El uso del cuento en la escuela

Análisis bajo el prisma de la desigualdad de género

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El uso del cuento en la escuela

Literatura y desigualdad de género

Desde su origen, los cuentos han sido la fuente de la que se ha servido la sabiduría popular, para transmitir valores y comportamientos que permiten la socialización de los individuos. En la actualidad son una importante herramienta didáctica con la que trabajar diferentes aspectos que abarcan desde la enseñanza de la lectoescritura hasta la socialización de los niños y niñas.

Centrándonos en este último aspecto, este artículo quiere poner de manifiesto la importancia que tiene el lenguaje verbal y visual de los cuentos en la creación y presencia de estereotipos de corte sexista en nuestra sociedad.

Análisis del cuento bajo el prisma de la desigualdad de género. #CEdRevistaDigitalDocente Clic para tuitear

LOS CUENTOS EN LA ESCUELA

Material para un público infantil

A pesar de que los cuentos en su origen no estaban destinados a un público exclusivamente infantil (hecho que se debe a que la infancia como etapa diferenciada no aparece hasta el siglo XIX), en los últimos años han tenido un gran peso en la educación y socialización del ser humano. Desde que los adultos reconocen la necesidad de formar y educar a todos los niños y niñas en la construcción de su identidad personal y social, cobran una gran importancia todos los materiales propios relacionados con la infancia en lo que respecta a su función meramente educativa. A este respecto, los cuentos, debido a su configuración como material didáctico y de transmisión de valores, destacan por encima del resto debido a sus características propias y ha aumentado de manera significativa su presencia en las aulas.

Los cuentos, en todos los formatos posibles, constituyen el material didáctico más usado en el entorno educativo.

La desigualdad de género: ¿Una realidad invisible?

Antes de comenzar con el análisis del cuento, creemos interesante clarificar el concepto de desigualdad de género y hacer visible el problema. Partiendo del trabajo de Raygadas (2004) podemos señalar la discriminación sexual como un factor de desigualdad a partir de cual se configuran distinciones sociales y culturales entre hombres y mujeres convirtiendo las diferencias biológicas en jerarquías de poder, estatus e ingresos. Este autor define la desigualdad de género como el reparto de tareas, empleos y profesiones en función del género femenino o masculino.

Desafortunadamente podríamos ir más allá a la hora de ilustrar los problemas subyacentes a la desigualdad de género y mencionar los casos de violencia, la brecha salarial o la homofobia .

El valor didáctico y socializador del cuento

Bruno Bettelheim (2007), partiendo del trabajo de Vladimir Propp en el siglo pasado, señala a lo largo de sus investigaciones cómo los cuentos proyectan la psique de los niños y las niñas, especialmente sus miedos y temores, mostrándoles el camino a seguir para superarlos. Además es habitual observar el modo en que los cuentos plantean una situación iniciática en la que los protagonistas deben alejarse de sus progenitores, para superar una serie de pruebas y adversidades que les permitan convertirse en seres adultos. Este hecho nos invita a detenernos en la estructura arquetípica del cuento y en cómo ésta contribuye de manera explícita e implícita a que los niños y niñas configuren una personalidad basada en una realidad patriarcal y, por lo tanto desigual, en lo que a género se refiere.

Por otro lado, en numerosas ocasiones los personajes realizan acciones que sirven para reproducir estereotipos y roles, los cuales contribuyen a determinar el papel en la sociedad de hombres y mujeres, ya que a pesar de su carácter ficticio las historias narradas guardan ciertos paralelismos con situaciones reales con las que los lectores se pueden identificar fácilmente y convertirse en modelos de conducta.

Además de su función socializadora, desde el punto de vista didáctico los cuentos son un recurso de trabajo dentro del aula, ideal para el aprendizaje de la lectoescritura, el desarrollo de la creatividad, el aprendizaje conceptual o el entrenamiento de la inteligencia emocional, dado que son textos cortos que permiten por un lado su lectura completa dentro de clase y por otro lado, los niños y niñas pueden mantener su atención durante el desarrollo de la actividad.

Por tanto, y teniendo en cuenta su función socializadora y didáctica, a continuación vamos a analizar la influencia del lenguaje verbal y visual en el desarrollo del alumnado.

El lenguaje verbal/visual y la desigualdad de género

El género narrativo se apoya en el lenguaje como instrumento de intercambio de información entre un emisor y un receptor. En función del tipo de lenguaje empleado, el emisor centra su atención en una serie de elementos del mensaje que le permiten descodificarlo. Numerosos autores coinciden en la interdependencia que tiene el lenguaje para el comportamiento social, tal y como señala García (1988):

En efecto, los hábitos sociales, la forma de conducta, el repertorio de valores convenidos en los que la sociedad vive inmersa, tienen un reflejo directo en el lenguaje. Y a su vez, como el lenguaje es el vehículo principal de la comunicación humana y, por ello, el medio por el que se transmiten los hábitos culturales de generación en generación, su influencia en la mentalidad y comportamiento de los hablantes resulta decisiva.

Partiendo de esa premisa podemos afirmar que la primera función del lenguaje es la de ser una herramienta que posibilita expresar nuestros sentimientos y emociones a otras personas; este hecho dota al lenguaje de otra propiedad, la cual le convierte en el reflejo de un determinado momento cultural. Por lo tanto podemos afirmar que cada lenguaje es una forma de interpretar el mundo de acuerdo con la experiencia de los hablantes, que se ven influenciados por la cultura pasada y a su vez perpetúan la cultura futura. En lo relativo a los cuentos podemos observar cómo el lenguaje empleado está cargado de estereotipos de corte sexista atribuyendo roles diferenciados a los personajes: la princesa hermosa y vulnerable que debe ser rescatada por el príncipe valiente y fuerte, la madrastra malvada y cruel casada con el ingenuo rey viudo, etc.

Por otro lado, la sabiduría popular siempre ha afirmado lo que apunta Punset (2017) sobre que las últimas investigaciones aclaran que la imagen cuenta como instrumento de permanencia o duración en la memoria. Así, a la hora de analizar un cuento bajo la perspectiva de la igualdad de género deberemos prestar atención a sus ilustraciones ya que: “No sabiendo aún leer, el niño pequeño interroga interminablemente las ilustraciones de los libros y aprende muy pronto a descifrarlas. Observándolas con atención es posible catalogar el aparato simbólico del que se sirven los libros para instruir a los niños acerca de los papeles sexuales en la familia y sociedad y acerca de las características psicológicas (que se les presentan como innatas y naturales) de los hombres y de las mujeres de los niños y de las niñas” (Turín,1995).

Esta autora propone en sus estudios analizar el uso de diferentes objetos y símbolos que aparecen en los cuentos y las funciones asociadas a los mismos. A modo de ejemplo:

  • El delantal: Es el símbolo femenino que relaciona de manera unívoca a la mujer con las tareas domésticas (limpieza de la casa, cuidado de los niños); en las escenas de calle es sustituido por otros objetos como el carro de la compra o el coche del niño.
  • Utensilios de limpieza como cubos metálicos, escobas anticuadas o bayetas chorreantes, acompañados de la imagen de la mujer a cuatro patas o de rodillas en el suelo, contribuyen a dar un carácter inmutable y humillante a las tareas domésticas, dejando claro dos aspectos tales como son la distancia insalvable entre tecnología y mujer, así como el hecho que señala que los hombres no deben trabajar en casa.
  • Las gafas: Este símbolo representa la inteligencia, pero cuando una mujer o una niña, las llevan, sirve para afearlas, poniendo de manifiesto la tradicional incompatibilidad entre la belleza femenina y la inteligencia. Suelen llevarlas la típica empollona de clase a la que todos y todas odian, la maestra “solterona” de carácter agrio y rara vez las madres (a éstas, se les reserva la tarea doméstica).
  • Los periódicos: Simbolizan la participación social, la información y modernidad. Normalmente aparecen en manos del padre o del abuelo.
  • Los libros y cuentos de hadas, normalmente aquellos en pequeño formato y de cubierta rosa son identificados con las novelas sentimentales, que se asocian con la evasión y la irresponsabilidad social; aparecen en manos de mujeres y niñas.
  • Cintas, lazos, ropas o sombreros excéntricos: Frente al papel de la madre fatigada y dedicada en cuerpo y alma a las tareas domésticas, nos encontramos con otro estereotipo de mujer vanidosa y caprichosa que derrocha el dinero ganado por su marido. En el caso de las mujeres adultas se caracteriza por el uso de ropa excéntrica; las niñas aparecen cargadas de cursiladas representando una estúpida coquetería.
  • La familia: Las representaciones contribuyen a mostrar imágenes y simbología de la familia patriarcal tradicional, perpetuando estereotipos sexistas. Es curioso observar cómo a pesar del uso de animales en lugar de personas, estos estereotipos se mantienen.

Mención aparte merece el color como forma de comunicación. En este sentido tras la consulta del trabajo de la doctora Heller (2013) en el campo de la psicología del color, hemos podido comprobar el uso predominante de ciertos colores en los cuentos tradicionales para representar personajes masculinos y femeninos. Mientras que los primeros se asocian a los colores azules (en todas sus gamas) simbolizando en muchas culturas la profesionalidad, confianza o autoridad, los femeninos lo hacen a los colores rosas o violetas que se corresponden con el capricho, la imaginación o el sentimentalismo, lo que pone de manifiesto el peso que ha tenido el cuento en general y sus ilustraciones en particular en la construcción de la identidad social del ser humano.

Por tanto es conveniente que a la hora de seleccionar un cuento para trabajar en nuestras aulas nos paremos a reflexionar sobre el lenguaje verbal y visual que emplea y las connotaciones del mismo. El interrogante que se nos plantea es: ¿en qué aspectos debemos detenernos para valorar si un cuento transmite estereotipos sexistas? A continuación propondremos una serie de cuestiones de elaboración propia que nos han resultado útiles a la hora de llevar a cabo esta investigación.

Análisis de los cuentos bajo la perspectiva de la desigualdad de género

Podríamos pensar que el análisis de los cuentos es subjetivo y puede estar sesgado en función de nuestras experiencias vitales; a este respecto debemos considerar que “en el terreno del cuento popular, folklórico, el estudio de las formas y establecimiento de las leyes que rigen la estructura es posible, con tanta precisión como la morfología de las formaciones orgánicas” (Propp, 1985).

Vladimir Propp estudió más de cien cuentos rusos para llegar a la conclusión de que los cuentos de hadas tienen una serie de elementos primordiales, siendo éstos, las partículas mínimas no descomponibles, cuyas combinaciones dan lugar a la enorme variedad de cuentos. Con ello Propp perseguía descubrir el núcleo narrativo invariable en cada narración.

El ruso distinguió entre “magnitudes constantes”, aquellas que constituyen el esqueleto del relato y “magnitudes variables” que dotan al cuento de belleza y vivacidad. Los elementos invariables serán las funciones, es decir, acciones realizadas por los distintos personajes de manera constante en todos los cuentos (siendo variable la identidad de los personajes).

Otro aspecto destacado por Propp es el que apunta a la sucesión cronológica de los acontecimientos, es decir, el orden de las funciones será siempre constante, dotando al cuento de una estructura previsible, aspecto que es fundamental para la interiorización de comportamientos por parte del lector.

Ahora bien, ¿cómo trasladar el modelo de Propp al tema que nos ocupa? Tras la consulta de numerosas guías sobre igualdad y la obra de numerosos autores que han servido de base para la elaboración de este artículo, presentamos una serie de cuestiones relacionadas con todo lo expuesto hasta ahora (Tabla 1) y el análisis a modo de ejemplo realizado al cuento tradicional “Caperucita Roja” (Tabla 2).

Tabla 1. Cuestiones para analizar los cuentos

Tabla 2. Análisis de “Caperucita Roja” (basado en el relato de “Cuentos de Oro” de Grafalco, por varios autores)

En este artículo hemos reflexionado cómo el lenguaje tiene una gran influencia en la configuración de la identidad individual y social del sujeto. Si nos detenemos a analizar el modo en el que hablamos y por consiguiente el modo en el que pensamos, podremos darnos cuenta de que en numerosas ocasiones caemos en estereotipos que discriminan a los demás. Este hecho que hemos ilustrado se debe a nuestra identidad cultural que viene determinada por nuestro proceso de socialización, el cual desgraciadamente ha contribuido a una diferenciación entre femenino y masculino con una diferente valoración, que implica una discriminación desde tiempos inmemorables. ¿Por qué se ha producido dicha diferenciación? Bajo nuestro punto de vista, desde la antigüedad se le ha otorgado al género femenino una serie de características y funciones que dejaban de lado otras, al mismo modo que ocurre con el género masculino.

Si bien sería ingenuo culpar al cuento u otros materiales didácticos de la perpetuación del problema, tal y como hemos puesto en este artículo de investigación, sí que podemos observar que es necesario reflexionar sobre su forma y contenido antes de usarlo con nuestros niños y niñas. Desgraciadamente numerosos cuentos contienen un lenguaje verbal y visual cargado de estereotipos sexistas, los cuales de manera inconsciente, se transmiten de generación en generación, contribuyendo al desarrollo de una diferente socialización entre niños y niñas; siendo ésta un factor cultural fundamental en la construcción de la identidad y la asimilación de los roles que interpretaran en su vida adulta.

Desde el punto de vista educativo es básico no contribuir a mantener una imagen estereotipada de niños y niñas, negando a unas las características de los otros y viceversa. Solo si avanzamos desde la infancia en una auténtica coeducación y en la búsqueda de soluciones a la problemática planteada en este articulo conseguiremos una sociedad más justa en la que todos y todas sean felices y coman perdices.

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El artículo El uso del cuento en la escuela. Análisis bajo el prisma de la desigualdad de género forma parte del número 5 de Campus Educación Revista Digital Docente un proyecto destinado a la divulgación de publicaciones de carácter educativo que permite la difusión del conocimiento y pretende el enriquecimiento de toda la comunidad educativa.

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Augusto José Esparcia González
Augusto José es Graduado en Magisterio de Educación Primaria, y posee la Mención en Pedagogía Terapéutica. En estos momentos es maestro en Albacete.