RESUMEN: Aunque la sociedad es cada vez más receptiva ante la realidad del colectivo LGTBI, lamentablemente continúan apareciendo una gran cantidad de casos de violencia hacia personas no heterosexuales, siendo los centros educativos unos de los espacios donde con mayor frecuencia se observan estas conductas homofóbicas. Es por ello primordial que los docentes sean conscientes de esta realidad y procuren orientar la educación que brindan a sus alumnos hacia el respeto y la tolerancia a la diversidad sexual, promoviendo la inclusión y rechazando todo tipo de conductas discriminatorias y/o violentas.

 

Palabras clave: Bullying; Homofobia; Colectivo LGTBI; Diversidad; Inclusión educativa; Educación afectivo-sexual.

 

Abstract: Although society is increasingly receptive to the reality of the LGTBI community, unfortunately many cases of violence against non-heterosexual people continue appearing, where schools are one of the spaces where more homophobic behaviours are more frequently observed. Therefore, it’s imperative that teachers are aware of this reality and strive for directing their teachings to the respect and tolerance for sexual diversity, encouraging inclusion and rejecting all kinds of discriminatory and/or violent behaviours.

 

Keywords: Bullying; Homophobia; LGTBI community; Diversity; Educational inclusion; Affective-sexual education.

EL BULLYING HOMOFÓBICO EN LOS CENTROS EDUCATIVOS

¿Qué son la homofobia y el bullying homofóbico?

Empezaremos contextualizando el término homofobia que, siguiendo a Pichardo (2015), se define como el rechazo, censura, exclusión, discriminación o violencia de cualquier tipo que desde las instituciones, las estructuras sociales y las personas individuales se dirigen contra las personas que se saltan las normas de género, así como contra las personas que sienten atracción y deseo sexual por personas de su mismo sexo.

Si bien existen formas específicas de homofobia, como son la lesbofobia (homofobia que se dirige contra las mujeres lesbianas), la bifobia (actitudes discriminatorias hacia personas bisexuales) y la transfobia (rechazo y discriminación de personas transexuales o transgénero), en este artículo se optará por utilizar el término homofobia para referirnos a todas ellas, pues siguiendo la definición de Pichardo (2015), se hace patente que la homofobia engloba al colectivo LGTBI.

El Bullying Homofóbico en los Centros Educativos #CedRevistaDigitalDocente Clic para tuitear

Conviene señalar que existe una diferencia fundamental entre la homofobia y otras formas de discriminación y es que ésta no se dirige hacia grupos que constituyen minorías, sino hacia individuos aislados (Agustín, 2009). Además, la homofobia abarca distintos componentes (emocionales, conductuales e ideológicos), que permiten clasificar esta discriminación de distintas formas (FELGT, 2013):

La homofobia cognitiva se refiere a las ideas negativas y erróneas relacionadas con las minorías sexuales, que consideran la homosexualidad, la bisexualidad o la transexualidad como conductas patológicas.

 

La homofobia afectiva tiene que ver con los sentimientos de rechazo e incomodidad que experimentan algunos individuos ante la relación o la posibilidad de relación con personas homosexuales.

 

La homofobia conductual hace referencia a las actitudes y comportamientos -más o menos graves- hacia las personas homosexuales.

Tal y como afirma Platero (2008), la homofobia es un elemento central del acoso escolar. Así, la orientación sexual y la identidad de género son una causa frecuente de violencia, rechazo y exclusión social de los adolescentes LGTBI en los centros escolares. Este tipo de acoso escolar es lo que se conoce como bullying homofóbico.

Para una mejor comprensión de este fenómeno, comenzaremos definiendo el término bullying, que es un concepto que se refiere a toda forma de maltrato físico, verbal o psicológico que se produce entre escolares, de forma reiterada y a lo largo del tiempo (UNESCO, 2015). Se trata de conductas que tienen que ver con la intimidación, la tiranización, el aislamiento, la amenaza, los insultos, sobre una víctima o víctimas señaladas que ocupan ese papel (Avilés, 2003). En la Figura 1 se muestran las principales características del bullying.

Como hemos dicho, este fenómeno de maltrato se encuentra vinculado en muchas ocasiones a la orientación sexual y la identidad de género, en cuyo caso se habla de bullying homofóbico.

El término homofóbico puede llevar a equívoco, pues parece englobar únicamente a personas homosexuales. En este sentido, resulta muy aclaratoria la definición del concepto que ofrecen Platero y Gómez (2007):

Con los términos “acoso escolar homofóbico” o “bullying homofóbico” nos referimos a aquellos comportamientos violentos por los que un alumno o alumna se expone y/o queda expuesto repetidamente a la exclusión, aislamiento, amenaza, insultos y agresiones por parte de sus iguales, una o varias personas que están en su entorno más próximo, en una relación desigual de poder, donde los agresores o “bullies” se sirven de la homofobia, el sexismo y los valores asociados al heterosexismo.

La víctima será descalificada y deshumanizada y, en general, no podrá salir por sí sola de esta situación, en la que se incluye tanto a jóvenes gays, lesbianas, transexuales, bisexuales, pero también a cualquier persona que sea percibida o representada fuera de los patrones de género más normativos.

En la sociedad actual, el uso masivo de las nuevas tecnologías unido a la corta edad de acceso a los dispositivos tecnológicos, ha hecho posible la aparición de un nuevo fenómeno, el ciberbullying, siendo la homofobia una de las principales causas de ciberacoso. En este caso se habla de ciberbullying homofóbico y, el anonimato que proporciona la red a los acosadores, así como la posibilidad de acceso permanente a las tecnologías, ocasiona que las víctimas estén expuestas al acoso las veinticuatro horas del día (COGAM, 2016). Además, el número de testigos o espectadores aumenta con respecto al acoso escolar tradicional. 

Los factores del bullying

En una situación de bullying se distinguen tres tipos de actores que participan en ella, ya sea de forma directa o indirecta: acosador, víctima y observadores (Olweus, 2006). Cada uno de ellos presenta unas características propias que permiten establecer perfiles diferenciados:

Perfil de la víctima

La víctima es aquella persona que sufre el acoso escolar o bullying. Diversos autores manifiestan que no existe un perfil único que permita definir a estas personas, pero coinciden en que existen una serie de rasgos habituales en ellas.

Abril (2010), destaca algunos indicadores comunes a las víctimas de acoso escolar: son personas inseguras, con baja autoestima; suelen estar aisladas del resto de compañeros y prefieren relacionarse con adultos; no hacen frente a las agresiones que reciben debido a la falta de habilidades sociales y, en muchas ocasiones, se culpabilizan de la situación de acoso. Este tipo de personas reciben el nombre de víctimas clásicas o pasivas (Olweus, 2006; Nicolás, 2011).

Sin embargo, autores como Nicolás (2011), Avilés (2003) y Olweus (2006) también proponen la existencia de un tipo de víctima denominada activa o provocadora, que se comporta de forma irritante e incluso agresiva y retadora ante el resto de compañeros, aspecto que es utilizado por los agresores para “justificar” el acoso.

Perfil del acosador

El término acosador hace referencia a la persona que ejerce el bullying. Al igual que en el caso de las víctimas, no existe un perfil único, pero sí un conjunto de rasgos generales que caracterizan a los agresores.

Abril (2010) señala como indicadores la personalidad dominante e impulsiva, con baja tolerancia a la frustración; la actitud positiva hacia la violencia y la dificultad para cumplir con las normas y límites; así como la falta de sensibilidad ante el dolor ajeno.

Olweus (2006) coincide con Cerezo (2001) en que los agresores son mayoritariamente varones. Además, Cerezo (2001) indica que suele tratarse de personas con alta autoestima, que se consideran sinceras y líderes.

Por último, Gómez (2015) va más allá y define dos tipos de agresores: el agresor violento y autosuficiente cuyo objetivo es ganar status, y el agresor inteligente, con habilidades sociales, que utiliza para manipular al resto de compañeros/as y que estos sigan sus órdenes.

Perfil de los observadores

Siguiendo a Abril (2010), los observadores o espectadores pueden ser de distintos tipos: aquellos que no juegan un papel activo en el acoso pero que lo apoyan con determinadas conductas como las risas; observadores pasivos, que no apoyan abiertamente el bullying pero disfrutan de él; observadores neutrales, que ni participan en el acoso ni sienten responsabilidad ante esa situación y observadores-defensores, que desaprueban el acoso y tratan de ayudar a las víctimas, pero no denuncian la agresión.

Por su parte, Avilés (2012), citado en Carozzo (2015), distingue entre espectadores indiferentes, que consideran que el acoso no es asunto suyo; espectadores con miedo a convertirse en víctimas y espectadores que consideran que las víctimas merecen serlo por no tener capacidad de defensa ante su acosador o acosadores.

En cualquier caso, sea cual sea el papel de los observadores, la falta de intervención en el conflicto tiene consecuencias muy negativas para la víctima, que se siente aislada, sin apoyos y, por lo tanto, completamente desprotegida (Carozzo, 2015).

El alcance del bullying homofóbico en el contexto educativo en nuestro país

Actualmente tenemos la percepción de que existe un rechazo generalizado por parte de la mayoría de la sociedad hacia la homofobia. Sin embargo, en los últimos años, son frecuentes las ocasiones en que los medios de comunicación se hacen eco sobre agresiones hacia personas del colectivo LGTBI. En este sentido, son diversas las investigaciones que ponen de manifiesto que aún queda mucho camino por recorrer en materia de igualdad en lo relativo a la diversidad sexual y de género.

En España, los datos aportados en el informe titulado Homofobia en las aulas 2015. ¿Educamos en la diversidad afectivo-sexual? (COGAM, 2016) son concluyentes. Entre los más destacados están los siguientes:

  • El 5% de los estudiantes LGTBI declara haber sufrido agresiones físicas basadas en su orientación afectivo-sexual.
  • El 17% del alumnado LGTBI sufre agresiones verbales en su centro educativo.
  • Un tercio del alumnado bisexual declara haber padecido agresiones verbales.
  • El 50% del alumnado trans encuestado manifiesta que sus compañeros y compañeras tratan peor a las personas LGTBI, frente a un 25% que opina que no hay diferencia de trato.
  • Más del 60% de las víctimas consideradas en este estudio indica que sus profesores/as no actúan lo suficiente ante las agresiones LGBT-fóbicas.

Así mismo, el informe Cyberbullying LGBT-fóbico. Nuevas formas de intolerancia (COGAM, 2016), pone de manifiesto que el 15% del alumnado español LGTBI padece ciberacoso en base a su orientación afectivo-sexual.

En esta misma línea, un estudio realizado en la Unión Europea en 2013 por la European Union Agency For Fundamental Rights (FRA), ha mostrado numerosas evidencias de la discriminación, el acoso y la violencia que todavía sufren en diferentes ámbitos de la vida estas personas. En lo referente al contexto escolar, más del 80% del total de los encuestados en el estudio afirmaron haber escuchado o visto conductas o comentarios negativos hacia compañeros/as que eran percibidos como LGTBI durante su escolarización antes de los 18 años. En lo que respecta a España, este porcentaje asciende al 91%.

De este modo, se pone de manifiesto que la homofobia sigue siendo una constante en el sistema educativo de nuestro país.

Consecuencias del bullying homofóbico en el alumnado LGTBI

Los estudios realizados sobre las consecuencias que el bullying homófobico provoca en la vida del alumnado LGTBI muestran que éste tiene un gran impacto tanto en la salud mental de este colectivo como a nivel educativo. En numerosas ocasiones, el alumnado que sufre la violencia homofóbica no cuenta con el apoyo del profesorado, de sus compañeros/as ni de sus familias, de forma que incluso a veces las propias víctimas acaban normalizando los ataques homófobos que están padeciendo.

Para la UNESCO (2013), existe una clara relación entre el bullying homofóbico y la depresión, la ansiedad, las conductas adictivas, la pérdida de confianza en uno mismo y los pensamientos relacionados con la autolesión y el suicido. Así mismo, para la UNESCO (2015), las consecuencias que tiene el bullying homofóbico sobre la vida escolar son evidentes:

  • Dificultades para prestar atención en clase.
  • Disminución del rendimiento académico.
  • Absentismo escolar.
  • Abandono escolar temprano.
  • Cambio de escuela.

En el caso del cyberbullying, la repercusión de las amenazas e insultos es mucho mayor, al ser mucho mayor el alcance de las vejaciones debido a su circulación por las redes sociales y también debido a la dificultad que supone eliminar de Internet el contenido difundido (Alises, 2018).

En base a lo anterior, se puede afirmar que la homofobia afecta a todos los ámbitos del desarrollo humano de los estudiantes. Se trata de un grave problema para la convivencia en los centros escolares, pues estos se convierten en un espacio no seguro para las víctimas, que ven reducidas sus oportunidades de educarse y de aprender, viéndose así vulnerado el derecho universal a la educación.

El papel de la comunidad educativa en la erradicación de la homofobia

La recientemente derogada Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), señalaba que una de las finalidades de la educación es lograr el pleno desarrollo de la personalidad del alumnado. No cabe duda de que, para conseguir este cometido, es necesario atender a las necesidades individuales de cada alumno/a, lo que implica que se debe tener en cuenta la diversidad existente en los centros educativos, siendo la afectivo-sexual uno de los tipos de diversidad presente en ellos. Sin embargo, dicha ley no contemplaba ninguna materia específica en la que se trabajase la educación para la diversidad.

En este sentido, la actual ley educativa, la Ley Orgánica 3/2020, de 20 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOMLOE) da un paso hacia delante e incorpora, tanto en Educación Primaria como en Educación Secundaria, la materia Valores cívicos y éticos, permitiendo, así, trabajar contenidos que fomenten el conocimiento y el cumplimiento de los Derechos Humanos y, por lo tanto, la tolerancia y el respeto hacia cualquier tipo de orientación e identidad sexual.

La coeducación por la que apuesta la LOMLOE resulta fundamental para lograr una educación inclusiva e igualitaria, a través de la que el alumnado se haga consciente de la necesidad de construir una sociedad no discriminatoria. En este sentido, quienes formamos parte del sistema educativo nos damos cuenta de que, todavía a día de hoy, son numerosas las ocasiones en que la homofobia se hace patente en los centros de estudio, a través de actitudes y/o verbalizaciones provenientes tanto del alumnado como de las familias e incluso de los propios docentes. Resulta, pues, evidente, que para combatir la homofobia existente en los centros de enseñanza es imprescindible la formación en diversidad afectivo-sexual del alumnado a la que hace referencia la LOMLOE, pues los actuales estudiantes serán los ciudadanos que construyan la sociedad del futuro y dictaminen los valores presentes en ella.

En lo que respecta al profesorado, actualmente, un gran porcentaje de docentes en nuestro país reconoce carecer de los conocimientos necesarios para detectar e intervenir en los casos de bullying homofóbico. Esto es debido a la inexistencia de materias relacionadas con la diversidad afectivo-sexual del alumnado en los programas de formación del profesorado, especialmente en el colectivo de educación secundaria. Es cierto que en los últimos años en la mayoría de comunidades autónomas españolas se han publicado protocolos de actuación ante el acoso homofóbico, en los que se proporcionan orientaciones y se señalan estrategias de intervención en las aulas y en los centros ante este fenómeno, pero estos materiales resultan insuficientes, haciéndose necesaria la implementación de planes de formación, tanto inicial como continua, sobre cómo educar en la diversidad afectivo-sexual y romper con la cultura heteronormativa instalada. López (2003) señala, además, que es conveniente que en los centros educativos haya un profesional especializado que oriente al profesorado.

Así mismo, para que las enseñanzas transmitidas por los docentes en los centros educativos sean efectivas e interiorizadas por el alumnado, se requiere que exista coherencia entre estas y la educación recibida en el seno familiar. En este sentido, es imprescindible la formación de las familias, pues son diversas las ocasiones en que estas se muestran ofendidas cuando un profesor o profesora trata cuestiones referentes a la diversidad sexual y de género en el aula.

Por último, como señala la UNESCO (2013), son necesarias políticas a nivel nacional, local y escolar para sensibilizar contra el bullying homofóbico, de forma que los centros educativos sean lugares seguros, en los que no exista discriminación.

Algunas medidas para prevenir el bullying homofóbico en los centros educativos

El informe Abrazar la diversidad: propuestas para una educación libre de homofobia y transfobia (2015) propone una serie de recomendaciones para el profesorado para prevenir la aparición del bullying homofóbico en los centros educativos. Entre las más destacadas se encuentran las siguientes:

  • Poner a disposición de la comunidad educativa material informativo sobre las realidades LGTBI.
  • No permitir insultos, comentarios, chistes y burlas sexistas u homófobas, interviniendo ante este tipo de ataques en el caso de que se produzcan.
  • Mostrar las consecuencias que tiene para las víctimas el acoso por homofobia y transfobia.
  • Favorecer las celebraciones de, entre otros, el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia y el Día Internacional del Orgullo LGBT.
  • No presuponer la heterosexualidad del alumnado.

A través de estas líneas se ha pretendido hacer patente que aún a día de hoy la violencia por cuestión de orientación sexual e identidad de género sigue existiendo en los centros educativos que, de este modo, se convierten para muchos alumnos y alumnas en lugares de amenazas, exclusión y desigualdad. Como docentes, debemos luchar contra esta lacra e inculcar a nuestros estudiantes valores de tolerancia y respeto hacia las distintas tendencias sexuales e identidades de género y, en definitiva, hacia cualquier diversidad, ya que solamente de este modo lograremos una convivencia pacífica tanto dentro como fuera de nuestras aulas.

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Alba es licenciada en Biología y Máster del Profesorado y en Innovación en Seguridad y Tecnología Alimentarias. Trabaja como profesora de Enseñanza Secundaria y Bachillerato en C.P.I. de San Sadruniño, Ferrol (A Coruña).