Resumen: En este trabajo se pretende proporcionar una serie de orientaciones metodológicas para poder aplicar el aprendizaje servicio en la etapa de la educación infantil, un nivel en el que tradicionalmente este tipo de modelos pedagógicos no suelen aplicarse.

 

Palabras clave: Aprendizaje Servicio; Educación infantil; Metodologías alternativas; Metodologías activas; Aprender haciendo; Contexto social.

 

Abstract: This paper aims to provide a series of methodological guidelines in order to be able to apply service learning in the early chilhood education stage, a level at wich, tradicionally, this type of pedagogical model is not usually applied.

 

Keywords: Service learning, Early chillhood education, Alternative methodologies, Active methodologies, Learning by doing, Social context.

APRENDIZAJE SERVICIO EN EDUCACIÓN INFANTIL 

Cuando buscamos llevar a cabo en el aula experiencias innovadoras, en pocas ocasiones tenemos en nuestra mente el Aprendizaje Servicio. Pero el desarrollo de esta temática en el aula de educación infantil se nos torna incluso más lejano de lo que puede darse en otras etapas educativas. Ahora bien, ¿cuál es el motivo de ello? Si este tipo de experiencias son tan enriquecedoras, desarrollan capacidades y habilidades múltiples, ¿qué nos hace pensar que en esta temprana edad no puede llevarse a cabo? Es necesario que, como múltiples autores y especialistas apoyan, los valores como el respeto, solidaridad, compañerismo comiencen desarrollándose durante la etapa de educación infantil, y el Aprendizaje Servicio lo aportará.

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Aprendizaje servicio en Educación infantil

Atendiendo a Batlle (2013) el desarrollo del Aprendizaje Servicio (en adelante ApS) en España se ha dado de un modo progresivo y bastante tiempo después a lo que ha sucedido en otros países como Estados Unidos. En estos lugares las experiencias datan incluso de hace veinte años. En esta época en España ni se pensaba en estas experiencias ni en otro tipo de innovación metodológica. Pero, además, hoy día ocurre lo mismo, ya que pocos cambios hemos podido comprobar en el modo en el que se llevan a cabo las clases.

Así, en España, el concepto como tal de ApS no comenzó a difundirse hasta el año 2002 en lugares como Cataluña o el País Vasco. Sin embargo, en estos años el enfoque previsto para ello no era para su desarrollo en la etapa de educación infantil. En estos años se pretendía su desarrollo en Centros Sociales y Asociaciones de Vecinos, mayormente.

 

Según Vélez (2014), ya en la época actual, y tras la revisión de las experiencias llevadas a cabo sobre la temática, podemos darnos cuenta que, aunque el desarrollo del ApS en otras etapas educativas se lleva a cabo sin problema y son numerosas, en el caso de educación infantil, aunque hay casos, son menores. ¿Cuál es el motivo de ello? La respuesta exacta no podemos saberla a ciencia cierta. Podríamos pensar que es por falta de formación.

La Metodología innovadora del Aprendizaje servicio

Son numerosas las definiciones que podemos encontrar sobre ApS en la bibliografía existente, en donde lo encontramos definido como una metodología propiamente dicha.

Según Puig (2007) la característica común de las definiciones es que todas ellas aluden a la unión de aprendizaje más servicio, algo evidente y que su propio nombre indica. Sin embargo, muchas de las corrientes que podemos encontrar entienden que el ApS es un programa, otras lo entienden como una filosofía y finalmente como una pedagogía (Vélez, 2014). Estas últimas son las más recientes. Por lo tanto, podemos decir que, tras su puesta en marcha y comprobaciones, el ApS se trata de una metodología de corte activo.

Puig (2009) nos habla del ApS como una metodología pedagógica innovadora, la cual es abierta y flexible, donde encontramos tanto el aprendizaje como el servicio a la comunidad. Anijovich y Mora (2009) plantearon que esta metodología se fundamentaba en el concepto del que ya Dewey (1954) insistía. Éste hablaba de la necesidad de ayudar y favorecer la actividad del niño, hacerlo protagonista mediante la participación para el aprendizaje. Pues bien, el ApS si de algo puede presumir es de hacer protagonista al alumnado, ya que son ellos los que hacen “algo” y sin ello nada tendría sentido.

Así, según Puig, Batlle, Bosch, y Palos (2007), podemos decir del Aps que es “una propuesta educativa que combina procesos de aprendizaje y de servicio a la comunidad en un único proyecto bien articulado en el que los participantes aprenden a la vez que trabajan en necesidades reales del entorno con la finalidad de mejorarlo”.

El ApS desde el punto de vista educativo (Puig, 2009) supone un cambio en la visión cultural actual donde prevalece la defensa de lo individual frente a lo colectivo. Sin embargo, en la puesta en marcha de esta metodología lo que siempre vamos a tener presente es la ayuda mutua de todos los agentes que se encuentren implicados en el proyecto (Vélez, 2014). Durante este se van a desarrollar el pensamiento crítico, resolución de problemas, autoeficacia, autoestima, liderazgo, independencia, empatía, trabajo en equipo, valoración de las diferencias personales, valores, inclusión… entre otros que detalla Mendía (2012).

Pero conviene, sin embargo, detenernos en que esta metodología se encuentra compuesta por dos palabras concretas y directas: aprendizaje y servicio.

Aprendizaje y Servicio

La denominación Aprendizaje y Servicio, como su nombre indica incluye dos conceptos. Estos, al unirse, generan una realidad que no hace otra cosa sino aumentar el poder de cada una de ellas por separado.

Esto lo podemos ver en aportaciones como las de Mendía (2012), en donde afirma que el aprendizaje mejora el servicio ya que lo que se aprende se transfiere en forma de acción, lo que permite que realmente nos aseguremos de que se ha aprendido. A su vez, permite prestar un servicio a la comunidad. El servicio mejora el aprendizaje ya que le motiva, da sentido y experiencia. En el ApS se encuentran unidos tanto la intencionalidad pedagógica y metodológica, como la solidariad, dando lugar a un proyecto educativo con utilidad.

 

Se da lugar a un modelo educativo que va a potenciar actividades solidarias, atendiendo a la necesidad de la comunidad y mejorando la calidad del aprendizaje, formación y participación.

Batlle (2009) dice que el servicio, cuando hablamos de Aps, implica en llevarlo a cabo para la comunidad, para poder satisfacer una necesidad que ocurra en ese contexto concreto, llevando a cabo la actuación por decisión propia, sin obtener ningún reconocimiento, tan solo el ampliar los conocimientos. Así, tanto el aprendizaje como el servicio deben ir unidos, implicando que lo que el alumno aprende tiene relación con el servicio que va a prestar, aplicando así sus conocimientos (Vélez, 2014).

Ahora bien, podemos preguntarnos si en el currículo educativo actual se hace mención a la inclusión de todos los alumnos, ¿lo conseguiremos con el ApS?

Posibilidades inclusivas

La UNESCO (1996) define la inclusión del siguiente modo:

aquella que implica que todos los niños y niñas de una determinada comunidad aprendan juntos independientemente de sus condiciones personales, sociales o culturales, incluso aquellos que presentan discapacidad

Teniendo presentes los términos de esta definición, podemos afirmar que se deberá contribuir al desarrollo de todas aquellas personas presentes en el aula, sean cuales sean sus características. Y esto precisamente podemos conseguirlo con la puesta en marcha del Aps, ya que como veremos posteriormente cada cual podrá aportar en la medida de sus posibilidades, potenciando su autoestima del mismo modo.

Ello sin olvidar las características de la inclusión según Ainscow (2003), el cual señala que es un proceso que se centra en eliminar barreras y en su identificación, es asistencia, participación y rendimiento de todos los alumnos, poner atención especial en los grupos en peligro de ser marginados, excluidos o en riesgo de no alcanzar el rendimiento adecuado.

Siguiendo a Echeita (2004), la inclusión tiene como finalidad el romper barreras de aprendizaje y participación sociales, culturales, materiales, económicas, etc., las cuales pueden hacer más complejo el acceso al aprendizaje y participación.

Igualmente, si lo relacionamos con lo que es el Aps, todos los alumnos del aula van a participar, rompiendo así pensamientos negativos que pudiéramos tener acerca de cómo son determinados niños. Todos y cada uno de ellos, independientemente de sus características sociales, materiales o culturales se van a ver envueltos en el proceso de enseñanza-aprendizaje sin distinción alguna entre otross alumnos.

En definitiva, es importante destacar el hecho de que mediante el ApS se atiende a la diversidad, respetando las potencialidades y limitaciones de cada uno de los alumnos y viéndolas como un aspecto positivo donde todos podemos realizar aportaciones valiosas (Mendía, 2012). Según García y Cotrina (2012) esto se da porque el ApS se articula mediante procesos cooperativos.

Pero bien, además del protagonismo del Aprendizaje, del Servicio, y del alumnado por supuesto, hay otro aspecto que resulta esencial en el desarrollo de esta metodología, y es el contexto.

El papel del contexto

Unos de los elementos esenciales en el ApS es el contexto en el que nos encontremos, ya que este va a ser uno de los protagonistas en todo el proceso. La puesta en marcha de la metodología va a implicar que los contenidos se encuentren conectados con situaciones reales y que los alumnos puedan percibir. De este modo y de ningún otro le sarán sentido a los aprendizajes y funcionalidad, resolviendo, además, problemas que el contexto necesite.

Siguiendo a Mendía (2012), el contexto va a ser el escenario de intervención educativa donde se van a llevar a cabo los proyectos, sobre los que vamos a plantear las situaciones y a evaluarlas. Estos contextos tendrán que ser interesantes para los alumnos, que los motiven a realizar ese “algo” y lo vean como un reto, implicándose y llevando a cabo una participación activa en la elección y en el proceso de planificación. Por tanto, podemos ver como otro de los aspectos que se recogen en el currículum educativo donde se hace mención a la contextualización del aprendizaje, se cumple sin lugar a dudas con el ApS.

 

Un contexto con diversidad de alumnos en un mismo grupo va a permitir que cada uno de ellos pueda llevar a cabo un papel determinado, que lo hará protagonista, lo que a su vez provocará que ponga todo su empeño, conocimientos, habilidades y destrezas, permitiéndole al mismo modo aprender otros nuevos con ganas. Y llevando a hacer todo el aprendizaje significativo para los niños. Qué mejor modo de hacer significativo un aprendizaje que realizarlo en el propio entorno en el que nos encontramos, por el que pasamos día a día con nuestra familia, amigos…

Así pues, para el desarrollo de todo ello se requiere que conozcamos cómo llevarlo a la práctica.

Aplicación en el aula

Antes de conocer cuáles son las etapas para la aplicación en el aula de infantil, debemos conocer las que deben ser sus características que analizamos a continuación.

Siguiendo a Puig (2007), para que un aprendizaje pueda ser considerado ApS debe reunir una serie de requistos:

  • Deben detectarse y actuar siempre teniendo en cuenta las necesidades reales que existan en una comunidad concreta, realizando esto los participantes sean de la edad que sean.
  • Permite la vinculación con las instituciones educativas y el entorno, con el objetivo de preparar a los participantes para que mejoren su comunidad y a la vez se lleva a cabo el aprendizaje.
  • Necesita una coordinación de la institución educativa con las sociales y otras del municipio para poder lograr un adecuado desarrollo.
  • Las experiencias o proyectos deben relacionarse con los contenidos básicos que se recogen en el currículo.
  • Esta se encuentra inspirada en la experiencia, la participación activa, trabajo en equipo y la reflexión.

Una vez tenidas claras las características que deben cumplirse, las fases a seguir en el aula son varias. Dependiendo de los autores podemos encontrar diferencias, pero según Martínez (2014), los momentos esenciales son:

  • Preparación del aula mediante la explicación y el análisis de las ideas.
  • La actividad de servicio que se llevará a cabo en el contexto en el que nos encontremos.
  • Por último, la reflexión sobre la experiencia realizada.

Páez y Puig (2013), en una experiencia llevada a cabo destacan, como fases, al igual que si de un cuento se tratara, una entrada, nudo y desenlace. Estas fases nos pueden llevar a clarificar de mejor modo cómo llevarlo a la práctica.

 

Entrada: Al inicio se tratará de conocer el proyecto que se va a desarrollar, así como a los participantes, la toma de decisiones teniendo presentes las necesidades. Se diseñará el proyecto en este momento, se distribuirán las tareas, el tiempo, materiales necesarios y cómo evaluarlo.

 

Nudo: Aquí nos encontramos el desarrollo del proyecto de ApS, el momento más productivo. Aquí los alumnos deberán trabajar, conociendo ya a fondo el proyecto, para poder obtener los mejores resultados. Para ello el docente debe motivarlos, entre otros aspectos que veremos posteriormente. Se resolverán problemas que puedan surgir, los niños/as hablarán en público y favoreciendo el desarrollo de su autoestima al sentirse útiles.

 

Desenlace: Este será el final del proyecto del ApS. Deberá llevarse a cabo un encuentro reflexivo final para poder poner en común la experiencia. Se puede realizar algún tipo de festividad relacionada con lo realizado, y mostrarlo socialmente. A menudo se crea una canción para agradecer el trabajo.

En definitiva, para llevarlo a cabo en el aula, en un principio debemos conocer a nuestros alumnos bien, así como el contexto. Luego, definiremos un problema que nos encontremos para que los alumnos puedan aportar ideas y actuaciones.

No podemos olvidar a las familias, a las que informaremos en todo momento sobre lo que vamos a realizar y pediremos su colaboración.

Como docentes y teniendo en cuenta que toda acción educativa debe ser programada, debemos planificar las actuaciones, materiales, modo de evaluar, cuáles son los objetivos que proponemos tanto a nivel de la actuación como su relación con las Áreas del currículo. Una vez determinadas las actuaciones que realizaremos debemos ponernos manos a la obra, determinando qué actuación va a realizar cada alumno/. Para ello desde el aula vamos a trabajar aspectos que luego se verán plasmados en el contexto, pero otras actividades las realizaremos en el lugar concreto. Desde el aula podemos trabajar en pequeños grupos, de forma individual y en gran grupo.

Además, iremos resolviendo cualquier problema que pueda ir surgiendo siempre en colaboración de todos los alumnos. Una vez finalizado todo el proceso debemos “presentarlo” al resto de la comunidad educativa, familias, vecinos.

Para el desarrollo de todo ello es fundamental la reflexión del alumnado. De la Cerda (2013) indica que la reflexión que es realizada entre iguales permite resolver problemas, optimizar las prestaciones y desarrollar una comprensión profunda sobre el contexto en el que se realiza el proyecto de ApS y por ello lo consideran una herramienta esencial en el logro de calidad en las experiencias.

Por ello, desde el aula resulta imprescindible llevar a cabo estas reflexiones en asamblea donde llevemos a cabo con nuestros alumnos una conversación flexible, la búsqueda de soluciones a un problema, la expresión de sentimientos… Pero la asamblea no será el único modo ya que podremos realizar también pequeños grupos, válidos igualmente en este caso.

Para la puesta en marcha de todo lo concretado, podemos utilizar varias herramientas. Una muy útil y esencial es el Diario reflexivo.

Diarios reflexivos

En tanto que reflexionar y escribir es una fórmula adecuada del aprendizaje sobre la experiencia vivida, el diario nos servirá para el desarrollo de los contenidos que se recogen en el currículo de educación infantil. Permitiendo plasmar anécdotas, hechos organizativos, sentimientos o aprendizajes personales (Páez y Puig, 2013).

Todo este proceso que llevemos a cabo en el aula es necesario “plasmarlo” en algún lugar para que quede constancia ayude a la organización de los alumnos. Los diarios y su uso siempre dependerán las características que tengan nuestros alumnos del aula, y que el tutor debe conocer. Pueden ser digitales, papel o cualquier otro medio que al docente se le pueda ocurrir pensando en sus alumnos. Estos podrán servir, dependiendo de lo que ya conozcan los niños, bien para el inicio en con las letras, podrán copiar conociendo que tiene un significado, ir creando palabras y en niveles de Educación infantil más avanzados poder incluso ir formando oraciones. Para todo ello podemos tanto utilizar la propia escritura del niño/a con lápiz, recortes ya escritos que el niño/a conozca, letras de goma eva… o cualquier otra estrategia que se considere adecuada.

Esta escritura podrá plantearse en el aula de un modo abierto o cerrado. Donde, en el primer caso los alumnos serán los que escriban de forma libre y en el segundo respondiendo a algo planteado por el docente. En el primero de los casos, para educación infantil, debe realizarse en niveles de conocimiento más avanzados, o bajo estrategias adecuadas que no hagan al niño sentirse perdido ni bajar su autoestima, por tanto, lo recomendado es para la edad de 5 años en el último trimestre. Todo ello siempre dependerá de la elección del tutor, conociendo las características de sus alumnos, como ya he indicado, ya que cada alumno o grupo es diferente.

Ahora bien, conocido cómo llevarlo a cabo y las herramientas a utilizar, más allá de eso, ¿qué papel o postura debe tomar el docente?

El papel del Docente

En todo el proceso, al igual que en cualquiera llevado a cabo en el aula, el papel del maestro es fundamental. Vélez (2014) indica que, en las experiencias de Aprendizaje Servicio, la función del maestro será actuar como mediador en el aprendizaje y acompañante en el servicio realizado. En estos casos contribuirá con sus aptitudes, habilidades, llevando a cabo la función de estar con sus alumnos en todo el proceso y haciendo que su construcción sea valiosa, aportándoles creatividad, vivencias, ánimo y empatía.

Mendía (2012) afirma que los docentes, dependiendo de la edad de los alumnos, deberán plantear los servicios que se vayan a llevar a cabo de forma más o menos abierta, motivando, informando, orientando para buscar información, ofreciendo herramientas, la reflexión, aportando conocimiento y ayudando a tomar conciencia de los aprendizajes. Por tanto, en la etapa de Educación infantil, como hemos visto, el docente debe plantear las actuaciones de forma abierta en principio, pero después dar paso a las actuaciones y reflexiones de los alumnos.

Páez y Puig (2013) afirman que las funciones de la tutoría en estos casos serán:

  • Relacional, aportando acogida y seguridad.
  • Organizativa del proceso.
  • Guía para los participantes.
  • Apoyo, aportando sugerencias para la reflexión.
  • Regulación y evaluación del proceso.

Mendía (2013) señala que, en todo el proceso, el maestro podrá adquirir diferentes estilos de acompañamiento educativo:

  • Interactivo: Aportándoles una visión positiva y garantizando un clima adecuado que favorezca el aprendizaje y relaciones.
  • Participativo: Donde aporte espacios para la reflexión y opinión de los integrantes del proyecto.
  • Transformador y solidario: potenciando estas características en todas las personas implicadas.
  • Facilitador de instrumentos para la ejecución y reflexión: Llevando a cabo estrategias dinámicas e interactivas para poder crear el clima adecuado y la consecución de los objetivos propuestos.

De este modo, podemos afirmar que el docente (además de las actuaciones propias de un tutor como programar o evaluar) apoyará las actuaciones de los alumnos, servirá de guía en todo momento, aportándoles seguridad, participando, transformando el medio junto con los alumnos, creyendo en las posibilidades de cada uno de ellos, ofreciéndoles instrumentos, motivándolos y reflexionando con ellos.

Para concluir, es necesario destacar la posibilidad de llevar a cabo esta metodología innovadora desde educación infantil, siempre teniendo en cuenta el nivel de desarrollo de cada uno de nuestros alumnos como lo hacemos con la puesta en marcha de cualquier otra metodología. No debemos privar a esta etapa educativa de todos los aspectos positivos que nos proporciona el ApS y que hemos analizado, tan solo por el desconocimiento o la falta de modelos en el Centro en el que nos encontremos. Ya que esto ocurre también cuando queremos poner en marcha cualquier otra metodología y cuando consultamos acerca de cómo hacerlo, la respuesta primera es formándonos.

Así para el desarrollo de esta metodología, resulta imprescindible conocer cómo debe ser el modo de actuar del docente, aspecto que hemos recogido en el artículo, aportando además recursos para su puesta en marcha. Destacar que la temática siempre surgirá de una reflexión sobre el contexto en el que nos encontremos, y que en educación infantil en un principio deberemos ser los docentes los que vamos a plantear la temática que vamos a tratar. Algunos ejemplos de experiencias ya llevadas a cabo son: redecorar el patio del colegio, apadrinamiento lector, consumo de agua responsable, ayuda al reciclaje en el centro y municipio, restaurar un parque de la zona…

Además, la puesta en marcha de estos proyectos favorecerá la inclusión de cada alumno y promoverá el desarrollo de capacidades recogidas por la UNESCO como los cuatro pilares de la educación en el siglo XXI: aprender a conocer, aprender a ser, aprender a hacer, y aprender a convivir.

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Claudia Casado Sobrino
Claudia es Graduada en Educación Infantil y Máster de Intervención en Convivencia Escolar (Almería)