Resumen: La disgrafía y la disortografía son dos problemas frecuentes relacionados con la escritura que pueden darse a la vez en un mismo alumno. Una detección precoz y una intervención adecuada serán cruciales para no entorpecer el desarrollo de la escritura.

 

Palabras clave: Disfrafía; Disortografía; Escritura; Intervención educativa;  Dificultades de Aprendizaje.

 

Abstract: Dysgraphia and dysorthography are two frequent disorders related to writing skills that are often present on the same pupil. An early detection and an adequate intervention are crucial to avoid hindering the development of the writing skill.

 

Keywords: Dysgraphia; Dysorthography; Writing; Educative internvention; Learning difficulties.

DISGRAFÍA Y DISORTOGRAFÍA

Trastornos de escritura en Primaria

No es extraño encontrar en las aulas de Primaria alumnos con diversos trastornos de escritura, retrasos de lectura o dificultades con el cálculo, y ante estas situaciones los docentes no pueden mirar hacia otro lado pues es necesario intervenir sobre estos problemas de la forma más temprana posible, logrando mermar sus posibles efectos negativos para el alumno.

Pero, ¿a qué se deben estas anomalías? Muchos estudiosos opinan que estas situaciones acontecen a causa de la propia diversidad del alumnado (Azcoaga, 1997;  Miaralet, 1963). Otras fuentes nos indican que estos sucesos corresponden con lo que el DSM-V denomina “trastornos de aprendizaje”.

Dificultades de aprendizaje en la lectoescritura

En primer lugar, es necesario definir qué se entiende por “dificultades de aprendizaje”. Aguirre de Ramírez (2000) engloba en este concepto a todos aquellos problemas que se manifiestan durante el proceso de enseñanza-aprendizaje de los alumnos. Por otro lado, menciona algunas de las manifestaciones que permiten identificar el tipo de trastorno existente; por ejemplo, un fracaso escolar repentino, dificultades para escribir correctamente, para razonar o expresarse, etc.

En segundo lugar, resulta imprescindible reconocer si se trata de una dificultad ligada al proceso de lectoescritura  específicamente, ya que dentro de este complejo campo cabe distinguir dos grupos: por un lado, las dificultades relacionadas con la lectura (que incluyen la dislexia y la dislalia) y, por otro lado, las relacionadas con la escritura. Es en este segundo campo donde se encuadran la disgrafía y  la disortografía.

Disgrafía

La disgrafía es un retraso en el desarrollo y aprendizaje de la escritura, concretamente en la recuperación de la forma de las letras y las palabras que conlleva a una dificultad para expresarse de forma escrita. Tal complejidad afecta a la grafía y, por consecuente, a la comprensión del mensaje escrito.

Una de las evidencias que manifiestan los niños con disgrafía es la dificultad para coordinar los músculos de la mano y el brazo. Se habla de un trastorno funcional, por lo que su causa no está asociada a una lesión cerebral o a una deficiencia intelectual. ¿El resultado? Escrituras desproporcionadas (letras con tamaño demasiado grande o demasiado pequeño) y trazos malformados.

Ajuriaguerra (2004) establece unas características comunes que pueden ayudar al docente a detectar a alumnos con disgrafía:

  • Niños intelectualmente normales que escriben muy despacio y de forma poco legible y desordenada.
  • Niños con una notable rigidez motora, o por el contrario, con excesiva laxitud.
  • Niños con trazos des uniformes.
  • Niños con dificultades para organizar las letras dentro de una palabra o frase.
  • Niños con una falta de control en la presión del lápiz o bolígrafo.
  • Niños con posturas incorrectas (tronco muy cercano a la mesa o con una inclinación en exceso).

Ante tales señas de identidad y una vez que se hayan superado los siete años de edad, el equipo docente (maestro-tutor y resto de especialistas) debe actuar y elaborar una tarea conjunta con el objetivo primordial de garantizar el éxito en el futuro escolar del niño con este trastorno. Para ello, será necesario determinar el tipo de disgrafía y así actuar en consecuencia.

Tipos de disgrafía

Establecer una categorización exacta de disgrafía es una tarea muy compleja ya que se hablan de distintas clasificaciones. Hernández (2010), por ejemplo, solo distingue dos tipos de disgrafía:

  • Disgrafía adquirida: encontradas en personas que en su día aprendieron a escribir perfectamente pero que por traumatismos o accidentes cerebrales han perdido parte de esta habilidad.
  • Disgrafía evolutivas: dificultades en el aprendizaje de la escritura sin razón aparente que justifique dicha anomalía.

Alcántara (2011), por su parte, menciona cuatro tipos de disgrafía:

  • Disgrafía fonológica: incapacidad para recuperar correctamente las formas de las palabras debido a retrasos en el desarrollo fonológico y a fallos en el uso de las reglas de conversión fonema-grafema. En estos casos, es habitual escribir la “ñ” por la “ll”; la “p” por la “t”, leer uniones como “melavo elpelo” o la escritura en espejo.
  • Disgrafía superficial: problemas de recuperación en la memoria ya que no tienen grabada la forma de las palabras, sobretodo de palabras homófonas (ya que suenan igual pero se escriben de distinta forma) o poligráficas (que siguen una ortografía arbitraria).

Es usual confundir la “b” por la “v” o fallar en la escritura de palabras desconocidas.

  • Disgrafía mixta: alteraciones que afectan tanto al procesamiento fonológico como al procesamiento visual. Entre los errores más frecuentes destacan las pseudopalabras, las inversiones o la escritura lenta.
  • Disgrafía motriz: dificultades en la escritura como consecuencia de una motricidad deficiente, ligada en muchas ocasiones a una inmadurez en el desarrollo de la psicomotricidad fina. Las conductas más habituales son la lentitud, los movimientos gráficos disociados, manejo incorrecto del lápiz y una postura errónea al escribir.

Consecuencias de la disgrafía

Al igual que ocurre con el aprendizaje de la lectura, la escritura es una competencia básica que todo alumno debe dominar ya que supone el punto de partida para continuar con los contenidos del currículo. Por ello, un niño con disgrafía sufre un descenso considerable en su ritmo de aprendizaje y, consecuentemente, en su nivel académico. Además, influye en cualquier proceso de comunicación que se establezca en el aula y con una buena parte de ejercicios académicos al no poder expresarse correctamente a nivel escrito.

A ello cabe sumarle que los estudiantes con este problema se ven inmersos en un que es un sobreesfuerzo constante por intentar seguir el ritmo del resto de la clase lo que, en muchas ocasiones, conduce a una pérdida del interés, la motivación e incluso la autoestima. Cansancio, frustración, fatiga, desinterés y rechazo es lo que suelen sentir la mayoría de alumnos con disgrafía cuando comprueban que son incapaces de conseguir los objetivos marcados por el maestro.

Pautas a seguir en el aula

El DSM-V ha confirmado que existen unas recomendaciones generales que deben llevarse a cabo tanto en el aula como en el hogar para superar las dificultades encontradas y conseguir de forma progresiva mejorar el estilo de escritura.

  • Corregir las posturas corporales: respaldo de la silla pegado a la espalda del niño y cuerpo recto frente al papel.
  • Trabajar las habilidades motoras finas: hacer movimientos con los músculos pequeños de las manos y las muñecas.
  • Ejercitar las habilidades de planificación motora: capacidad de recordar y realizar los pasos para ejecutar adecuadamente un movimiento.
  • Controlar el agarre del lápiz: debe cogerse a una distancia media y deben trabajarse trazos, dibujos y sombreados sencillos para que el alumno aprenda paulatinamente a regular su fuerza.
  • Repasar escrituras punteadas sin salirse de las pautas marcadas.
  • Insistir en ejercicios de atención que ayuden a trabajar la memoria a corto y largo plazo.

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Disortografía

Según Vidal (1989), la disortografía puede definirse como la dificultad que presentan algunos alumnos para aprender las normas ortográficas de la lengua, lo cual conlleva a cometer frecuentes errores en la escritura de palabras. Este trastorno del lenguaje es considerado pariente de la disgrafía y la dislexia pero no debemos confundirlo con estos conceptos ya que solo afecta a la escritura y no tiene por qué influir ni en la lectura ni en el trazo o en las grafías. Así, un alumno que presenta disortografía no tiene por qué leer mal ni tener una letra ilegible.

Esta dificultad específica suele generarse en los niños a partir de los 9 años de edad cuando aparecen ciertas dificultades al escribir determinadas palabras con las letras correctas o al acentuar algunas otras.

De un modo u otro, este trastorno influye en el código escrito y, paulatinamente, en el rendimiento académico del alumno. Ante tal hecho, se debe actuar inmediatamente tanto el maestro-tutor como el maestro de pedagogía terapéutica para establecer determinada pautas y trabajar conjuntamente.

En la práctica pedagógica se habla de posibles causas que pueden originar la disortografía; detallamos a continuación los factores más frecuentes.

Causas de la disortografía

Rojas y Holguin (2015) enumeran las causas por las que se produce este trastorno del lenguaje:

  • Causas de tipo intelectual: generan un retraso en la adquisición de la ortografía básica ya que para una transcripción correcta se necesitan realizar operaciones de carácter lógico-intelectual y niños con un bajo nivel de inteligencia no llegan a dominar tales operaciones.
  • Causas de tipo lingüístico: están relacionadas con la adquisición del lenguaje, por dificultades de articulación (cuando un alumno articula mal un fonema o lo sustituye por otro) o bien por la carencia del uso de vocabulario.
  • Causas de tipo pedagógico: dependiendo del nivel cognitivo del alumno, a veces es adecuado o no el método usado en el aula para la enseñanza de la ortografía y puede darse el caso de que funcione con determinados alumnos y fracase con otros.
  • Causas de tipo afectivo-emocional: pueden estar relacionadas con un bajo nivel de motivación. Si un niño no está lo suficientemente motivado para realizar la escritura es muy probable que no aprenda correctamente y que cometa frecuentes errores ortográficos.
  • Causas de tipo perceptivo: deficiencias en dos de los sentidos más importantes para el desarrollo de la disortografía, la vista y el oído. Esto conlleva problemas a la hora de discriminar los fonemas (memoria auditiva) y al recordar particularidades de la ortografía (memoria visual).

Tipos de disortografía

Podemos destacar los siguientes tipos de disortografía (Rojas y Holguin, 2015):

  • Disortografía temporal: relacionada con la percepción del ritmo que afecta a los aspectos fonéticos de la cadena hablada y, por consiguiente, a su correspondiente transcripción, así como a la separación y unión de cada uno de sus elementos.
  • Disortografía perceptivo-cinestésica: ligada con las dificultades en la articulación de los fonemas y, de forma paralela, con su discriminación auditiva. Los errores más frecuentes aparecen a la hora de sustituir letras como por ejemplo la “r” por la “l”-
  • Disortografía disortocinética: existente cuando hay una alteración de la secuenciación fonemática del discurso. En esta ocasión, los alumnos presentan dificultades para ordenar y secuenciar los elementos gráficos, lo cual provoca que haya errores de unión o de fragmentación en las palabras.
  • Disortografía visoespacial: relacionada con la percepción visual y especialmente con la orientación espacial, dificultando la correcta percepción de algunas letras o grafemas. También es habitual encontrarse con errores de rotación de letras (como la “d” por la “b” o la “p” por la “q”), con sustituciones de grafemas que suenan de forma parecida (como la “a” por la “o”) o con inversiones de letras en la escritura de determinadas palabras.
  • Disortografía dinámica: se refiere a las dificultades que se dan en la expresión escrita; aspectos relacionados con la gramática, con el orden de los elementos en la oración, con la concordancia entre género y número y con la omisión de elementos relevantes en una frase.
  • Disortografía semántica: aparece cuando existen problemas en el análisis conceptual de las palabras, lo que complica que se puedan percibir correctamente los límites de las mismas. Algunos de los errores más frecuentes se encuentran en las uniones y fragmentaciones de palabras, así como en el uso de señales diacríticas o de signos ortográficos.
  • Disortografía cultural: incapacidad para aprender las normas ortográficas, es decir, las reglas propias de la ortografía como pueden ser las normas de puntuación, una correcta acentuación, el uso de la “h” o la distinción entre “b” y “v”, entre otras.

Atendiendo a esta clasificación es importante señalar que la detección de un tipo de disortografía no implica que no pueda haber rasgos de ninguna otra, es decir, se puede presentar un alumno con una disortografía disortocinética y, a la misma vez, con una de tipo visoespacial.

Pero ante todo, y siguiendo con los autores anteriormente citados, es imprescindible detectar qué tipo de disortografía padece el sujeto para desglosar una serie de pautas o actuaciones a trabajar tanto en el ámbito educativo como en el ámbito familiar y así superar con éxito cualquier tipo de dificultad.

Con el fin de diagnosticar este trastorno y para ayudar al equipo docente se van a desarrollar una serie de conductas que indican cuándo y cómo actuar.

Pautas a seguir para trabajar la disortografía

Es importante prestar atención cuando en el aula se observe lo siguiente:

  • Una mala ortografía que afecta a la articulación del lenguaje.
  • La falta de automatización en la adquisición de la ortografía.
  • La no diferenciación correcta de fonemas y la falta de retención de las imágenes visuales de las palabras.
  • La carencia de organización y estructuración espacial que conlleva a confundir grafemas con similitud en su forma.

Ante tales hechos, se debe realizar una corrección minuciosa de todas las producciones escritas del alumno y registrar los errores ortográficos cometidos para analizarlos e individualizarlos. Muchas veces se confunden los errores típicos de un niño debido a su desarrollo evolutivo o simplemente a un nivel académico inferior al resto con un problema de disortografía, por lo que también se aconseja pedir ayuda a los psicopedagogos.

Por un lado, es conveniente tener en cuenta una serie de técnicas que se pueden seguir (como ya hemos dicho antes, tanto en el colegio como en el hogar) para ayudar con el diagnóstico. Entre ellas cabe destacar:

  • Técnicas caligráficas: una batería de actividades para el aprendizaje de las letras y la exploración de la escritura con lecturas de diversos niveles de aplicación en función del nivel del estudiante.
  • Técnicas pictográficas: cuyo objetivo es desarrollar el agrado por la actividad gráfica y favorecer el hábito de una postura adecuada y una distensión del movimiento motor.
  • Técnicas escriptográficas: orientadas a mejorar las posiciones y movimientos gráficos.
  • Test de lectura y escritura TEYL: el cual permite evaluar la existencia o no de dificultades en la escritura de los alumnos.
  • PROESC: instrumento de evaluación que analiza los aspectos constituyentes de la escritura para proporcionar pautas de intervención y así trabajar con los proceses que se encuentran afectados.

Por otro lado, también es necesario trabajar estos errores ortográficos con actividades o juegos que estimulen el lenguaje y que ayuden a mejorar la motivación de los alumnos. Existen muchos tipos de actividades pero las más útiles son las siguientes:

  • Juegos enfocados a la discriminación ruido-silencio.
  • Imitación de esquemas rítmicos con palmas.
  • Copia de textos o elaboración de redacciones.
  • Pictogramas, disgramatismos o palabras escritas que formen oraciones completas.
  • Puzzles con palabras para segmentarlas en sílabas y así construirlas nuevamente.

En definitiva, se trata de trabajar la lectura y de fomentar la escritura para ir poco a poco adquiriendo las reglas ortográficas propias de la lengua.

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Irene Lerma Anguix
Diplomada en Magisterio de Lenguas Extranjeras y Graduada en Educación Primaria y Educación Infantil, Irene es maestra en el Centro Rural Agrupado de Alto Cabriel de Cañete (Cuenca).