relaciones que mantienen

entre sí. Desde esta comprensión,

educar significa, precisamente, la

transformación de cada sujeto que

enseña y aprende, resultado de sus

múltiples interacciones solidarias

con los demás, donde sus acciones

y opciones son válidas y tienen ca-

bida en la escuela, si son justifica-

das desde pretensiones de validez

(Ferrada y Flecha, 2008).

Rutinas de

pensamiento

El aprendizaje basado en el pen-

samiento requiere una enseñanza

de procedimientos

orientada a

realizar hábilmente diferentes tipos

de razonamiento de orden superior

(tareas complejas de pensamiento

como la toma decisiones y resolu-

ción de problemas), además de im-

portantes rutinas de pensamiento

(como escuchar con atención a los

demás e indicar los motivos para

aceptar o descartar ideas).

Las

rutinas de pensamiento

se

entienden como

instrumentos que

se utilizan una y otra vez en las aulas

y que

contribuyen a generar

unos

movimientos concretos de pensa-

miento

; estructuras en las que

los

alumnos

, de una manera individual

o colectiva,

inician, discuten, ex-

ploran y gestionan su pensamien-

to

, a la vez que descubren modelos

de conducta que permiten utilizar

la mente para generar pensamien-

tos, razonar y reflexionar (Del Pozo,

2005).

Mediante las rutinas de pensa-

miento se pretenden trabajar dife-

rentes tipos de pensamiento (Del

Pozo, 2005):