Resumen: Las emociones tienen una gran influencia en la conducta individual y ya desde edades muy tempranas comienzan a consolidarse en el pensamiento racional del niño, influyendo directamente en las decisiones de la vida cotidiana. Saber gestionar las emociones correctamente es fundamental para el desarrollo personal y social, pero también académico, por lo que a lo largo de las siguientes líneas se abordarán los aspectos relacionados con las emociones y las dificultades de aprendizaje

 

Palabras clave: Emociones; Desarrollo emocional; Dificultades de aprendizaje; Autoconcepto; Autoestima.

 

Abstract: Emotions have a great influence on individual behavior and from a very early age they begin to consolidate in the rational thought of the child. Directly influencing the decisions of daily life. Knowing how to manage emotions correctly is essential for personal and social development, but also academic. Aspects related to amotions and learning difficulties will be addressed on this paper.

 

Keywords: emotions; learning difficulty; self-concept; self-esteem; disorder.

LOS TRASTORNOS EMOCIONALES COMO DIFICULTADES DE APRENDIZAJE

Dentro del contexto escolar, constantemente se lanzan al aire expresiones referidas al alumnado de comportamientos pasivos, agresivos, con escasa motivación por las tareas y quehaceres diarios.  En la mayoría de las ocasiones, suelen realizarse sin conocer de primera mano la raíz o el motivo principal que origina el comportamiento que está manifestando el alumnado. Simplemente se anuncia un argumento vago y generalizado que justifica el desconocimiento y desinterés por conocer verdaderamente el origen de una necesidad.

Esta situación tan cotidiana que viven numerosos escolares es la muestra de que existen ciertos condicionantes no visibles que agravan una realidad educativa muy importante, y como consecuencia, son el punto de partida hacia la dificultad en el aprendizaje.

Dichos condicionantes son los déficits emocionales; reconocer las propias emociones y saber manejarlas permitirá al alumnado desarrollar una capacidad de autocontrol emocional y, por ende, promover conductas prosociales.  

Los trastornos emocionales como dificultades de aprendizaje #CedRevistaDigitalDocente Clic para tuitear

Por tanto, quizás sea el momento de analizar las preconcepciones que se tienen sobre el comportamiento de este tipo de alumnado, ya que probablemente ese comportamiento esté siendo motivado por algún tipo de inestabilidad emocional. En ese sentido, la alarma se habría activado y solo quedaría profundizar en dicha cuestión.

Emociones y aprendizaje

El aprendizaje podemos entenderlo como el proceso que permite una adquisición de conocimiento y comprensión de las experiencias que conduce al crecimiento integral del individuo y promueve su proceso de autonomía y se manifiesta en conductas duraderas (Agulló, 2010).

El verdadero aprendizaje promueve que el alumnado se convierta en un ser autónomo, que va descubriendo sus propios recursos y, a su vez, aprendiendo aquellos que complementen sus propias capacidades.

La cuestión no es otra que conocer en profundidad las propias emociones, así como las de los demás. Es necesario conocer cómo se emocionan los alumnos y porqué se emocionan, pero como docentes hemos de plantearnos si realmente son tan importantes las emociones en dicho proceso de aprendizaje.

Según Bisquerra (2006), las emociones son respuestas del organismo ante estímulos internos (un pensamiento) o externos (un abrazo) que se manifiestan en reacciones fisiológicas, cognitivas y motoras. Todas estas respuestas predisponen al individuo a una acción determinada, por tanto, la motivación aparece como factor determinante.

En este sentido, cada emoción nos predispone a una determinada actuación, donde hay emociones que favorecen el aprendizaje y otras que lo dificultan. Es decir, que algo nos guste, nos emocione, indudablemente favorecerá una fuerte motivación y nos ayudará a preservar en una misma dirección a pesar de las dificultades. Por el contrario, si experimentamos emociones demasiado intensas, el aprendizaje se verá perjudicado, ya que las conexiones cerebrales podrían bloquear nuestro pensamiento reflexivo (respuestas racionales).

Las respuestas racionales son aquellas que aportan la capacidad de pensar, procesar, comprender y planificar. Estas funciones, tan importantes para adquirir procesos de aprendizaje como la lecto-escritura o el cálculo, están sustentadas por respuestas emocionales.

Atendiendo a Rigó (2006), existen tres aspectos esenciales que relacionan las emociones con el aprendizaje:

  • Dimensión personal, que es la capacidad de auto-regularse durante el proceso de aprendizaje.
  • Dimensión relacional-social, referida a la manera de relacionarse satisfactoriamente a través de interacciones con los docentes o el resto de compañeros.
  • Dimensión motivacional, que es la actitud con la que se enfrenta una tarea o situación, en la que uno puede inhibirse o dinamizar.

La propia gestión de la emoción, determinará la capacidad de aprender, de relacionarnos mientras se aprende, y de motivarnos para aprender.

Las emociones en educación primaria

Las emociones sirven para conocerse uno mismo y conocer los propios límites, así como saber aquello que le da sentido a la vida. Por ejemplo, si una persona me ignora sentiré tristeza o rabia, al igual que sentiré lo mismo si no soy capaz de realizar una tarea o actividad, conociendo mis limites o capacidades que no tengo.

Esta función de autoconocimiento que muestra el ser humano nace de las emociones, cuyo auge despierta en la etapa de educación infantil y va evolucionando hasta lograr la madurez, pasando por la etapa de educación primaria.

Una vez que el niño tiene consciencia de la propia existencia, se desarrolla la consciencia de la existencia de otras mentes, que abre las puertas a las emociones sociales, que promueven conductas de interrelación entre individuos (Morgado, 2006).

 

Según el aprendizaje que reciban los niños a esta edad, aprenderán a competir o a compartir. En este sentido, es interesante que la función del docente en la formación y transmisión de conocimiento a su alumnado ponga como punto de inflexión la capacidad de comunicación y de empatía, transmitiendo especialmente la sensibilidad social.

 

Esta sensibilidad por las relaciones socio-afectivas debe desarrollarse durante la etapa primaria. La capacidad cognitiva que se experimenta en dicha etapa es mayor, pues será indispensable para comprender las propias emociones y adecuarla al contexto.

Para entender qué tipos de emociones pueden aparecer en la etapa de educación primaria, conviene hacer referencia a la clasificación que plantea Ibarrola (2013), donde distingue entre:

  • Emociones primarias, que son aquellas reacciones innatas, preorganizadas, del organismo ante un estímulo del entorno. Encontraríamos: la ira, el miedo, la alegría, la sorpresa, el asco y la tristeza.
  • Emociones secundarias, que son creadas, deliberadamente por el ser humano en función de la cultura, las experiencias vividas, las creencias personales o el entorno social. Entre ellas aparecen: la culpabilidad, los celos, la vergüenza, la timidez, el orgullo, la empatía, la esperanza, la compasión, etc.

Características más comunes del alumnado

El alumnado que presenta un trastorno emocional posee unas características muy comunes. Tomando como referencia la propuesta de Rigó (2006), se recogen las particularidades más relevantes de cada una de las dimensiones que abarca el aprendizaje de las emociones:

Dimensión personal engloba el autoconcepto, al autoestima y la autorregulación.

El autoconcepto: Se trata de un constructo elaborado a partir de la imagen que uno tiene de sí mismo junto con la integración de elementos derivados de la propia experiencia y del feedback de las personas de referencia. El autoconcepto sirve para regular la conducta, los estados afectivos y actúa como agente motivador a la hora de enfrentar una tarea.

Evidencias en el alumnado: suele tener un autoconcepto más negativo en el área académica. Además, en el aspecto social se perciben como peores compañeros de clase o incluso malos hijos.

 

La autoestima: Es la actitud positiva o negativa hacia uno mismo, es decir, consiste en considerarse competente para asumir los desafíos básicos de la vida y sentirse digno para disfrutar de la felicidad. En la autoestima juegan un papel crucial la confianza personal y el respeto a uno mismo.

Evidencias en el alumnado: Se perciben a sí mismo de manera más negativa, su eficacia personal es disminuida al disponer de menos recursos y estrategias para regular su comportamiento.

 

La autorregulación: Es la capacidad que nos permite controlar la expresión de nuestros sentimientos, emociones y conductas, y adecuarlos al momento y al lugar.

Evidencias en el alumnado: El fracaso continuo en los aprendizajes, puede conllevar en los menores la presencia de emociones y conductas poco reguladas. Estas constituyen un síntoma de alarma.

 La Dimensión relacional-social comprende la propia comprensión de las interacciones sociales.

La competencia social tiene que ver con la capacidad para reconocer las emociones en los demás y saber mantener relaciones interpersonales satisfactorias. El momento vital cuando se desarrolla esta competencia es durante la época primaria. A partir de los 7 años la capacidad de detectar emociones en los demás está muy desarrollada, por lo que es posible que un alumno pueda situarse en la posición de otra persona, es decir, empatice.

Evidencias en el alumnado: En el alumnado con carencias emocionales sociales la principal característica que podríamos encontrar es una baja autoestima, así como una muestra de indiferencia por el resto. Esto puede aparecer como resultado de no necesitar al resto o, por el contrario, no sentirse partícipe de un grupo social.

En la Dimensión motivacional encontramos las atribuciones causales y las expectativas de logro.

La motivación es el proceso que permite el inicio, la dirección, la intensidad y la perseverancia de la conducta encaminada hacia el logro de una meta. Además, está mediada por las percepciones que las personas tienen de sí mismas y de las tareas a las que se ven enfrentadas. Aquí, subyacen dos subprocesos:

  • Atribuciones casuales: Son aquellas conclusiones o pensamientos que se extraen de los resultados obtenidos de una situación concreta. Las atribuciones tras realizar un ejercicio de clase podrían ser: esfuerzo, suerte, facilidad o dificultad, capacidad o ausencia de ella… Según la atribución que se otorgue el resultado emocional será diferente, dependiendo del grado que se atribuya al resultado del ejercicio.
  • Expectativas de logro: Es el deseo de lograr el éxito y evitar el fracaso. Las conductas están motivadas por las expectativas de alcanzar una meta y el valor que se le asigna a esa meta, cuyo incremento se percibe cuando está bajo el control propio.

Podríamos concluir que el autoconcepto académico se va conformando a través de las atribuciones de los éxitos y fracasos, tanto por el propio alumnado como por sus educadores, familia y compañeros. El proceso se retroalimenta, pues dependiendo de los resultados que vaya obteniendo, el autoconcepto irá cambiando.

Identificación de déficits emocionales

Existen unos indicadores en el alumnado con dificultades de aprendizaje que permiten la identificación del déficit emocional o la carencia de emociones (Rigó, 2006):

  • Rechazo de las situaciones de aprendizaje: huida y hostilidad.
  • Agresividad y hostilidad en general.
  • Poca tolerancia a la frustración en situaciones de presión.
  • Dependencia fuerte hacia los adultos.
  • Inquietud ante lo que está por venir.
  • Alta tendencia a la distracción.
  • Desanimo constante.
  • Comportamientos de llamada de atención.

Todos estos comportamientos suelen generan incomodidad en los docentes. Se suele atribuir, en ocasiones, a una situación personal, donde la visión hacia el alumno tiende a desfocalizarse del verdadero problema. Un ejemplo de preguntas retóricas para ayudar a comprender al alumno y buscar una solución serían: ¿Qué es lo que el alumno trata de comunicarme? ¿Qué necesidad no cubierta hay detrás de este comportamiento?

Para dar con la respuesta a las preguntas se debe atender a los diferentes tipos de indicadores en los que un docente puede basarse para lograr comprender la situación de su alumnado. Entre estos indicadores se encuentran:

  • Los indicadores externalizantes, es decir, se manifiestan a través de comportamientos observables. Entre estos se encuentran las conductas agresivas, la negación por acatar normas y reglas, la pasividad, la escasa comunicación o las llamadas de atención.
  • Los indicadores internalizantes, no observables desde afuera, si no que tiene que ver con la vivencia interna. La baja percepción de control personal, la ansiedad, el autoconcepto negativo o la depresión son algunos de ellos.

Conviene prestan una especial atención a este tipo de indicadores, pues son síntomas depresivos y de una inestabilidad emocional en el alumnado. Estos interfieren enormemente en el proceso de aprendizaje, y pasan mucho más desapercibidos que otros síntomas menos silenciosos y más disruptivos.

Propuesta de intervención

Para llevar a cabo la propuesta de intervención se tendrán en consideración las diferentes dimensiones que relacionan el aprendizaje con las emociones. De esta manera, se pretende profundizar en aquellos aspectos más relevantes que para la mejora de los aprendizajes.

El autoconcepto intelectual

  • Partir de una visión real de las capacidades, recursos y conocimientos previos del alumno.
  • Ofrecer recursos para alcanzar los objetivos de aprendizaje planteados.
  • Saber comunicar los resultados que requieren una mejora.
  • Facilitar la evaluación del propio rendimiento

El autoconcepto social

  • Promover el aprendizaje cooperativo, con metas realistas, claras y bien definidas, donde el éxito depende de todos.
  • Promover situaciones donde el alumno pueda resolver un papel positivo y activo en relación a sus compañeros y sus figuras de referencia.

La autoestima

El primer paso consiste en cambiar la autopercepción negativa hacia una más positiva. Un buen ejemplo sería verbalizar las propias virtudes y mantener un acercamiento emocional empático.

En segundo lugar, es importante promover la eficacia personal y enseñar recursos y estrategias para regular el propio comportamiento, donde podrían emplearse estrategias como:

  • Detectar las situaciones problemáticas en el ámbito escolar.
  • Reducir la ansiedad ante las situaciones estresantes a través de técnicas de relajación y autocontrol.
  • Desarrollar técnicas de resolución de problemas.
  • Adquirir expectativas y aspiraciones realistas.

La autorregulación

  • Reconocer las emociones y los sentimientos en el momento que aparecen.
  • Conocer las emociones que se sienten y expresarlas.
  • Evaluar la intensidad de las emociones y el grado de las mismas.
  • Adoptar estrategias de regulación y conocer los “detonadores” de las emociones.

Dimensión relacional-social.

Durante la época primaria, la adquisición de habilidades sociales, favorecerá el aprendizaje, por tanto, siguiendo a Ibarrola (2013), en el aula-grupo se ha de promover:

  • La empatía cognoscitiva, el comprender la perspectiva del otro.
  • Detectar las señales sociales que indican lo que los demás quieren o necesitan.
  • La escucha de los demás.
  • La asertividad: expresar opiniones y sentimientos, sin ira ni pasividad.
  • La colaboración y la cooperación.

Dimensión motivacional

Si la meta está puesta en el aprendizaje, se puede enfatizar el valor intrínseco del aprendizaje y del esfuerzo. Si por el contrario la meta está puesta en el rendimiento, se enfatiza la capacidad como determinante del rendimiento, evitando tareas complejas.

Es importante promover actividades que se centren en el desarrollo de las capacidades, y no en los resultados obtenidos. Para ellos hay que revisar las propuestas de aprendizaje, y la evaluación que se aplica.

Durante la etapa de primaria se desarrollan las competencias emocionales sociales como la empatía cognitiva, la idea de igualdad, la cooperación, la sensibilidad social, y la flexibilidad de la conducta en entornos sociales. Las emociones son la base sobre la que se sustentan los procesos racionales que permiten el aprendizaje de procesos más racionales como la lecto-escritura y el cálculo.

Las emociones van a posibilitar el aprendizaje a través de procesos personales (capacidad de autorregulación), relaciones sociales (interacción con el profesor y compañeros) y motivacional (determinación para fijarse objetivos y perseverar en el esfuerzo).

Los déficits emocionales van a estar presentes en los trastornos del aprendizaje;  éstos son aquellas manifestaciones de la conducta que derivan en actitudes disruptivas o pasivas. Los déficits emocionales se identifican a partir de indicadores externalizantes como la agresividad y hostilidad en general, poca tolerancia a la frustración en situaciones de presión, comportamientos para llamar la atención, etc. e internalizantes, como baja percepción de control personal, ansiedad, autoconcepto negativo y depresión.

 

Como propuesta de intervención la actuación docente se ha de basar en potenciar el autoconcepto, la autoestima, la autorregulación y las interacciones sociales cooperativas y la motivación.

La no detección de estos problemas repercutirá en el bienestar y en la motivación por aprender del menor. Sin apenas darnos cuenta y sin que la causa sea perceptible, alejamos a estos niños, desde su más tierna infancia, de su derecho y oportunidad de crecer en las mismas condiciones que sus compañeros y, al mismo tiempo, los alejamos también de poseer las herramientas necesarias para el día de mañana, donde puedan gestionar sus propias vidas con suficientes recursos emocionales para dedicarse a aquello que les apasione y les motive.

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Alejandro Poveda Otazo
Graduado en Educación Primaria con mención en Educación Física, Alejandro es también Máster en Investigación en Educación Física y Salud (Murcia).