Resumen: La educación emocional constituye uno de los retos de la enseñanza actual, por lo que es necesario confeccionar metodologías que permitan dar respuesta a una necesidad social (la educación emocional) mediante la práctica educativa, contraponiéndose a las dificultades que suponen los actuales despliegues curriculares. Una de las vías para el planteamiento de un aprendizaje significativo en el ámbito emocional es el diseño de propuestas globales que integren la educación emocional y el desarrollo lingüístico, dada la naturaleza social de ambos ámbitos y la interrelación entre los procesos emocionales y lingüísticos: experiencias emocionales; procesamiento de la información; pensamiento, y comunicación emocional.

 

Abstract: Emotional education is one of the most important challenges of the current education, as a result it is necessary to develop appropriate methodologies to respond to a social need—emotional education—through THE educational practice, counteracting to the difficulties created by the current curricular deployments. One of the ways to get the approach to meaningful learning in the emotional field is the design of global proposals which integrate emotional education and linguistic development taking into account the social nature of both areas and the interrelation between emotional and linguistic processes: emotional experiences; information processing; thinking, and emotional communication.

 

Palabras clave: Competencias emocionales; Educación Emocional; Competencias Lingüísticas; Aprendizaje Significativo.

 

Keywords: Emotional competences; Emotional education; Language skills; Significative learning.

EDUCACIÓN EMOCIONAL Y DESARROLLO LINGÜÍSTICO

La sociedad actual crea unas necesidades que desde los centros educativos deben ser atendidas con tal de proporcionar a los jóvenes los aperos necesarios para hacer frente a los retos de su día a día. En ese sentido, la educación emocional se ha convertido en un ámbito elemental para el desarrollo del alumnado en el mundo que los rodea; no obstante, esa necesidad no va acompañada de una inclusión curricular, sino que se convierte en un reto para la enseñanza, más, si cabe, en aquellos contextos socioeducativos desfavorables.

Educación Emocional y desarrollo lingüístico #CEdRevistaDigitalDocente Clic para tuitear

Por lo cual, una de las apuestas de la enseñanza puede tener cabida en el diseño de propuestas de educación emocional desde una perspectiva de aprendizaje global en la que se integre el trabajo transversal de las competencias lingüísticas, otorgando, de esta manera, mayor trascendencia y significatividad al aprendizaje.

Educación emocional y escuela

El informe Delors (UNESCO, 1998) afirma que la educación emocional es un complemento indispensable en el desarrollo cognitivo y una herramienta fundamental de prevención de conflictos, puesto que muchos problemas tienen su origen en la gestión emocional en la edad escolar (Landazábal y Mateo, 2013). A partir de estos postulados, las disposiciones normativas educativas a nivel estatal inician la inclusión a los elementos de desarrollo emocional y de desarrollo integral, pero esta mención no va acompañada de unos espacios curriculares con unas competencias y objetivos bien definidos, por lo que su presencia curricular tiende a diluirse en el paso hacia la práctica.

En este punto se precisa definir la educación emocional como un proceso educativo, continuo y permanente, el cual pretende potenciar el desarrollo de las competencias emocionales como un elemento esencial del desarrollo integral de la persona con el objetivo de capacitarla para la vida (Bisquerra, 2000). Por lo tanto, la educación emocional constituye el ámbito educativo encargado de trabajar y desarrollar las competencias emocionales.

Si bien es cierto que la educación emocional ha pasado a ser un tema de recurrencia habitual en los centros educativos y en las tertulias pedagógicas, la designación de las competencias emocionales en el ámbito educativo da lugar a ciertas discrepancias conceptuales, puesto que se puede encontrar tanto como competencia emocional, como competencias emocionales o competencias sociales-emocionales Hay que destacar que, superando estas distinciones léxicas, el significado de los conceptos es idéntico (Bisquerra y Escoda, 2007).

Consiguientemente, conviene definir el concepto de competencias emocionales como el conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarios para tomar conciencia, comprender, expresar y regular de forma apropiada los fenómenos emocionales (Bisquerra y Escoda, 2007).

Paralelamente surge un concepto que ha tomado una indiscutible relevancia en esta materia y Goleman (1996), haciendo mención a una nueva manera de ser inteligente, lo denomina inteligencia emocional, tratándose de un conjunto de características clave para resolver con éxito los problemas cotidianos, como la habilidad de automotivarse y sobreponerse a las decepciones, controlar los impulsos, regular el humor o mostrar empatía.

La inteligencia emocional integra la habilidad para percibir, valorar y expresar emociones con exactitud; la habilidad para acceder y/o generar sentimientos que facilitan el pensamiento; la habilidad para comprender emociones y el conocimiento emocional y la habilidad para regular las emociones promoviendo un crecimiento emocional e intelectual (Pacheco y Berrocal, 2004)

Con toda esta información podemos fácilmente identificar la necesidad de integrar la educación emocional en los primeros niveles de la educación primaria, concretamente la conciencia emocional y la regulación emocional como punto de partida hacia el desarrollo de la totalidad de las competencias emocionales. Esta conciencia emocional la entendemos como la capacidad para percibir con precisión los propios sentimientos y emociones, identificarlos y etiquetarlos, y permitiendo la posibilidad de experimentar emociones múltiples, así como de reconocer la incapacidad de tomar conciencia de los propios sentimientos a causa de inatención selectiva o dinámicas inconscientes (Bisquerra y Escoda, 2007).

En referencia a la regulación emocional, Bisquerra y Escoda (2007) establecen que se trata de la capacidad para manejar las emociones de forma apropiada y supone tomar conciencia de la relación entre emoción, cognición y comportamiento, tener buenas estrategias de afrontamiento, capacidad para autogenerar emociones positivas, etc., y afirman que la regulación emocional permite:

  • Tomar conciencia de la interacción entre emoción, cognición y comportamiento: los estados emocionales inciden en el comportamiento y estos en la emoción; los dos pueden regularse por la cognición.
  • Expresión emocional: capacidad para expresar las emociones de forma apropiada. Habilidad para comprender que el estado emocional interno no necesita corresponder con la expresión externa que de él se presenta, tanto en un mismo como en los otros.
  • Regulación emocional: regulación de la impulsividad, tolerancia a la frustración para prevenir estados emocionales negativos y perseverar en el logro de los objetivos a pesar de las dificultades, capacidad para diferir recompensas inmediatas a favor otros más a largo plazo, pero de orden superior, etc.
  • Habilitados de afrontamiento: Habilidad para afrontar emociones negativas mediante la utilización de estrategias de autorregulación que mejoran la intensidad y la duración de tales estados emocionales.
  • Competencia para autogenerar emociones positivas: capacidad para experimentar de forma voluntaria y consciente emociones positivas y disfrutar de la vida, favoreciendo, así, el propio bienestar subjetivo en busca de una mejor calidad de vida.

Educación emocional y aprendizaje lingüístico

Después de haber tratado todos estos aspectos emocionales, es conveniente enlazar la educación emocional con los aspectos lingüísticos, lo cual conduce a hacer mención a la teoría Vygotskiana de la génesis social del individuo, en que se habla de la “ley de la doble formación” (Vygotski, 2010): todas las funciones superiores del individuo se originan a través de las relaciones sociales y, posteriormente, la internalización de estas relaciones a nivel individual (Rivière, 1988).

De estas palabras se desprende la importancia de las relaciones sociales y la interacción en el ambiente para posibilitar actividades de toma de conciencia, tanto individual como colectiva, que permiten construir la representación del entorno (Bruner, 1984). Además, extendiendo esta teoría al lenguaje, Vygotski promulga que la adquisición y desarrollo del lenguaje tiene su origen en el exterior, en la interacción social, y, posteriormente, toma un nivel interno, en el cual se adquieren los significados y se concibe como elemento de mediación del pensamiento y de regulación de la conducta. Pero en el propio lenguaje, afirma Vygotski es donde se encuentra el propio pensamiento, por lo cual no se puede separar el significado del concepto.

Más allá de esto, afirma que el pensamiento y el lenguaje tienen origen diferente, pero a través del lenguaje es como se realiza el pensamiento, de aquí la expresión el lenguaje es el instrumento del pensamiento.

Con estos argumentos teóricos se pretende establecer la primera conexión directa entre el desarrollo de las competencias emocionales y el desarrollo del lenguaje, en cuanto que, de forma implícita, el desarrollo de cualquier actividad educativa implica una actividad intelectual, en la cual el lenguaje es el instrumento que permite adquirir conceptos y otorgar significados.

En otra vertiente, pero sin dejar atrás la idea sobre el lenguaje y su función «interna» en el individuo, llegamos a una segunda vinculación entre el desarrollo de las competencias emocionales y las competencias lingüísticas: superando ese proceso en que el lenguaje lleva a cabo una función «interna», damos a un nivel superior en el cual la comunicación intrapersonal se extiende a una comunicación interpersonal, es decir, se da lugar a actividades comunicativas, donde la oralidad es la base del proceso comunicativo (Carnicero y Mayo, 2015).

En este sentido, esta segunda vinculación entre ambos ámbitos viene dada por las experiencias de desarrollo de la conciencia emocional y de la regulación emocional, como dar nombre a las emociones, comprender las emociones de los otros, expresar emociones o desarrollar habilidades de afrontamiento. Además, en este elemento también hay que englobar la propia interacción social y las situaciones comunicativas, en las cuales será fundamental la expresión y la comprensión oral.

Como último vínculo entre los dos ámbitos del estudio hay que mencionar la necesidad de la educación de favorecer los aprendizajes significativos. Según la literatura de Ausubel (1983), la enseñanza tiene que huir de las suposiciones alrededor de que el alumnado no tiene conocimientos sobre el tema a desarrollar, sino todo el contrario, tiene que basar sus propuestas en aspectos de interés del alumnado, teniendo en cuenta sus conocimientos previos.

 

El factor más importante que influye en el aprendizaje es aquel que el alumno ya sabe; averígüese esto y enséñese en consecuencia (Ausubel, 1983).

Propuestas prácticas

A colación de la fundamentación teórica que sustenta este estudio, conviene presentar algunos recursos didácticos con los que poner en práctica este tipo de propuestas globales que integran contenidos del ámbito emocional y del ámbito lingüístico.

Es importante destacar que estos instrumentos han sido elaborados a partir del Diseño Universal del Aprendizaje —DUA— (Azorín y Arnaiz, 2014), el cual se basa en los principios de atención a la diversidad y de educación inclusiva, concibiendo la diversidad como un elemento natural e inherente a la realidad educativa, por lo que su propio diseño permite adaptar el instrumento a las características individuales del alumnado y no al contrario.

Con todo ello, algunos de los recursos que se recogen son:

Lectura de cuentos: en esta actividad se pueden recurrir tanto a lecturas específicas sobre las emociones, como El Monstruo de Colores (Llenas, 2012), así como a cuentos de valores que pongan de manifiesto el carácter terapéutico de este género literario.

 

«Emocionometro»: instrumento en el que se indican los nombres de distintas emociones con tal de que cada alumno indique en qué estado emocional se encuentra en determinados momentos o situaciones. Puede elaborarse con regletas del cartulina y pinzas, de modo que el instrumento pueda ser utilizado en espacios de tiempo prolongados.

 

Diario de emociones: se trata de reflexiones escritas, adaptadas al nivel educativo, a través de la introspección en que cada alumno realiza un volcado emocional sobre experiencias que haya vivido en el contexto escolar. Para esta actividad es interesante utilizar espacios atractivos que refuercen la seguridad y la autoestima del alumnado, como los rincones o los talleres de escritura, así como una organización temporal de su uso que les permita vincular la actividad con sus objetivos.

 

Buzón de las emociones: con esta actividad se da lugar a un espacio para la comunicación entre el alumnado mediante la escritura. Pudiendo utilizar, para ello, los espacios de escritura, los buzones tienen el objetivo de recoger mensajes de compañeros que tengan la voluntad de compartir con ellos situaciones, del contexto escolar, de las que hayan derivado experiencias emocionales significativas.

 

Resolución de conflictos: cabe destacar este recurso como uno de los más significativos, dado que se tratan de situaciones espontáneas y naturales que conllevan una alta implicación emocional en el alumnado, por lo que suponen una oportunidad para poner en práctica las habilidades sociales que derivan de la conciencia y de la regulación emocional con la finalidad de que el propio alumnado, con la correspondiente orientación de la figura docente, sea capaz de mediar en este tipo de situaciones y alcanzar unos principios para su resolución. Para estas actividades pueden crearse equipos de mediación en el grupo o se pueden utilizar los ya creados, en caso de que hayan, a partir de los Planes de Convivencia del centro.

 

Asambleas y debates: pretende dar lugar a espacios de intercambio de ideas y experiencias que tengan implicaciones emocionales y permitan establecer feedback entre el propio alumnado con la finalidad de fomentar la empatía y las competencias interpersonales.

Como es evidente, la interrelación de ambos ámbitos de educativos tiene una firme fundamentación científica en la que se establecen continuas retroacciones entre sus elementos, lo que constituye una oportunidad fundamental para la enseñanza actual en su pretensión por integrar la educación emocional en el día a día del aula de Educación Primaria.

De todo ello surge una vía didáctica para el planteamiento de propuestas de educación emocional y aprendizaje lingüístico en el que se engloban ambos ámbitos en respuesta a la necesidad de proporcionar al alumnado un contexto de aprendizaje significativo mediante el trabajo de contenidos próximos a su realidad diaria, como son sus propias emociones, y de donde pueden derivar situaciones comunicativas en contextos reales.

Es vitalmente importante remarcar la trascendencia de este tipo de propuestas y el papel fundamental de la enseñanza en su diseño e implementación. Además de esto, un aspecto de importancia capital es la formación docente, con el fin de adquirir estrategias y herramientas que permitan adecuar la práctica educativa a las características del alumnado y potenciar, de este modo, su desarrollo integral.

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Joaquín José Sanz Martínez
Maestro de Educación Primaria y Máster en Comunicación Intercultural y Enseñanza de Lenguas, Joaquín José es maestro tutor de Primaria en la Generalitat de Catalunya (Alberic, Valencia).