Convivencia Escolar

Modelos de gestión

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convivencia escolar

Resumen: El propósito del presente artículo pretende conocer y profundizar sobre los modelos de gestión de la convivencia, así como sobre las herramientas y estrategias para la mejora de la convivencia positiva desde un modelo integrado para la regulación y tratamiento de conflictos, siempre a través de un procedimiento democrático e integrador que nos lleve hacia una cultura de paz en los centros educativos.

Palabras clave: Convivencia escolar; Modelos de convivencia; Conflicto; Educación para la paz.

Abstract: This paper aims to divulge knowledge and deepen into models of classroom coexistence management and its related tools and strategies for improving a positive coexistence from a consolidated model. This must be done through a democratic and inclusive procedure, through which we can achieve a culture of peace on schools.

Keywords: Classroom coexistence; Coexistence models; Conflict; Education for peace.

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CONVIVENCIA ESCOLAR

Transformaciones sociales de la escuela

Las transformaciones sociales que acontecen en nuestros días nos permiten experimentar episodios esporádicos de violencia que afectan a nuestras relaciones interpersonales en nuestro día a día y, de igual forma, dentro de la comunidad educativa. En este último caso, los miembros de la comunidad perciben la existencia de conflictos en las relaciones interpersonales, lo cual causa un grave desgaste personal y profesional sobre todos los agentes de la comunidad, que afecta a la calidad de la enseñanza impartida, así como la asimilación del aprendizaje recibido. Y no ya solo a nivel de contenidos meramente académicos, sino de valores democráticos, de respeto y de cultura de paz. Por ello debemos investigar, conocer, mejorar y ofrecer una respuesta hacia el impulso de los valores de respeto y aproximación sobre la visión y concepto de la convivencia escolar crítica y positiva.

Resulta curioso contemplar cómo la escuela del siglo XXI afrontar con dificultades la regulación de la convivencia escolar, un fenómeno que preocupa a toda la comunidad educativa y que cada vez tiene más fuerza y visibilidad en la sociedad. En concreto, los casos que quebrantan la convivencia y que más problemas de gestión presentan para los centros educativos son los casos de violencia y acoso escolar entre iguales. La convivencia escolar constituye un elemento importante en las relaciones personales que se establecen en la escuela y si ésta se ve dañada, puede surgir el conflicto y la disputa que, por otra parte, también es algo inherente a ella. Como señalan Ortega y Del Rey (2004), la convivencia influye en la cohesión de grupo y a los sistemas relacionales de sus miembros.

El profesorado posee un modelo de referencia idealizado de la educación ya que esperan del alumnado las mejores respuestas y los mejores comportamientos, referencias más propias de una educación tradicional. Desde esta línea Viñas (2004) apunta que la convivencia es una condición para un trabajo educativo de calidad, así como para la resolución positiva de conflictos, y puede contribuir a que el cuerpo de docentes compruebe que esa visión idílica de la educación requiere de paciencia y trabajo continuo.

La creciente importancia de la Educación en Valores

Podemos citar numerosas medidas internacionales que se han llevado a cabo para la protección de la infancia, comenzando por la creación de la célebre Convención de los Derechos del Niño, cuyo antecedente se ve en la Declaración de los Derechos del Niño. Ambas medidas propiciaron la posibilidad de concebir de una nueva forma a los menores, así como una concienciación e implicación de todos los países sobre el estudio de la mejora de las relaciones sociales, al igual que la relación de seguridad y defensa de una educación integral para todos los niños y niñas.

Por otro lado, en 1996 se comenzó una nueva andadura con el informe emitido para la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI, presidida por Jacques Delors: La educación encierra un tesoro, donde se defiende que la educación ha de basarse en cuatro pilares fundamentales, los cuales también rezuman una creciente preocupación hacia aspectos más allá de la simple instrucción académica:

  • Aprender a conocer: Supone adquirir los instrumentos que permitan al sujeto comprender el mundo que le rodea.
  • Aprender a hacer: Capacidad de poder influir sobre el propio entorno, siendo la puesta en práctica de los conocimientos que se han conocido y aprendido.
  • Aprender a vivir juntos: Significa aprender a vivir con los demás. Este pilar tiene relaciones directas con componentes afectivos y de tipo social.
  • Aprender a ser: Este pilar recoge las influencias de los tres pilares anteriores, uniendo así mente, cuerpo, inteligencia, sensibilidad, etc. a través de la educación.

Todo esto supuso el comienzo del interés en la educación para poder convivir en sociedad y de forma cívica en los centros educativos, sin olvidarnos que la educación en valores es un factor relevante que también debe integrarse en el currículo para que la convivencia escolar sea realmente efectiva.

En terreno puramente normativo, con la aprobación de la Ley 27/2005, de 30 de noviembre, de fomento de la educación y cultura de paz, se pretende generar medidas para materializar e instaurar una cultura de paz y no violencia en nuestra sociedad, en la cual el gobierno debe promover la formación especializada en la comunidad educativa sobre la resolución de conflictos.

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Igualmente, la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, modificada en 2013 por la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la Mejora de la Calidad Educativa, incluye algunos artículos en los que la convivencia forma parte integrante del proceso de enseñanza-aprendizaje, otorgando más autonomía a las Comunidades Autónomas y a los equipos directivos de los centros de enseñanza para la regulación de la convivencia.

Por otro lado, por medio del Real Decreto 275/2007, de 23 de febrero, por el que se crea el Observatorio Estatal de la Convivencia Escolar, la Administración General del Estado tiene así un órgano colegiado cuyo objetivo es contribuir a la construcción activa de un ambiente de convivencia escolar adecuado en los centros y reconocer la importancia de que los profesionales de las ciencias de la educación impulsen medidas eficaces para gestionar la convivencia-

Actualmente, desde la Unión Europea se pretende alcanzar el objetivo marcado desde la Estrategia Europa 2020, junto con el Marco estratégico de Educación y Formación para configurar una nueva política educativa europea y poder llegar a alcanzar una Europa inteligente, sostenible e inclusiva.

Convivencia escolar

La convivencia también implica, como señalan Sánchez y Ortega-Rivera (2004), un orden moral que está implícito, o debería estarlo, en todos los acontecimientos normativos y

convencionales de la vida escolar. En este sentido, Calvo, García y Marrero (2005) inciden en la importancia de la coordinación del profesorado del centro a la hora de desarrollar la labor preventiva en las situaciones de conflicto.

Más allá de lo normativo y pedagógico, la convivencia, desde el punto de vista psicológico, implica la formación para comprender el punto de vista del otro, reconocer que debe ser estimado y respetado, solicitar el respeto hacia uno mismo y lograr un nivel suficiente de autoestima, actuando con solidaridad, tolerancia y comprensión hacia los eventos cotidianos de íntima naturaleza humana.

Educación para la convivencia y la paz

La paz, o la convivencia pacífica, afecta a todos los ámbitos de la vida, desarrollando o, más bien, ayudando a impulsar los valores fundamentales para nuestro alumnado; contribuyendo a crear una buena y pacífica convivencia estamos incrementando, a su vez, el fomento de una educación verdaderamente real e integral.

Dentro de esta educación integral que ayude al fomento de la convivencia en las escuelas podemos detenernos, teóricamente, en dos conceptos importantes:

  • Paz positiva: Gozar de “paz” es algo que entendemos, a simple vista, como la ausencia de conflictos, como un momento de tranquilidad, sosiego e incluso mejora. Pero no es un periodo estático, ni puntual, sino que en el escenario escolar se debe hablar de paz en un sentido más amplio, tratándola como un proceso dinámico y permanente, que haga referencia a una estructura social de amplia justicia y reducida violencia, lo cual exige la igualdad y reciprocidad en las relaciones e interacciones que se manifiesten dentro del núcleo educativo.
  • Conflicto positivo: Casi automáticamente, solemos asociar el “conflicto” como algo inevitablemente negativo, asociado a las situaciones de violencia y a los momentos que perturban el periodo de paz. Sin embargo, en el legado de la no violencia y de la investigación para la paz se produce un tránsito en su concepción. El conflicto se asume como un proceso natural y circunstancial a la existencia humana, surgiendo así la conocida perspectiva positiva del conflicto (Cascón, 2001).

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Según Jares (1999), los cuatro retos fundamentales de la educación para la paz son abordar:

  • El conflicto, la violencia y la convivencia, tanto en los centros escolares como en el conjunto del sistema social, lo que se denomina educación para el conflicto y la convivencia.
  • La exclusión social y neoliberalismo, que conducen a lo que se denomina educación para el desarrollo y la justicia.
  • La inmigración y diversidad, que nos transporta a la educación para la diversidad y la multiculturalidad.
  • La ciudadanía democrática y derechos humanos, que nos lleva a la educación para la democracia y los derechos humanos.

Transversalidad y conceptos asociados

Como ya dijimos, la existencia de conflictos en las relaciones interpersonales es algo que afecta notablemente a la calidad de la enseñanza y a la respuesta de aprendizaje. El proceso imparable de la globalización, por ejemplo, ha implicado reformas en la educación a nivel mundial. A este respecto Lampert (2003) señala que ha sido un proceso desigual que ha traído consigo divisiones y marginación, tanto en países industrializados como en países subdesarrollados, provocando que los valores morales, éticos y la solidaridad en su totalidad sean sustituidos por lo que ha llamado un “ciudadano consumidor”.

En este nuevo panorama social se reclama una nueva concepción de la forma en que la educación en valores, y en concreto la educación para la convivencia, es abordada desde los centros escolares. Morin (1999) apunta, en este nuevo crepúsculo educativo, una nueva esencia en la educación gracias a su “Pensamiento complejo”. Señala que el objetivo principal de la educación en la nueva era planetaria debe ser educar para el despertar de una sociedad-mundo. Por ello señala que se debe comprender la vida como emergente de la historia de la Tierra y a la humanidad como emergente de la historia de la vida terrestre.

El término «transversalidad» se enmarca en la nueva concepción curricular que, ante la crisis de la función normativa de la escuela que pretendía alcanzar conductas formales, neutras y susceptibles de ser generalizadas, aboga por un modelo en el que los contenidos se constituyen en el eje estructurador de objetivos y actividades – (Salguero, 2004, p. 149)

Modelos de regulación de la convivencia y el tratamiento de conflictos

Desde las diferentes normativas que se desarrollan a nivel estatal y, concretamente, autonómico, existe una gran variedad de programas, estrategias y modelos para la mejora de la convivencia escolar en los centros educativos. Siguiendo a Torrego y Moreno (2003), el modelo de gestión de la convivencia actúa como un conjunto de planteamientos educativos que dirigen las actuaciones que hay que desarrollar en los centros educativos. Su finalidad es optimizar los procesos de enseñanza y aprendizaje y prevenir y erradicar la violencia. Estos autores plantean un modelo integrado para la mejora de la convivencia en la escuela que expone las diferencias entre el modelo normativo-correctivo (sancionador/punitivo), el modelo relacional y el modelo integrado. A continuación, describiremos cada uno de ellos:

Modelo sancionador o punitivo

Este modelo tiene una fundamentación regulada por la normativa y se basa en la determinación de las consecuencias del incumplimiento de las normas propuestas en las mismas. Este modelo afirma que las sanción o corrección de medidas principales ante un conflicto puede ser, fundamentalmente, el castigo.

Desde el punto de vista organizativo del centro, tanto la normativa como el Consejo Escolar pueden aplicar una corrección de tipo sancionador ante las situaciones que se produzcan en el centro que perturben el clima de convivencia pacífica, tales como partes de incidencia, expedientes de conductas contrarias a la normativa, expulsiones, etc., siendo su principal objetivo la reparación de los daños causados por las conductas contraproducentes.

Según la experiencia de muchos años tratando de mejorar este modelo punitivo autoritario podemos observar que no siempre se suele modificar o mejorar la relación entre denunciante o agresor, por ello este modelo tiene limitaciones en comportamientos alternativos ni desarrolla un cultivo de una moral crítica y autónoma.

Modelo relacional

Este modelo se basa en la capacidad de relación y diálogo desde un área exclusiva y privada para la resolución de problemas generada por los individuos implicados en el problema o conflicto en cuestión.

Este modelo aporta múltiples beneficios como son el encuentro, el valor del diálogo y la profundización del entendimiento del problema, así como el aprendizaje de modo cooperativo para abordar situaciones futuras, siendo éste un referente inequívoco de modificación de conducta.

Algunas de las desventajas que podemos encontrar se centran en que los tiempos y espacios no alcanzan un modelo colectivo de actuación de diferencias en las dificultades.

Modelo integrado

El modelo integrado es desarrollado por Torrego (2006) y su equipo realizando una combinación de los dos modelos anteriormente expuestos, los cuales han sido avalados y aceptados por toda la comunidad en la implementación del mismo desde hace varios años. El modelo integrado se fundamenta en la flexibilización de la aplicación del modelo sancionador e institucionaliza el relacional.

Desde este modelo se pueden apreciar múltiples ventajas como por ejemplo la reparación de daños causados, la reconciliación entre las personas que se encuentran sumidas en la situación conflictiva y la resolución del problema a través del diálogo y el entendimiento mutuo, principalmente gracias al trabajo de los equipos de mediación escolar.

En este modelo, en lugar de aplicar estrictamente la normativa, se promueve formalizar mecanismos de diálogo para llegar a acuerdos que sustituyan los castigos por los compromisos.

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Proyecto de Gestión de la convivencia desde un modelo integrado: Modelo de Convivencia Positiva en la Comunidad Autónoma de Canarias

Realizar un buen tratamiento de la convivencia escolar es responsabilidad y tarea de toda la comunidad educativa. En este sentido fomentamos un espíritu de búsqueda y actualización constante para crear una sociedad más justa, solidaria y humana y, por otro lado, la construcción diaria de relaciones con uno mismo y con las demás personas basadas en los derechos humanos, respeto, tolerancia, diálogo y solidaridad. No se puede pensar en convivencia positiva sin la participación implicación de la misma. Uno de los primeros pasos es elaborar, revisar, actualizar el Plan de Convivencia como parte importante de la Programación General Anual, para que se pueda crear un mayor espacio de diálogo y formatos de discusión fomentando los conceptos de responsabilidad compartida que supone una creación de espacios y confianza.

Bajo la necesidad de atender desde la globalidad el ámbito de la convivencia en los centros educativos, la Comunidad Canaria aprobó la Resolución 625, de 8 de Junio de 2016, de la Dirección General de Ordenación, Innovación y Promoción educativa por la que se aprueban los proyectos de innovación incluidos en la denominación “Implementación del Modelo de Convivencia Positiva” para su desarrollo durante el curso escolar 2017-2018 y el procedimiento para su certificación en los centros educativos no universitarios.

Autores como Galtung (2003) afirman que la convivencia positiva va consolidándose fundamentalmente apoyada desde la prevención primaria y desde los servicios de Orientación Educativa. Entendiendo la orientación, dentro del Departamento de Orientación, como el espacio institucional desde donde se articulan las funciones de orientación y tutoría, ésta debe ser considerada como un proceso de ayuda y acompañamiento continuo a todo el alumnado, en todos sus aspectos, con el objeto de potenciar la prevención y desarrollo humano a lo largo de toda su vida, prestando especial importancia a los periodos de transición propios que acontecen en el seno escolar (Álvarez y Bisquerra, 2012).

En el modelo canario se establecen tres niveles de actuación para cada una de las etapas educativas:

  • El nivel primario actúa en la prevención inespecífica y general a cargo de la comunidad educativa.
  • El nivel secundario procede a la prevención específica o de riesgo de manera proactiva.
  • El nivel terciario abarca la prevención reactiva, grupo relacional dañado correspondiente a los dos últimos niveles.

Todo ello debidamente apoyado con el Plan de Convivencia Positiva Proactivo, basado en el diálogo, la disciplina positiva, la cultura de paz y en los principios que estipula el Decreto de Convivencia 114/2011 de 11 de mayo, con los equipos de mediación y con las estrategias de convivencia positiva que se hayan concretado llevar a la práctica.

El papel del alumnado

Como podemos observar el alumnado cobra protagonismo como propio agente de desarrollo, autogestión y participación democrática dentro de la prevención de la violencia y el fomento de un clima positivo y pacífico de convivencia escolar. Entre sus principales funciones podemos destacar:

  • La elaboración, por consenso, de normas.
  • El establecimiento de mecanismos que permitan la prevención y detección de conflictos.
  • La creación de un comité de bienvenida y acogida a los nuevos alumnos.
  • La creación de juntas de delegados.
  • La gestión de grupos de mediación y dinamización de alumnos ayudantes y dinamizadores de zonas comunes.

El papel del profesorado

El profesorado, por su parte, tendrá un trabajo a realizar en red y de manera cooperativa fijando unos calendarios referentes para la convivencia y acreditación de la mediación escolar. Debe organizar grupos de trabajos para elaborar proyectos de implementación del modelo de convivencia positiva y realizar jornadas finales de “Buenas Prácticas”.

Para poder realizar un trabajo de prevención de la violencia desde la escuela es necesario tener en cuenta las modificaciones y los cambios en los contenidos académicos que hay que llevar a cabo, así como la transformación de la metodología escogida para que tengan cabida, por ejemplo, ciertas actividades con contenidos explícitos orientados a la educación en valores, la educación intercultural, el aprendizaje de estrategias para prevenir el racismo y la xenofobia, la violencia de género, el desarrollo de habilidades de comunicación, las habilidades sociales, la gestión emocional, etcétera.

Entendemos que la convivencia positiva no es solamente un modelo a implantar en los centros educativos, sino que es todo un modelo de vida comunitario, escolar, social y culturalmente hablando, siendo los diferentes programas, proyectos, modelos y estrategias que favorezcan la convivencia escolar una de las mejores inversiones y garantías que la sociedad puede ofrecer hacia el espacio educativo.

Una correcta gestión escolar nos garantiza una mejor coordinación entre docentes, equipo educativo, claustro y agentes educativos, todos ellos enfocados en el objetivo de la mejora del plan de actuación, de las estrategias y el establecimiento de normas para la mejora de la convivencia escolar, así como para el fomento de una cultura de paz.

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El artículo Convivencia Escolar. Modelos de gestión forma parte del número 11 de Campus Educación Revista Digital Docente un proyecto destinado a la divulgación de publicaciones de carácter educativo que permite la difusión del conocimiento y pretende el enriquecimiento de toda la comunidad educativa.

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Sara es Licenciada en Pedagogía y Máster en Formación del Profesorado. En estos momentos es pedagoga en el Instituto REDECO de Telde (Las Palmas de Gran Canaria)