
Resumen: El patrimonio cultural es un espacio para la complicidad social y la construcción de significados, aunque, lamentablemente, en las sociedades contemporáneas éste cada vez es menos valorado. En concreto, en muchos pueblos de Castilla La Mancha, los jóvenes y niños desconocen o no sienten interés por las costumbres y tradiciones de su pueblo y de sus antepasados, y las tradiciones se ven cada vez más amenazadas en sus señas de identidad. El sistema educativo, y las escuelas en particular, tienen una importancia fundamental al respecto, pues pueden contribuir al fomento de la vida en los pueblos y a la pervivencia de sus costumbres y tradiciones. Es por ello que este artículo tratará de poner el foco en la participación y valoración social de todo este bagaje a través de la educación desde las primeras etapas de escolarización.
Palabras clave: Patrimonio; Tradiciones locales; Costumbres; Familia; Escuela; Colaboración; Comunidad Educativa.
Abstract: Cultural heritage is a space for social complicity and the construction of meaning, although unfortunately it is increasingly undervalued in contemporary societies. Specifically, in many villages in Castilla La Mancha, young people and children are unaware of or uninterested in the customs and traditions of their people and their ancestors, and traditions are increasingly threatened as a sign of identity. The education system, and schools in particular, are of fundamental importance in this respect, as they can contribute to the promotion of village life and the survival of its customs and traditions. For this reason, the focus of this article will be on the participation and social valuation of all this heritage through education, from the earliest stages of schooling.
Keywords: Heritage; Local traditions; Customs; Family; School; Collaboration; Educational Community.
IMPORTANCIA DE LAS TRADICIONES LOCALES EN LA COMUNIDAD EDUCATIVA
Castilla-La Mancha es una de las comunidades autónomas de mayor extensión territorial de España. A pesar de esto, ha seguido el camino inverso al del conjunto de este país, que en unos 70 años ha duplicado su población.
Se palpa el desánimo que provoca la fuga de población, sobre todo de los jóvenes. Esto nos hace observar el avance de la despoblación en los pueblos. Lamentablemente en muchas localidades de nuestra comunidad, solamente unos pocos adultos están preocupados por la historia de su pueblo. Aunque muchos conocen las costumbres y tradiciones que identifican cultura de su localidad, no todos ellos las celebran. La tercera edad es quien conserva los saberes de sus comunidades, pero también son los que poco a poco han venido desapareciendo en los últimos años y con ellos igualmente la tradición práctica y oral.
Importancia de la Recuperación y Conservación de las Tradiciones Locales en la Comunidad Educativa #CedRevistaDigitalDocente Compartir en XEl patrimonio cultural es un espacio en el que los ciudadanos construyen un significado de lo que son. Por desgracia, en las sociedades contemporáneas éste se aleja de la memoria de los ciudadanos. El establecimiento de la cultura postmoderna en las sociedades producto de los avances de la sociedad y la introducción de las tecnologías de la información y la comunicación en nuestra vida cotidiana, ha ido transformando radicalmente los ideales y prácticas de las culturas que siempre han existido. Según Rondón y Ruiz (2016) las tecnologías de información, los medios de comunicación, los bienes de consumo y la publicidad animan a la adopción de nuevas costumbres, formas culturales y estilos de vida que ya han sido denominados como postmodernos.
Este hecho reclama trabajar en la recuperación de la memoria y la identidad de los ciudadanos, para también así lograr el desarrollo y recuerdo local cultural frente a los procesos de globalización.
El objetivo se enfila no sólo a la conservación del patrimonio cultural, sino a lograr la incorporación social como parte del desarrollo sostenible de la localidad. De esta manera, los ciudadanos podrán conectar con el entorno en el que viven, mejorarán las relaciones entre ellos y de esta manera podrán valorar los bienes patrimoniales que les rodean.
Por ello, el patrimonio no se puede ver exclusivamente en los museos, alejado de las experiencias, vivencias y valoraciones de los habitantes de la localidad. La valoración del patrimonio está sujeta a las vivencias y apropiación que hacen los habitantes en cada generación.
Aquí tomamos en consideración la importancia del papel de los centros educativos en el conocimiento, valoración y disfrute de la herencia del pasado como parte de su presente y su futuro a sus alumnos. La participación del docente desde la etapa de educación infantil hasta cursos superiores en la promoción de la identidad cultural local puede ser muy importante en el fomento del conocimiento de las raíces de los pueblos y la conservación de las costumbres y tradiciones locales.
Desde la escuela se deberá ayudar a los niños a interpretar su entorno local natural y cultural. Se trata de lograr que el alumnado pueda construir su identidad local a partir de la valoración de su patrimonio más inmediato. Esto solamente puede conseguirse acercando al alumnado a este patrimonio a través de experiencias y actividades lúdicas y de ocio. A partir de del conocimiento de este patrimonio, se podrá comenzar en cursos superiores a darle significado y valoración a los otros niveles del patrimonio, llegando así a valorar el patrimonio nacional y mundial.
Índice de contenidos
- 1 La importancia de promover la vida en los pueblos
- 2 La importancia de trabajar la identidad local desde los centros educativos
- 3 El papel de la educación para conocer y participar en las tradiciones y fiestas locales y culturales
- 4 El rol del docente con la historia de la localidad
- 5 Etapa de Educación Infantil como fuente de relaciones sociales
- 6 La familia como valor en la infancia
- 7 La participación de la localidad en las actividades escolares
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- 9 Publica con nosotros
La importancia de promover la vida en los pueblos
Como bien es sabido, la despoblación de los pueblos es una realidad a la que se enfrentan muchas localidades de España. Cada vez es más frecuente que los habitantes de estas localidades, especialmente de los pueblos más pequeños, decidan dejar sus hogares para vivir en otras ciudades más grandes y modernas. No en todas las localidades del país, especialmente en las grandes ciudades, es valorado la vida y el patrimonio de los pueblos.
Venimos de una cultura que considera que vivir en un pueblo es inferior y vivir en una ciudad da categoría. Socialmente ha sido peyorativo ser de pueblo y cuando las cosas han estado tan arraigadas, cuesta cambiarlas (Díez, s.f.).
Los pueblos poseen memoria, y la despoblación está haciendo que su futuro sea incierto. En muchos pueblos, especialmente los más pequeños, la mayoría de su población son personas de la tercera edad. La gente joven, prefiere irse a las capitales u otras ciudades del país (Palacios, Pinilla, y Sáez, 2017). Efectivamente hay desequilibrio territorial en todo el país, lo que contribuye a una falta de servicios que sufre una parte de la población.
Los pueblos se están quedando para recreo de las ciudades, sin darse cuenta del valor que tiene mantener el medio rural. La solución para la despoblación es que siempre haya trabajo en el pueblo o en un sitio cercano para que la gente pueda quedarse (Díez, s.f.).
El punto a debatir es por qué las personas desean vivir o no en los pueblos. Para ello es importante tener en cuenta el tipo de relaciones surgen entre una comunidad y las personas y el espacio que ocupan. Las personas buscan para su día a día el bienestar, oportunidades de ocio, educación y disfrute elevadas y poder solventar unas expectativas que son individuales y colectivas. La despoblación está especialmente relacionada con las circunstancias y oportunidades académicas y con el ámbito social y cultural. La despoblación se ha convertido en la pandemia de la España del interior, y solamente se puede combatir con la vacuna del compromiso cívico personal. La felicidad que se experimente de manera particular en esos lugares, la identificación personal y cultural y la aproximación a sus expectativas de vida, la que determina hasta qué punto una persona se vincula y se arraiga en él.
La importancia de trabajar la identidad local desde los centros educativos
Actualmente, la participación en nuestra sociedad o la Educación Patrimonial podrían ser consideradas como áreas emergentes. Por ello se plantea estudiar la inclusión del patrimonio cultural local en los diseños curriculares a través de proyectos pedagógicos. Se pretende abordar el patrimonio en forma integral con actividades lúdicas, de ocio y motivadoras en los que el alumnado sea agente activo de esta participación, pero en las que también puedan participar sus familias y otras personas de la localidad.
Aproximando al alumnado con su contexto, localidad, familias y comunidad local se podrán desarrollar valores culturales y consolidad la identidad local.
Es necesario que los niños aprendan a mirar a su alrededor con ojos históricos, y que comprendan que las tradiciones, fiestas y costumbres de su localidad que son parte de las formas de vida de sus antepasados y es importante que estos recuerdos y formas de vida no se pierdan.
También se pretende involucrar a los ciudadanos en la sustentabilidad de las comunidades y sus bienes patrimoniales, en el recuerdo de sus tradiciones y costumbres y, sobre todo, llevar a cabo esta participación teniendo en cuenta que enriquecen la vida del centro y el aprendizaje y motivación de los alumnos.
Es por ello que, desde las instituciones escolares y desde las mismas aulas, el profesorado tiene la gran responsabilidad de orientar a sus alumnos frente a la transformación cultural de la sociedad producto de la tecnología, haciendo énfasis en el respeto por las tradiciones y costumbres de su comunidad que se han ido perdiendo su valor a lo largo de los últimos años.
El papel de la educación para conocer y participar en las tradiciones y fiestas locales y culturales
La identidad cultural consiste en un sentimiento de pertenencia a un colectivo social, con unas características y rasgos culturales únicos que le hacen diferenciarse del resto y por los que también es juzgado y valorado (Cepeda, 2018).
Prieto (1990) señala que la cultura logra pervivir gracias a la educación y su influencia en la población. La cultura pervive a través del recuerdo y de actividades que permitan que no desaparezca. Esto se debe a que son los que trabajan en los centros educativos los que dominan las técnicas del hacer colectivo y asimilan los valores de la comunidad a lo largo de los años.
Aznar (2002) indica que la identidad cultural local es una responsabilidad compartida y que por lo tanto los centros educativos no pueden evadirse de ella. La educación debe ir dirigida a la modificación de las actitudes y formación de los alumnos para que puedan lograr alcanzar su identidad cultural local.
La formación a los ciudadanos en conocer el patrimonio de su localidad o comunidad debe comenzar desde las primeras etapas de la educación de los niños, pues desde estas primeras etapas los niños son capaces de comenzar a establecer vínculos con los valores del pasado y conectarlos con su presente. El patrimonio cultural debería ser utilizado como un recurso didáctico dentro de todo diseño curricular. La escuela debe propiciar en las nuevas generaciones el conocimiento, valoración y disfrute de la herencia del pasado como parte de su presente y su futuro.
Actualmente, muchos centros educativos plantean recursos y estrategias educativas con el objetivo de potenciar la valoración, conservación y disfrute del patrimonio cultural. A través de estas propuestas educativas, están surgiendo nuevos escenarios para el aprendizaje, como la participación ciudadana y la acción sobre el propio medio y entorno. Estos ideales nos permiten pensar en una educación que actúe a partir de la memoria colectiva. Se promueve así el sentido de pertenencia y la consolidación de la diversidad cultural. Para ello, el patrimonio debe ser percibido como parte del contexto que le da sentido a la vida de las nuevas generaciones, más allá de su mera valoración histórica o artística (García, 2007).
Participar en el patrimonio de cada uno es necesario para el desarrollo de la localidad, pero también para el desarrollo social y personal. Muchas familias no están interesadas o motivadas por colaborar o participar en las actividades organizadas por su localidad, por lo que muchos de sus hijos no conocen o valoran el patrimonio cultural en el que viven. A través de esta participación, que se puede hacer desde y a través de la escuela para los más pequeños, los niños y niñas pueden aprender muchas cosas. Es necesario proporcionarle al ciudadano los recursos cognitivos (conocimiento) y procedimentales (destrezas) y actitudinales (valores) para acceder a su diversidad cultural y al disfrutar de su patrimonio, como parte de la calidad de vida y una herramienta para el desarrollo local. Es por ello que la formación de los ciudadanos a través del patrimonio cultural es tan importante. (García, 2009).
El rol del docente con la historia de la localidad
Los docentes tienen gran responsabilidad con sus alumnos y alumnas y también con el futuro de la historia, es decir, con el patrimonio. Un patrimonio nos identifica tanto individual como colectivamente, y debemos cuidarlo para que no se pierda y no se olvide. Debemos pretender conseguir que los niños lo valoren y se interesen por él, para así lograr que desarrollen el respeto por lo que se tiene, por lo que otros tienen y por la historia de nuestros antepasados.
El docente tiene un rol promotor para desarrollar entre su alumnado un aprendizaje participativo y solidario, a través de la utilización de metodologías motivadoras para la puesta en práctica de conocimientos que han sido expuestos o tratados en el aula. Por ello, para realizar un proyecto para conocer la comunidad local el docente debe en primer lugar, involucrarse con la comunidad en la que se encuentra ubicada el centro educativo en el que trabaja y en segundo lugar debe informarse permanentemente para conocer la cultura e historia local y para estar al día con las tecnologías que van transformando las culturas locales.
Es en este espacio, el docente es considerado como promotor de la identidad cultural. A través de sus estrategias los alumnos pueden conocer algunas expresiones culturales típicas de su localidad o comunidad como aspectos de la gastronomía, música, arte, juegos tradicionales y otros elementos característicos de su comunidad y que son de vital importancia para crear o mantener la identidad cultural (Rondón y Ruiz, 2016).
El objetivo básico que tiene la enseñanza del patrimonio en los centros educativos consiste en construir canales de comunicación entre las sociedades de nuestro pasado y las del presente, para así poder entender las raíces culturales que son inherentes a cada uno. A través del trabajo del patrimonio cultural y local desde la escuela, se desarrollará en las mentes del alumnado la necesidad de conservación de dicho patrimonio. Se trata de que los alumnos sean capaces de reconocer, valorar y difundir su propia identidad cultural (Cepeda, 2018).
La metodología más adecuada para el desarrollo de estrategias didácticas patrimoniales se basa en la propia intervención sobre el medio físico. De esta manera, el alumnado podrá conocer y participar en su medio a través de experiencias, favoreciendo su aprendizaje y su motivación hacia este tipo de actividades. Mediante la elaboración de trabajos y proyectos creativos acerca de bienes del pasado, se pretende fomentar el respeto por su cultura y por la variedad multicultural, creando de esta manera una nueva ciudadanía socialmente comprometida con los valores que los identifican social y culturalmente (Cepeda, 2018).
Es imprescindible que todos los miembros del equipo docente colaboren en la tarea educativa, ya que todos trabajan por una meta común: la formación integral del alumnado.
La colaboración y la implicación de las familias en la educación de sus hijos y en el centro educativo es imprescindible para llevar a cabo un proceso de enseñanza y aprendizaje de calidad. La integración y participación con la comunidad educativa en general enriquecen la vida del centro educativo.
Los proyectos son una herramienta muy eficaz para llevar a cabo en las escuelas, ya que dan respuesta a los problemas y retos de la vida real. Este método pretende que los niños adquieran competencias a través de la experiencia y de manera práctica e interactiva. También, es una buena manera de organizar los contenidos de un tema concreto durante todo el curso escolar o durante un periodo de tiempo que determinemos.
Es importante desarrollar programas abiertos desde una óptica básicamente curricular incardinada en la programación docente, pero con una proyección de intervención claramente socioeducativa. Estos proyectos-programas abiertos deben tener en cuenta un doble sentido:
- Abertura a la comunidad y compartiendo con ella algunas actividades extraescolares o actividades complementarias.
- Aprovechamiento de la infraestructura del centro educativo para todo tipo de actividades comunitarias fuera o dentro del horario lectivo e incluso la apertura a la comunidad de algunos recursos escolares como la biblioteca o sala de ordenadores del centro educativo.
Por supuesto, todos estos aspectos requieren de planificación, importancia de la contextualización, metodología o evaluación adecuados, con el objetivo de garantizar adecuados niveles de calidad educativa en los procesos y resultados.
La educación cumple un rol muy importante en el fomento y fusión de la identidad local y debe coger las riendas para colocar el patrimonio en el nivel que se merece. No obstante, la participación de los docentes en este proceso de familiarización con la comunidad local es fundamental, debido a que ellos son un importante referente de enseñanza y aprendizaje en el sistema educativo y en la vida del alumnado en general. Para ello, los docentes deben estar preparados para llevar a cabo esta labor. La coordinación entre el profesorado y entre el centro educativo en general es fundamental para garantizar el éxito en los proyectos que se decidan trabajar con el alumnado.
Los primeros años de la educación formal en los centros educativos pueden servir para comenzar a descubrir y trabajar el patrimonio cultural. En estas primeras etapas se produce el desarrollo social del niño, en las que se incorporan las características y valores de la sociedad a la que forma parte el niño. No se debe olvidar que las últimas generaciones están representadas principalmente por una población nacida en la cultura de los medios masivos de la comunicación y la información. Esta cultura es capaz de manipular los signos de identificación global (García, 2007).
Según Stassen (2007), una extensa investigación pone en evidencia que se aprende mucho durante la primera infancia. No se deben iniciar los aprendizajes más importantes desde la educación primaria, sino es necesario y adecuado iniciarlos desde la educación infantil. Este aprendizaje no sólo incluye más palabras y logros adquiridos paso a paso, sino también un salto cualitativo, cuando los niños comienzan a aprender de qué modo piensan las otras personas y cómo aflora el lenguaje.
Los niños pequeños están biológicamente preparados y motivados para aprender acerca del mundo que les rodea. A través de la motivación y de experiencias personales el alumno se podrá desarrollar y aprender de forma adecuada. Las actividades son la base para el aprendizaje y para el desarrollo del pensamiento. Para este grupo de edad, la manera de presentar y de dar la información es muy importante, y la forma más espontánea del pensamiento es el juego. Por ello, la mejor forma de transmitir el conocimiento en la etapa de educación infantil es a través del juego. A través del juego se puede incrementar el interés por lo que nos rodea, nos estimula además la participación en grupos, en la que la cooperación y el sentido de respeto se refuerzan. El juego, además, ayuda a estimular la imaginación y permite un aprendizaje lúdico y divertido. En este período los niños aprenden con mucha facilidad. Es una etapa en la que el niño está impaciente por actuar, realizar actividades manuales, cantar y principalmente usar su imaginación. Estos intereses y necesidades deben tenerse en cuenta para diseñar con éxito las actividades con finalidad educativa (Barraza, 1998).
Vygotsky creía que todos los aspectos del desarrollo cognitivo de los niños y niñas está inmerso en un contexto social. Los niños son curiosos y observadores, y a través de las experiencias en la sociedad es como los niños aprenden. Según este autor un niño es aprendiz del pensamiento, alguien cuyo crecimiento intelectual es estimulado por miembros de la sociedad que cuentan con más edad y conocimientos. La realidad de que los niños tienen curiosidad acerca de todo lo que le rodean, y aprendiendo y recordando cualquier cosa que experimenten, es una prueba de cognición. (Vygotsky, 1978).
Es de suma importancia la idea de fomentar actitudes positivas en los niños desde una temprana edad acerca de su entorno y del lugar en el que vive.
La familia como valor en la infancia
La educación es un proceso muy largo que se inicia en las familias y luego continúa en la escuela. Ambos constituyen los dos agentes educativos principales, por lo que necesita de ambas partes para que el proceso educativo sea el adecuado y para conseguir el pleno desarrollo de la personalidad del alumno.
Si los padres se comprometen a valorar y mantener el ambiente local, cultural y natural manteniéndose informados, participando en actividades culturales de su localidad y además en sus hogares se llevan a cabo acciones o charlas acerca de estas cuestiones, es muy probable que sus hijos también lo harán en ese momento y en un futuro. Resulta importante crear programas de educación ambiental o local que involucren a los padres y madres de los niños a participar de manera consciente y responsable en el proceso conservación y valoración de su patrimonio local. Las escuelas como instituciones sociales que son, deben llevar a cabo programas educativos para su desarrollo teniendo en todo momento en cuenta la formación en valores positivos y posteriormente evaluarlos. Si los padres promueven el respeto por su localidad a través de diferentes actividades y experiencias, se puede suponer que los niños participarán con el mismo deseo e inspiración. La experiencia directa permite reforzar hábitos y consolidar un aprendizaje creativo y significativo (Barraza, 1998).
La participación de la localidad en las actividades escolares
Los centros educativos no pueden permanecer aislados de la localidad donde se encuentran. Es necesario que se abra al entorno y a las personas que habitan en él. De igual modo, es importante conocer este entorno para desarrollar de manera adecuada el proyecto educativo.
El contexto siempre debe ser tenido en cuenta para el diseño de las actividades y de la programación docente. Los centros deben permitir la participación de sus habitantes en ellos y deben permitir actividades que permitan a los alumnos salir del aula y conocer el entorno que los rodea, permitiendo así una educación integrada en la comunidad local en la que viven. Los centros educativos deben hacer un esfuerzo para vincularse al territorio donde se incardina y para favorecer la participación y la valoración de los alumnos en y con su comunidad. Esta participación y compromiso con su localidad tiene un carácter anecdótico, de ocio y lúdico, pero principalmente el objetivo es favorecer la formación, aprendizaje y desarrollo de los alumnos, tanto en su faceta personal, social, académica, e identificativa.
Los centros escolares deben vincularse a las estructuras territoriales donde se incardinan y promover la participación, implicación y compromiso de los estudiantes en y con su comunidad local, y ello como una opción de intervención socioeducativa que apunta a componentes nucleares de su formación y desarrollo como personas y ciudadanos […]. Los centros escolares si quieren contribuir a un contexto de aprendizaje permanente y aspirar realmente a una educación continua, integral y lo más completa posible de sus estudiantes, deben abrirse al entorno y promover una educación integrada en su medio más próximo, la comunidad local (Cieza, 2010).
El centro escolar debe desarrollar en cada persona una vocación hacia la comunidad y crear un protagonismo como sujeto y agente en su medio. Los beneficios de estas iniciativas son importantes para la localidad en la que se actúa (pues se desarrollan futuros cauces de cooperación y participación y se consigue una percepción positiva del centro escolar y de sus integrantes), para las instituciones, agencias o entidades locales con las que se coopera (a través de la difusión de sus actividades, enriquecimiento de ambas partes, fortalecimiento, reconocimiento, corresponsabilidad) y sin lugar a dudas para el centro escolar que lleva a cabo el proyecto (mejora del clima dentro del centro educativo y fuera, incrementa la satisfacción y motivación en el profesorado, los alumnos y las familias, se establece una conexión formativa con el mundo real, permite trabajar en el entorno y mostrar a la comunidad cómo se trabaja en y desde el centro educativo y permite desarrollar entre los miembros de la comunidad escolar un sentimiento de formar parte de un entorno en el que participan activamente, valoran y mantienen). (Cieza, 2010).
A través de actividades y proyectos organizados desde los centros educativos, el alumnado puede conocer y reconocer las características de la cultura que los identifica localmente, a través de aprendizajes basados en experiencias, significativos y vivenciales. Esto no significa que deben dejar de practicar la cultura urbana y contemporánea que nos acompaña en el día a día. Se trata de que sean capaces de valorar estas tradiciones con el objetivo de que estén motivadas a practicarlas durante años posteriores.
Los pueblos se van a seguir vaciando, es una realidad, pero mientras los gobiernos deben impulsar medidas y políticas integrales para frenar la despoblación que afecta a las zonas rurales, los centros educativos y docentes tienen una labor importante en promover la valoración del patrimonio cultural y las tradiciones locales no solo del alumnado, sino de toda la comunidad educativa. Esto contribuye, posiblemente, en arraigar a la población a su zona de pertenencia y a que quieran seguir recordando y disfrutando de las tradiciones y valores de sus pueblos, sintiéndose parte de ellos. La escuela es siempre un motor de los pueblos y ayuda a fijar población.
Por tanto, es importante trabajar y comprender que el patrimonio no es cosa del pasado, sino del futuro. En definitiva, se pretende que todos los involucrados en estas actividades disfruten al descubrir quiénes son.
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