Resumen: Algunas teorías nos explican qué se requiere para ser creativos o por ejemplo, de dónde viene la creatividad, si ésta es el resultado de las relaciones que hacemos entre una idea y otra, o si la podemos medir en base a la capacidad que tenemos para resolver problemas; en cualquiera de estos casos la respuesta podría estar en el espacio, la observación y la guía que se la da a los pequeños en la infancia. Este artículo explica qué son la creatividad y la imaginación y por qué es importante el cuidado de las mismas, así como algunas de las herramientas que podemos utilizar dentro de las aulas para que los niños tengan el espacio y las oportunidades adecuadas para desarrollar su genialidad.

 

Palabras clave: Creatividad; Imaginación; Primera Infancia; Desarrollo Personal; Desarrollo Cognitivo.

 

Abstract: Some theories explain what is required to be creative or, for example, where creativity comes from, if it is the result of the relationships we make between one idea and another, or if we can measure it based on the ability we have to solve problems; in any of these cases the answer could be in the space, observation, and guidance that is given to our children in childhood. This article explains what creativity and imagination are and why it is important to nurture them, as well as some of the tools we can use in the classroom so that our children have the space and opportunities to develop their genius.

 

Keywords: Creativity; Imagination; Early Childhood; Personal development; Cognitive development.

 RESPETAR LA CREATIVIDAD DENTRO DEL AULA

Estableciendo las bases

¿Qué es la creatividad? ¿De dónde viene? ¿Cómo se desarrolla? ¿Somos todos los seres humanos creativos?

Estas preguntas forman parte de nuestras inquietudes, pues no todas las personas creen ser creativas; sin embargo, hay teorías que nos dicen que todos nacemos siendo creativos.

La primera infancia desvela, el talante creativo del ser humano, el niño no busca tener, sino hacer, no ambiciona, más bien apasiona, por tanto, no persigue el Ello, se adhiere al tú, a un su instinto creador, el niño reclama lo que es su participación en ese llegar a ser de las cosas (Buber, 2004).

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Empero, este instinto innato en el ser humano, que evidencia su cualidad como co-creador, no es suficiente por sí mismo, requiere de la tensión de otras fuerzas, estas son, según Bubber (2004), las fuerzas de la educación.

Nacemos con todas las capacidades que se requieren para ser creativos, lo importante es observar en qué contexto nos desarrollamos, o en este caso, en qué contexto crecen nuestros hijos y que tan abierto está ahí el espacio para el desarrollo de la creatividad. Elisondo, Donolo, y Corbalán (2009) y Monreal (2000) nos dicen que la creatividad es una capacidad o potencialidad disponible en los sujetos, cuyo despliegue en diversos contextos depende en cierta medida de condiciones externas.

La creatividad es inherente al ser humano, nadie es más o menos creativo, pues esta es una capacidad con la que nacemos mujeres y hombres. Sin embargo, es verdad que la creatividad, como cualquier otra capacidad humana, tiene que procurarse y ejercitarse. Para esto, las personas que están encargadas del proceso de crianza deben poder y saber facilitar los espacios y las herramientas necesarias para que esta cualidad, cómo cualquier otra, se riegue y crezca.

La creativida, según Esquivas y De La Torre (2010), es algo que escapa a la lógica, por cuanto es como un flujo de energía que inunda todo aquello que envuelve. La creatividad es aquella energía que recorre todo nuestro cuerpo y que nos incita a hacer cosas nuevas. Con esta energía nos expresamos; es por esta razón que las niñas y los niños son comparados con cualquier artista experimentado, pues la energía creativa los impulsa a expresar libremente y sin juicios. Estas llamadas obras de arte son en realidad obras de auténtica expresión, que los niños pueden ejecutar con un lápiz, colores, papel, piezas de madera, ramas de árboles, piedras e incluso su propio cuerpo o voz, y que son el canal para el desarrollo de su creatividad y su imaginación.

Es así como comenzamos este gran e interesante viaje hacia los infinitos caminos del proceso creativo. Cabe mencionar que esta energía creativa de la que hablamos no sólo es importante porque nos da el impulso de expresarnos libre y vivamente, si no porque en la medida en que esta energía se desarrolla, nos da la pauta también para reinventar nuestra sociedad.

El niño que se permite ser creativo tendrá las herramientas necesarias para participar proactivamente dentro de su comunidad y al ser capaz de conectar con sus propios intereses y aptitudes tendrá la posibilidad de aportar positivamente a su comunidad; así nos dice Sánchez, Martín Brufau, Méndez, Corbalán y Limiñana (2010). Ademola, Akintunde, y Yakasai (2010), afirman que la creatividad es fundamental para la autosuficiencia, mientras más autosuficiente se convierta una persona, mejor será la calidad de su vida, familia, comunidad y sociedad en general.

Una de las cuestiones más importantes de la psicología y la pedagogía infantil es la referente a la creación en los niños; su desarrollo y la importancia del trabajo creador para la evolución general y su maduración. Desde la más temprana infancia observamos procesos de creación que se aprecian mejor en los juegos: el niño que se imagina que va a caballo cuando monta sobre un palo; la niña que se imagina madre al jugar con sus muñecas; otro que en el juego se transforma en un bandido, un soldado o un marinero. Todos estos niños muestran ejemplos de la más auténtica y verdadera creación (Vigotsky, 1930).

Los porqués

Existen muchas razones por la cual es fundamental cuidar del correcto desarrollo de la creatividad de nuestros niños, considerándose las más importantes el correcto desarrollo de la personalidad y la posibilidad de conocerse a uno mismo para facilitar el reconocimiento de los propios intereses, talentos y capacidades, logrando con esto un camino más claro hacia la realización del ser y su auténtica y provechosa participación dentro de la sociedad. Delgado, De la Peña, Rodríguez y Rodríguez (2016) nos dicen que además de las razones citadas anteriormente tenemos otras no menos importantes como el desarrollo de la independencia cognitiva, la avidez por el saber, la flexibilidad y la fluidez del pensamiento que lleva a una autovaloración y realización adecuada.

Teniendo en cuenta lo anterior es preciso hacer una breve explicación acerca de la imaginación. Conforme el ser humano va creciendo y se va desarrollando comienza a ser consciente de sus fantasías y con ellas le da rienda suelta a la imaginación. La imaginación es esa curiosa potencia mental que nos permite ver cosas que no podemos tocar y que de primera instancia son meras ilusiones, pero, enfocada, puede llevar a la materialización de nuestras ideas.

En la vida cotidiana se llama imaginación o fantasía a todo lo que no es real, a lo que no concuerda con la realidad y lo que, de esta forma, no puede tener ningún significado práctico serio. En efecto, la imaginación como fundamento de toda actividad creadora se manifiesta decididamente en todos los aspectos de la vida cultural haciendo posible la creación artística, científica y técnica. En este sentido, absolutamente todo lo que nos rodea y ha sido hecho por la mano del hombre, todo el mundo de la cultura a diferencia del mundo de la naturaleza, es producto de la imaginación y la creación humana basada en esa imaginación (Vigotsky, 1930).

Esta imaginación o fantasía nos permite llevar más lejos esa corriente eléctrica creativa otorgándole una forma o una intención determinada, nos permite ver más allá de la línea en el papel y nos da las pautas para crear una historia a partir de esta línea. Los niños, como ya sabemos, son una fuente inagotable de imaginación, pues sus mundos internos no tienen juicios y su capacidad de exageración les lleva a creer fielmente en lo que imaginan; remarcar aquí la importancia del estímulo de la imaginación en los niños, así como la importancia de generar nuevas experiencias, es elemental, ya que al no tener acceso a estas nuevas experiencias el interés por las actividades creadores corre el riesgo de perderse.

Curiosamente, pareciera que con los años la imaginación se va perdiendo, o pareciera que no le ponemos tanta atención o intención; lo que sucede, si embargo, es que nuestras fantasías cambian, nuestros intereses y nuestras experiencias en la vida se amplían y en lugar de imaginarnos a lomos de un caballo o haciendo magia, imaginamos maneras de mejorar, innovar o crear a partir de nuestro cotidiano.

Con el comienzo de la pubertad nuestra fantasía se va transformado para tomar forma de pensamientos e ideas que nos pueden ayudar a resolver problemas, encontrar respuestas o descubrir nuevos caminos referentes a innumerables temas o situaciones de la vida. Es por esto que muchos autores, pedagogos, psicólogos y científicos argumentan que la creatividad es aquella capacidad que tiene el ser humano para adaptarse y encontrar soluciones a problemas.

Pero, ¿cómo darnos cuenta que no estamos respetando los mundos internos de nuestros hijos? ¿Por qué es necesario e importante aprender a respetar este espacio? Cuando no estamos dando espacio de juego libre a los infantes estamos desconsiderando su mundo interior; cuando dejamos de vivir el momento presente y no nos tomamos un tiempo de calidad con nuestros pequeños, también faltamos al respeto a ese mundo interior.

El mundo interior de los niños es el lugar en el que se desarrolla su imaginación y en donde el niño, por medio del juego, representa la manera propia de la realidad que ve. El juego es fundamental en el desarrollo del ser humano. Los niños necesitan muchas oportunidades para el juego y el pensamiento creative, como ya hemos apuntado. Empecemos proporcionando actividades basadas en los intereses e ideas de los niños, pues significará aprender a escuchar atentamente lo que ellos nos dicen.

Salto a la práctica

Ahora bien, ya que hemos dado un paseo por los temas de la creatividad y la imaginación, de dónde nacen y hasta dónde pueden llegar, y ya que es bien sabido que “la creatividad no tiene límites”, es preciso justamente dar a conocer algunas de las posibilidades para no poner límites a la creatividad de los párvulos, principalmente en la etapa infantil y dentro del aula, pues es en esta etapa en dónde se cultivan todas las experiencias con las que co-crearemos nuestras vidas adultas.

Al diseñar experiencias de aprendizaje, los maestros pueden planificar y enmarcar el plan de estudios y proporcionar herramientas que brinden a los estudiantes opciones, voz y elección para permitirles ser creativos. A continuación, se exponen cuatro puntos que los docentes pueden considerar para desarrollar la creatividad en los estudiantes, contextualizado con algunas sugerencias que muestran su viabilidad.

  1. Establecer actividades de aprendizaje que permitan a los estudiantes explorar su creatividad de manera relevante, interesante y valiosa. El juego es la base de cualquier actividad creativa en la época de la primera infancia, esto hay que tenerlo muy presente, aún así se puede, por ejemplo, realizar una actividad específica con diferentes materiales o, por el contrario, ofrecer un material específico sin instrucción para alguna actividad específica, guiando la imaginación de todos.
  2. Valorar la creatividad, celebrarla y recompensarla. Es importante que los alumnos se sientan valorados; un reconocimiento, un aplauso, una canción, creando algo concreto en clase y convirtiéndolo en un hábito para todos.
  3. Enseñar a los estudiantes otras habilidades que necesitan para ser creativos. Una persona creativa no solo es el artista, es también el científico, el docente o los padres. Además, todas las materias pueden impartirse de manera creativa. La persona creativa es aquella que utiliza con fluidez los dos hemisferios cerebrales.
  4. Eliminar las limitaciones de la creatividad y ofrecer a los estudiantes un espacio y un marco en el que puedan ser creativos. ¿De qué manera se programan las actividades creativas en la clase? El espacio, su aplicación, cierre y seguimiento son puntos clave. Es importante responder a estas preguntas antes de elaborar las actividades creativas que se utilizarán dentro o fuera del aula.

Aprender haciendo

La imaginación y la creatividad son los rasgos que alimentan el futuro. Ambos sirven para inspirar a los estudiantes y deben integrarse en cada parte del aprendizaje. Al planificar y diseñar el aprendizaje para los estudiantes, es preciso tener en cuenta que enseñar a los estudiantes cómo pensar es más importante que enseñarles a los estudiantes qué pensar.

Si se enseña de manera que se ayude a los estudiantes a desarrollar la capacidad de resolver problemas desafiantes, pensar, razonar, elaborar y justificar, cualquier disciplina puede ofrecer una plataforma para generar ideas innovadoras, pensamiento fluido o creaciones imaginativas como comentábamos anteriormente. Las aulas deben alentar a los estudiantes a estar dispuestos a asumir riesgos y ofrecer sus pensamientos, ideas y soluciones a los problemas, incluso si pueden resultar estar equivocados. Los estudiantes necesitan sentirse seguros de que sus ideas serán respetadas pase lo que pase. En cualquier nivel se les debe enseñar cómo interactuar respetuosamente entre sí, escuchando cuando otros estudiantes comparten su pensamiento y haciendo preguntas aclaratorias cuando sea apropiado.  Se pueden crear aulas donde se celebren todos los enfoques de un problema, incluso aquellos que pueden variar de lo que anticipa un maestro, y donde todas las voces sean bienvenidas.

Si el foco se pone en enseñar a los estudiantes cómo interactuar entre ellos y si hacemos de nuestras aulas entornos saludables donde los estudiantes se sientan seguros asumiendo el riesgo de compartir sus ideas con los demás, se puede ayudar a todos los estudiantes a desarrollar sus cualidades más creativas, ya sea produciendo una pieza de arte, escribir una canción o una historia, generar una hipótesis científica o proponer un enfoque innovador para un problema de matemáticas.  Los encargados de formular leyes y las administraciones pueden apoyar este tipo de aula luchando para que nuestro sistema educativo no se centre en pruebas superficiales de materias básicas, sino que se centre en los estudiantes y su exploración, en un pensamiento, razonamiento, creación y aprendizaje profundo y duradero.

Asegurarse de ofrecer a los niños una amplia gama de materiales y experiencias creativas es algo prioritario. Ser creativo es más que dibujar o pintar. También hay fotografía, música, salidas al campo, arcilla, papel, madera, agua o sombras. Las posibilidades son infinitas. Es importante proporcionar a los niños mucho tiempo para explorar los materiales y seguir sus ideas. Esto incluye tiempo para pensar en cómo planificar, diseñar, construir, experimentar y revisar ideas de proyectos, sin olvidar crear tiempo para hablar sobre estas ideas con otras personas, tanto maestros como niños.

Otras perspectivas pueden ser explorar maneras de proporcionar experiencias comunitarias multiétnicas, multiculturales y de otro tipo para los niños. Actividades como excursiones, celebración de días festivos y actividades con otros grupos étnicos, y animar a los niños a traer visitantes a la escuela mejora el proceso creativo. Cuantas más experiencias variadas tengan los niños en sus vidas, más amplia será la gama de expresión creativa. Cuantas más experiencias personales tengan los niños con personas y situaciones fuera de su propio entorno, más material podrán utilizar para incorporar en su juego.

Para fomentar el proceso creativo es importante animar a los niños a tomar sus propias decisiones. Los niños deben tener oportunidades frecuentes y mucho tiempo para experimentar y explorar materiales expresivos. Poner el énfasis en el proceso de creatividad y no en el producto terminado. Lo que los niños aprenden y descubren sobre sí mismos es vital para su desarrollo. Mostrar apoyo al proceso creativo apreciando y ofreciendo sostén a los esfuerzos de los niños. La independencia y el control son componentes importantes en el proceso creativo. Esto es especialmente cierto cuando se trabaja con niños con discapacidades.

Además, a nivel organizativo, algunos recursos pueden ser útiles para los educadores al momento de crear un programa de creatividad.

  • Hora. La creatividad no sigue el reloj. Los niños necesitan tiempo prolongado y sin prisas para explorar y hacer su mejor trabajo.
  • Espacio. Los niños necesitan un lugar donde dejar el trabajo sin terminar para continuar al día siguiente, y un espacio que los inspire a hacer su mejor trabajo. Un entorno árido y monótono no es propicio para el trabajo creativo.
  • Materiales. Sin gastar grandes cantidades de dinero, los maestros pueden organizar maravillosas colecciones de materiales de recursos que se pueden comprar, encontrar o reciclar. Estos materiales pueden incluir artículos de papel de todo tipo; herramientas de escritura y dibujo; materiales para construcciones y collages, como botones, piedras, conchas, cuentas y semillas; y materiales para esculpir, como plastilina, pegote, arcilla y crema de afeitar. Los niños utilizan estos materiales de manera más productiva e imaginativa cuando ellos mismos han ayudado a seleccionarlos, organizarlos, clasificarlos y arreglarlos.
  • Clima. La atmósfera del aula debe reflejar el estímulo y la aceptación de los errores, la asunción de riesgos, la innovación y la singularidad de los adultos, junto con una cierta cantidad de desorden, ruido y libertad. Esto no es una cuestión de caos o de control estricto, sino algo intermedio. Para crear tal clima, los maestros deben darse permiso para intentar la actividad artística ellos mismos, aun cuando no hayan tenido la suerte de haber tenido una formación artística formal o de sentir que son «buenos en el arte» por naturaleza. A través de talleres o clases de educación para adultos, los maestros de aula pueden ganar la confianza y experimentar el placer de aventurarse un poco por el camino de la autoexpresión. Su habilidad se traducirá luego en el trabajo con los niños.
  • Ocasiones. El mejor y más emocionante trabajo de los niños implica un encuentro intenso o excitante entre ellos y su mundo interior o exterior. Los maestros proporcionan las ocasiones para estas aventuras. A los niños les resulta difícil ser creativos sin ninguna inspiración concreta, en cambio, prefieren recurrir a la evidencia directa de sus sentidos o recuerdos. Estos recuerdos pueden volverse más vívidos y accesibles a través de las provocaciones y preparaciones del maestro. Por ejemplo, los maestros pueden alentar a los niños a que representen sus conocimientos e ideas antes y después de haber visto un espectáculo absorbente, realizado una excursión u observado y discutido una planta o un animal interesante traído a la clase.

En palabras de Einstein: «la imaginación es más importante que el conocimiento». La imaginación es la puerta a las posibilidades. Es donde comienzan la creatividad, el ingenio y el pensamiento innovador para el desarrollo infantil. El juego imaginativo y creativo es cómo los niños aprenden sobre el mundo. Durante el juego imaginativo, los niños manipulan materiales, se expresan verbal y no verbalmente, planifican (intencionalmente o no), actúan, interactúan, reaccionan y prueban diferentes roles. Grandes oportunidades de aprendizaje son posibles cuando los niños participan en juegos creativos.

Brindarles a los estudiantes estas oportunidades para conectarse con su creatividad y pasiones es vital para nuestra educación. Tenemos que ser capaces de utilizar estas experiencias personales para relacionar los conocimientos que obtenemos a través de la escuela para disfrutar realmente de la vida. Incorporar la creatividad en el plan de estudios no solo es vital para la educación de nuestros estudiantes, los maestros también continuamos aprendiendo de estas lecciones. La incorporación de enfoques más creativos a nuestra forma de educar sólo puede ayudarnos. Particularmente, en tiempos de desconexión, estos proyectos centrados en la creatividad son formas de seguir conociéndonos.

Emplear el pensamiento creativo mientras se manipula plastilina, crear recetas mezclando tierra y agua, trabajar con materiales de arte, chapotear en charcos o simular volar puede promover el desarrollo infantil, algo no sólo deseable sino necesario, pero lo que sin duda estimulará será la capacidad de soñar y, de este modo, crear nuevas realidades aún sin imaginar.  

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Verónica González del Olmo
Maestra de Educación Infantil y Máster en Enseñanzas Bilingües, Verónica es educadora en Enseñanza Positiva en el Aula y 1ª Infancia y maestra en el C.E.I.P. Gabriela Morreale de Leganés, Madrid.