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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016

AÑO V - Nº 20 - DICIEMBRE 2020

A continuación, se exponen breve-

mente todas y cada una de ellas, con

una definición personal y aplicada.

Competencia lingüística:

se re-

fiere a la capacidad para usar el

lenguaje, ya sea la lengua materna

o la lengua extranjera. En las reco-

mendaciones del Consejo de Euro-

pa esta competencia está dividida

en dos, competencia en lengua

materna y en lengua extranjera. El

lenguaje a nivel competencial eng-

loba la capacidad para expresar

nuestras propias ideas y las aje-

nas, para relacionarnos con otras

personas y para gestionar nuestras

propias emociones y conductas.

Competencia matemática, cien-

cia y tecnología:

esta competen-

cia aúna dos que anteriormente

se definían de forma separada, la

matemática y la relacionada con

el entorno más cercano. Se refie-

re al razonamiento matemático,

al conocimiento y al saber hacer

científico, a lo relacionado con la

tecnología y con el conocimiento

científico del entorno.

Competencia social y cívica:

esencial para poder funcionar en

el mundo actual. Esta competen-

cia nos ayuda a actuar como ciu-

dadanos en un mundo ordenado,

con civismo y con habilidades

sociales que nos permitan vivir en

una sociedad democrática y parti-

cipativa.

Competencia en conciencia y

expresiones culturales:

hace re-

ferencia a las habilidades más ar-

tísticas, a esa conciencia cultural

sin la cual no podemos apreciar el

arte y la estética de lo que nos ro-

dea. Nos permite ser conscientes

del arte, de la música, de la plásti-

ca que nos rodea y, en sus niveles

avanzados, de crearla. Hace refe-

rencia a más de una cultura e im-

plica la “apertura de miras” que las

expresiones culturales fomentan.

Competencia de aprender a

aprender:

se trata de un metaco-

nocimiento sobre nuestra propia

capacidad de aprender. Implica el

aprender continuo durante toda

la vida (

longlife learning

). Hace

referencia a la “cultura del apren-

dizaje” (Monereo, 2001) en la que

estamos inmersos.

Competencia digital:

conjunto

de conocimientos, habilidades y

actitudes que nos hace enfrentar-

nos, adaptarnos y enriquecernos

a través de la tecnología y de las

ciencias de la información. Actual-

mente en boga por el auge de la

enseñanza a distancia, a conse-

cuencia del confinamiento, y por

la legislación recientemente apa-

recida que anima a los docentes

a certificar su competencia digital

según la Resolución de 2 de julio

de 2020, de la Dirección General

de Evaluación y Cooperación Te-

rritorial, por la que se publica el

Acuerdo de la Conferencia Secto-

rial de Educación sobre el marco

de referencia de la competencia

digital docente.

Competencia de iniciativa y es-

píritu emprendedor:

se trata de la

antigua competencia de autono-

mía, por la que la persona es capaz

de tomar la iniciativa y de empren-

der, según sus características indi-

viduales, asumiendo los riesgos a

su nivel y adoptando las decisiones

oportunas para convertir sus ideas

en actos. Se refiere a la creatividad

y a la capacidad de crear, gestionar

y llevar a cabo proyectos.

Abordemos ahora su vinculación

con la práctica educativa, aspecto

docente de máximo interés.

Las competencias

clave y su práctica

educativa

Una vez definida cada competen-

cia, abordaremos cómo podemos

trabajar con ellas en el contexto edu-

cativo actual, con sus ventajas y sus

inconvenientes, todo ello desde una

perspectiva sistémica que aborde el

centro en su conjunto, el aula como

unidad independiente pero interre-

lacionada y el plano individual del

alumnado como persona.

La pandemia ha traído consigo mul-

titud de cambios que afectan princi-

palmente a la situación de enseñan-

za-aprendizaje. Mientras que antes

de la llegada del coronavirus, los do-

centes de los niveles más elementa-

les de la educación (infantil y prima-

ria) teníamos una serie de prácticas

educativas implícitas (compartir los

materiales, darse la mano o abrazar-

se para solucionar conflictos, orga-

nizar la clase en rincones rotativos,

etc.), con la llegada de las nuevas

instrucciones de higiene y los distin-

tos escenarios de contagio, todo ello

se ha visto detenido y cambiado de

forma radical. Cabe la tentación, en

esta época dura para la enseñanza

y los docentes, de dejar relegadas

las competencias clave para un mo-

mento “más amable”, centrándonos

en una enseñanza de conceptos más

bien aséptica para evitar conflictos o

contagios. Sin embargo, esto sería al

largo plazo contraproducente y pro-

duciría una generación de alumnos

no suficientemente preparados que