Resumen: La importancia de las habilidades blandas (soft skills) como complemento a las habilidades duras (hard skills) es una realidad, ya que son cada vez más requeridas en los perfiles profesionales por parte de las empresas. Estas habilidades transversales suelen tener un espacio marginal dentro del mundo de la docencia reglada y, sin embargo, pueden obtenerse y mejorarse no solamente en los módulos de cada ciclo formativo, sino también desde las Aulas Profesionales de Emprendimiento (APE), las Aulas de Tecnología Aplicada (ATECA), las herramientas digitales o la internacionalización de los centros educativos.

 

Palabras clave: Internacionalización; Competencia Digital; Innovación; Emprendimiento; Habilidades Blandas; Formación Profesional.

 

Abstract: The importance of soft skills as a complement to hard skills is a reality. They are increasingly required by companies in the profiles of professionals. These transversal skills are usually marginalised in the world of regulated teaching. However, they can be acquired and improved not only in the training modules of each vocational training cycle, but also in professional entrepreneurship classrooms, applied technology classrooms (ATECA), digital tools or the internationalisation of training centres.

 

Keywords: Internationalitation; Digital Competence; Innovation; Entrepreneurship; Soft Skills;Vocational Training.

LAS SOFT SKILLS EN FORMACIÓN PROFESIONAL

Los modelos educativos han centrado durante muchos años sus enseñanzas regladas en la adquisición de conocimientos técnicos, conocidos como habilidades duras (hard skills). Sin embargo, desde hace varios años, y en plena revolución 4.0, diferentes estudios avalan la importancia de las habilidades blandas (soft skills) para el mejor desempeño del puesto de trabajo de los futuros profesionales.

Distintas habilidades para la sociedad del conocimeinto

Vivimos en la sociedad del conocimiento donde es necesario un nuevo enfoque en la formación para cubrir las demandas de los nuevos empleos (Alonso, 2019). La industria 4.0 ha obligado a trabajar de una forma diferente y el sistema educativo se está orientando a la adopción de tecnologías basadas en la transversalidad de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), dentro de una economía cada vez más digital, gracias a la globalización y a Internet, donde la innovación y la creatividad están en auge (Flores et al., 2019; Araya-Fernández y Garita-González, 2020). En este contexto de Educación 4.0, también es necesario el fortalecimiento de las habilidades blandas, complementarias para el profesional, para poder cubrir las necesidades del mercado laboral y saber adaptarse a las condiciones de cambio existente (Araya-Fernández y Garita-González, 2020), ya que los trabajadores van a desenvolverse en situaciones de incertidumbre donde el conocimiento se convierte en el centro de la producción de riqueza (Alonso, 2019).

Las Soft Skills en Foramción Profesional #CedRevistaDigitalDocente Share on X

La actualización de las competencias en el mundo educativo es uno de los retos actuales (Araya-Fernández y Garita-González, 2020), y los centros educativos que están inmersos en ella se apoyan en tecnologías digitales y en el uso de nuevas metodologías, trabajando sobre la relación directa entre la actividad educativa profesional y la actividad laboral (Flores et al., 2019).

Hay que tener en cuenta que, a pesar de que las competencias están ligadas a las personas y forman parte de ellas, hasta el siglo XX no se ha estudiado con detenimiento la relación entre habilidades y empleabilidad, es decir, entre la capacitación del individuo y el tejido productivo. Desde entonces, las competencias se han ido convirtiendo en una moneda de cambio y es necesario una inversión en ellas para el desarrollo de la sociedad actual (Crespo, 2021), donde, según Alonso (2019), se pide cada vez más perfiles knowmad (nómadas del conocimiento capaz de trabajar con cualquier persona, en cualquier entorno, de manera innovadora y creativa). Este perfil pide el desarrollo de habilidades blandas como las personales, las sociales, las comunicativas, la inteligencia emocional entre otras, que permitan a los individuos conseguir objetivos y que complementan a las competencias duras.

Soft skills

En España existe un desequilibrio entre las competencias impartidas al alumnado mientras estudia Formación Profesional y el empleo que se desarrolla en el mercado de trabajo, puesto que tiende a evaluarse el conocimiento técnico sin una visión integral de las habilidades, las destrezas y las actitudes (Araya-Fernández y Garita-González, 2020).

Los currículos de los diferentes estudios de Formación Profesional deben dar respuesta a las necesidades de cualificación globales demandadas por los sectores productivos, para lo que deben identificarse las habilidades que se requieran en cada momento, evitando los desajustes de la oferta y la demanda del mercado laboral (Crespo, 2021).

Actualmente, cuando se piensa en el perfil de una persona trabajadora para un puesto de trabajo, se tiene en cuenta tanto sus habilidades blandas como sus habilidades duras, ya que ambas son clave para la formación profesional del individuo (Ramírez y Manjarrez, 2022; Araya-Fernández y Garita-González, 2020).

Es importante no limitarse en el plano educativo a impartir conocimientos técnicos que responden a todo el conocimiento académico curricular obtenido durante el proceso formativo (habilidades duras), sino que también deben proporcionarse herramientas que se enfoquen en la parte emocional, permitiendo desarrollar habilidades blandas como la capacidad de comunicación, liderazgo, autocontrol, resiliencia, toma de decisiones y trabajo en equipo (Ramírez y Manjarrez, 2022; Crespo, 2021). Éstas últimas conseguirán que el profesional sea capaz de tener el control de sus emociones, mantener la calma ante situaciones de presión y tomar decisiones de manera acertada.

Están directamente relacionadas con la inteligencia emocional del individuo que dispone la capacidad para aprenderlas y mejorarlas y Goleman (1999) ya las clasificaba en cinco diferentes: autorregulación, motivación, conocimiento de uno mismo, empatía y habilidad social.

Actualmente, según Araya-Fernández y Garita-González (2020), algunas de las habilidades blandas más demandadas por el sector empresarial son las siguientes: gestión del tiempo, colaboración, comunicación escrita y oral con los diversos actores del sector productivo tanto dentro como fuera de la empresa y resolución de problemas. Este tipo de habilidades se evalúan por las empresas a través de las entrevistas con el uso de coaching o con preguntas para analizar respuestas en situaciones reales.

Por todo ello, la fase formativa debe asegurar no solo la preparación técnica e intelectual actualizadas, propias de las habilidades duras, sino también de las habilidades emocionales que las complementan (Ramírez, 2013). Y para llegar a ellas, es vital que el profesorado tenga a su vez, una preparación integral (Ramírez y Manjarrez, 2022).  Según Ramírez (2013), estas habilidades son sencillas de enseñar a los jóvenes cuando el docente también las tiene incorporadas en su perfil y las aplica mediante estrategias y herramientas como los proyectos ABP u otras diferentes. Sin embargo, actualmente los distintos ciclos formativos de Formación Profesional desarrollan en gran medida las denominadas competencias profesionales, quedando de forma casi residual, el adiestramiento en habilidades blandas, cuando en realidad vivimos en un contexto cambiante y volátil, donde existe la necesidad de construir un aprendizaje significativo más centrado en las competencias personales y emocionales, que participe en un diálogo constante con las necesidades del mercado de trabajo (Crespo, 2021). Las habilidades para impulsar el espíritu emprendedor y las actitudes para la formación continua son complementos necesarios en el contexto económico actual (Araya-Fernández y Garita-González, 2020).

Esto es importante, porque, acorde a Crespo (2021), el alumnado tiene un escaso nivel de habilidades sociales, apuntando las causas a un bajo nivel de autoconocimiento, motivación, capacidad de interacción y resolución de conflictos. También afirma que hay empresas que consideran que las personas candidatas en un proceso de selección carecen de las habilidades técnicas o sociales que necesitan para sus organizaciones. En su estudio de 2019, ocho de cada diez empresas afirmaron haber encontrado algún tipo de dificultad para cubrir determinados puestos, al no encontrar profesionales adecuados y/o las competencias necesarias en los candidatos postulados a las ofertas, lo que plasma la escasez de talento en el entramado empresarial actual. Esto pone de relevancia que la excelencia en el desempeño adquiere mayor relevancia, ya que ser poseedor de aptitudes emocionales tiene un mayor interés para la empresa que las referidas a la capacidad técnica o intelectual (Crespo, 2021).

Por todo ello, Araya-Fernández y Garita-González (2020) inciden en la importancia de disponer de un planteamiento integral que permita a los centros de enseñanza profesional obtener los resultados deseados que garanticen la formación holística del nuevo profesional. En base a ello, determinan que los ejes principales de la estrategia de incorporación de las habilidades blandas en el plan de estudio de manera sistemática, son:

  • Una definición de políticas de gestión académica que garanticen la capacidad humana y organizacional para el cumplimiento de objetivos referentes a las habilidades tanto blandas como técnicas.
  • Una vinculación con el mercado laboral para obtener retroalimentación de los sectores productivos, en relación con su satisfacción respecto del perfil de salida del nuevo profesional.

El desarrollo de las habilidades blandas y las habilidades duras permite que el individuo forme un pensamiento crítico y creativo, que permite su integración en el ámbito laboral de una manera efectiva y eficiente, lo que genera innovación en el desarrollo de toda sociedad (Ramírez y Manjarrez, 2022).

Competencia digital

En un mundo cada vez más globalizado gracias a la expansión de Internet y a la “democratización” de los viajes y el transporte, las Tecnologías de la Información y la Comunicación se han convertido en una herramienta imprescindible para el futuro profesional dentro de la sociedad del conocimiento. Enseñar a pensar es la mejor herramienta para hacer frente a un futuro incierto en el que la tecnología está provocando que en el mercado laboral desaparezcan empleos tradicionales y se generen otros nuevos. A nivel formativo, el e-learning o la realidad virtual pueden generar nuevas competencias, incluso las redes sociales suponen ya muchas veces el primer contacto de las empresas con sus futuros trabajadores. El uso inteligente de estas herramientas facilita la profesionalización y la inserción laboral del alumnado (Alonso, 2019).

Por ello, es vital que el profesorado tenga la competencia digital necesaria, con el objetivo de poder proporcionar una educación sólida y actualizada a su alumnado.

La Competencia Digital Docente (CDD) es el conjunto de conocimientos, capacidades y actitudes del docente para poder aprovechar el uso de las TIC a nivel tecnológico, comunicativo y ético, de forma integradora para mejorar e innovar en educación. Una vez que el profesorado la tenga adquirida, puede ayudar en el empoderamiento del alumnado para la obtención de un perfil profesional más completo (Cabero-Almenara et al. (2020).

La CDD, dentro del Marco Europeo para la Competencia digital de los Educadores (DigCompEdu), gira en torno a seis niveles de aprendizaje desde A1 a C2, y seis áreas competenciales: compromiso profesional, recursos digitales, enseñar y aprender, evaluación, empoderar a los estudiantes y facilitar la competencia digital del estudiante. Cada área, a su vez, lleva unas competencias asociadas que el profesorado debe ir adquiriendo de forma progresiva para poder crear estrategias de aprendizaje mediante herramientas digitales.

Según Flores et al (2019), el profesorado debe formarse en las TIC, puesto que su rol también se está transformando, y utilizar otras estrategias metodológicas que se apoyen en las mismas, como el Aprendizaje Basado en Problemas o en Retos, que además son apropiadas para trabajar de manera transversal determinadas habilidades blandas como el trabajo en equipo o la comunicación.

Innovación y empredimiento

Aunque la CDD y las habilidades blandas pueden trabajarse desde cualquier espacio, es cierto que se necesitan nuevos planteamientos más versátiles que el aula tradicional y que permitan otro tipo de proceso educativo, donde la creatividad y la innovación sean una constante.

Para ello, la Ley Orgánica 3/2022, de 31 de marzo, de ordenación e integración de la Formación Profesional, en su título VIII, establece la creación del Aula Profesional de Emprendimiento (APE) y el Aula de Tecnología Aplicada (ATECA), respaldando al emprendimiento y a la innovación dentro de la FP.

Las APE se crean para impulsar las habilidades emprendedoras de forma práctica, fomentando el espíritu emprendedor en el alumnado para generar proyectos viables e innovadores y trabajando con metodologías activas mediante estrategias más integrales.

Acorde a la Guía del Aula de Emprendimiento de 2021, en las APE, además de trabajar en la creación de un proyecto emprendedor, también se formará en habilidades blandas, como la comunicación, el trabajo en equipo, la flexibilidad o la toma de decisiones. No se puede olvidar que el emprendimiento profesional está conectado a la productividad. Por ello, se están trabajando estrategias desde el plano educativo profesional como el módulo de Empresa e Iniciativa Emprendedora, las APE, las habilidades blandas y nuevas metodologías adaptadas a las demandas de los nuevos profesionales. Se busca la capacitación de la persona, con un enfoque que tiende a aportar flexibilidad de adaptación a los cambios productivos y tecnológicos (Crespo, 2021).

Con las Aulas ATECA se ha buscado que el alumnado pueda investigar gracias al uso de nuevas tecnologías, para lo cual, se va a trabajar desde un espacio más flexible, transversal y colaborativo, evitando la rigidez tradicional de los espacios educativos.

Para ese trabajo en el aula ATECA, FP Innova (2022) ha constatado que el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), Basado en Retos o el Lean Startup son las metodologías más frecuentes a utilizar, ya que permiten la validación de las propuestas trabajadas por el alumnado. Este tipo de metodologías apoyan a que transversalmente se adquieran o mejoren habilidades blandas como el trabajo en equipo, la comunicación y la toma de decisiones.

Internacionalización

El sistema de Formación Profesional en España está evolucionando con el fin de mejorar su calidad en el mercado laboral y actualmente se vive en un cambio social más internacional (Alonso, 2019) y por ello, dentro de las diferentes estrategias, la internacionalización, reforzada por la Ley Orgánica 3/2022, es una de las que ha cobrado más importancia.

De hecho, en su título IX “Conocimiento de Lenguas Extranjeras e Internacionalización del Sistema de Formación Profesional”, habla en su artículo 106 de impulsar la suscripción de acuerdos de colaboración y realización de proyectos con otros países, la participación en programas de intercambio o el intercambio de buenas prácticas. Y en su artículo 108 se habla de la importancia de obtener competencia lingüística de lenguas extranjeras para su aplicación en el ámbito profesional.

Una de las iniciativas más importantes para la internacionalización de la Formación Profesional en España es el programa Erasmus+, donde el mayor peso se ha centrado en la realización de la Formación en Centros de Trabajo (FCT) o prácticas en empresa en Europa. El alumnado que realiza las prácticas en el extranjero debe de hacer frente a las situaciones de incertidumbre que se presentan y tanto dentro del aula como durante sus prácticas, deben aprender a desarrollar sus capacidades digitales, así como a trabajar las emociones, a superar la frustración y a trabajar bajo presión. Las prácticas son un espacio cargado de emociones, donde el aprendizaje generado imprime más huella que cualquier aprendizaje teórico Alonso, (2019).

Tal y como recoge Mascarós (2022), durante el periodo 2021-2027, el programa Erasmus+ tiene entre sus objetivos:

 

  • Adaptar la educación y la formación profesionales a las necesidades del mercado de trabajo, ofreciendo una combinación equilibrada de capacidades profesionales.
  • Contribuir a la innovación en el ámbito de la Formación Profesional. Ayudar a promover la creatividad, el empleo y el espíritu empresarial.
  • Apoyar el desarrollo de aprendizaje innovador y basado en las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

Es decir, que este programa fomenta la red de contactos y promueve el intercambio de nuevas metodologías promoviendo la innovación educativa y el uso de la lengua extranjera, obteniendo beneficios que van más allá del campo profesional, evidenciándose una mejora de capacidades inter e intrapersonales, como el aumento de la seguridad, la autonomía y la motivación, lo cual lleva a que el profesorado también se adapte a este espacio internacionalizado.

Formación transversal en los centros integrados de formación profesional

Repasando todos los apartados anteriores, se observa que, para formar a un profesional integral dentro de la sociedad del conocimiento y en un entorno 4.0, es necesario trabajar diferentes áreas que promuevan tanto el desarrollo de las habilidades duras como de las habilidades blandas.

Como se puede observar en la figura 1, todas estas premisas conducen a generar el perfil profesional para el alumnado de FP que pueda adaptarse a las necesidades del mercado laboral.

Ahora bien, teniendo en cuenta el contexto sobre el que nos hemos ubicado y reconociendo la importancia de estos cuatro ejes, se pretende valorar las diferentes opciones que un centro educativo puede tener actualmente para determinar cómo poder llegar a desarrollarlos de una forma real, a través de un estudio de caso. Y para ello, se van a utilizar las habilidades blandas como vehículo transversal (las habilidades duras se consideran obtenidas una vez que el alumnado supera los módulos a estudiar y titula). El objetivo será proporcionar una mayor calidad de enseñanza al alumnado y que ésta revierta en su mayor y mejor empleabilidad en el mercado laboral.

Este estudio de caso se centra parte de un Centro Integrado de Formación Profesional de Castilla y León del sector industrial. Lo más importante es que la mejor y mayor empleabilidad del alumnado sea una de las principales metas recogidas en el Proyecto Funcional de Centro, para que se incluya en todos los módulos y proyectos que se desarrollen en el centro de forma integral. Esa meta se desarrollará a través de varias vías y deberá estar respaldada por políticas internas de centro que apoyen al docente, como la creación de grupos de trabajo o tener horas para la coordinación de estos o para la realización de proyectos. También deben tenerse en cuenta a través de la Consejería de que la realización de estos proyectos proporcione puntuación para oposiciones, concursos de traslados, etc., en el apartado de innovación educativa.

Dentro del primer eje identificado (hard & soft skills) se debe asumir que las habilidades duras se obtienen con la superación de cada módulo, mientras que las blandas se trabajan solamente en algunos módulos y a veces únicamente de forma superficial. La manera de reforzarlas es seguir trabajándolas transversalmente en cada uno de los otros tres ejes (figura 1) para que salgan reforzadas y las empresas no consideren que los perfiles profesionales que demandan carecen de ellas.

Dentro de un ciclo formativo pueden trabajarse en diferentes módulos mediante proyectos intermodulares o asumiendo parte de su peso en módulos transversales como Empresa e Iniciativa Emprendedora. Sería positivo que se trabajara una competencia por trimestre, de modo que dé tiempo a adquirir destreza en su uso, y deberían evaluarse en las actividades bajo ítems concretos junto con las habilidades duras. De manera más específica, también pueden mejorarse con programas cortos que se realizan desde la Dirección General de Formación Profesional y en colaboración con las Cámaras de Comercio y otras entidades como CaixaBank Dualiza, para que el alumnado que va a incorporase a las empresas mediante las FCT las trabaje en los días previos al inicio de las mismas.

Desde el segundo eje de entorno digital la Consejería de Educación de Castilla y León ha generado el proyecto CoDiCe TIC donde se anima al profesorado a usar metodologías activas mediante las TIC para que, tras la adquisición de la competencia digital, puedan ayudar al desarrollo de la competencia digital del alumnado.

En el centro educativo se puede trabajar esta competencia digital desde los diferentes módulos a través de la tecnología de uso personal y diaria en el aula (por ejemplo, redes sociales), así como con otro tipo de opciones como el uso de la realidad virtual, la impresión láser y 3D, o software específico propio de la materia objeto de estudio. El uso de estos recursos del centro a través de metodologías como Design Thinking o la Gamificación fomentarán en el alumnado el trabajo en equipo, el liderazgo y la toma de decisiones.

Bajo el punto de vista de la innovación y el emprendimiento (tercer eje), un centro con un APE y al menos un aula ATECA tendrá más facilidad para trabajar con metodologías activas y nuevas estrategias como Lean StartUp, gamificación y ABP, donde, de manera transversal, se puedan trabajar habilidades blandas como la comunicación (persuasión, asertividad), el trabajo en equipo y la actitud crítica.

Estos espacios van a poder acometer las distintas necesidades de los proyectos que se realicen, ya sean propios de un módulo, o derivados de programas creados por empresas u otros organismos como, por ejemplo, el ASTICHALLENGE o el STEM Talent Girl.

Estas opciones vendrán reforzadas si el centro participa en la red de Centros Nacionales de Excelencia, donde las nuevas metodologías, la innovación y la internacionalización son clave.

Finalmente, en el aspecto del cuarto eje, la internacionalización, el centro debe apostar por diferentes vías:

  • Implantación de bilingüismo en algunos de sus ciclos formativos para que la mejora del idioma revierta en su empleabilidad. Para ello, debe adecuarse a la Resolución de 23 de junio de 2021 por la que se establece con carácter experimental proyectos bilingües de formación profesional.
  • Participación en el programa Erasmus+. Deben abordar diferentes opciones: desde la movilidad en FCT para el alumnado y la movilidad para formación y docencia del profesorado, hasta la involucración en algún proyecto KA2 para intercambio de alumnado, metodologías y buenas prácticas.

En conclusión, podemos admitir que es necesario la implicación de la comunidad educativa en las habilidades blandas para potenciar perfiles integrales demandados por las empresas. Y para ello, se necesita a profesorado formado, tanto en habilidades blandas, como en metodologías activas, con habilitación lingüística y con competencia digital. El hecho de que un centro cubra desde los diferentes ejes la necesidad del fomento de las habilidades blandas hace que se creen sinergias por la interconexión de los diferentes factores que las potencian, y, además, siempre bajo el respaldo de la Ley de FP.

Como contrapartida, se debe tener en cuenta que el alumnado llega al centro educativo con bajas habilidades blandas, con desconfianza para trabajar en su mejora y con falta de motivación por la incertidumbre económica y social. También hay que tener en cuenta que hay una excesiva carga teórica en módulos que impide desarrollar con la profundidad adecuada las habilidades blandas, a lo que se une una alta rotación de profesorado interino y una reticencia a las nuevas metodologías activas por parte del profesorado de más edad, lo que hace dificulta en cierta medida al centro educativo trabajar como se ha propuesto. Esto mismo ocurre con la internacionalización del centro, que debe implantarse de forma gradual y donde la implicación y cualificación del profesorado es básica para el alumnado.

En resumen, estas habilidades blandas recogidas en los respectivos Decretos de cada ciclo formativo deben estar respaldadas por el Proyecto Funcional de Centro, de modo que se trabajen no solo a nivel de centro como con la internacionalización, sino también en cada uno de los módulos, utilizando para su desarrollo la competencia digital y los nuevos espacios de las APE y aulas ATECA.

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Ana María De Obesso Grijalvo
Ana María es licenciada en Administración y Dirección de empresas y diplomada en Turismo, además de máster en Investigación en Economía de la Empresa. En la actualidad, imparte clases en el CIFP Simón de Colonia (Burgos)